Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Niños bajo riesgo en fiestas patronales

Niñas. Son aplaudidas por adultos cuando en tarimas realizan movimientos pélvicos al ritmo del dembow.

Los padres permiten que sus hijos menores de edad acudan a las patronales, pese a que se realizan actividades no aptas para su edad.

Los padres permiten que sus hijos menores de edad acudan a las patronales, pese a que se realizan actividades no aptas para su edad.

Las fiestas patronales tienen su origen en celebraciones religiosas católicas que el país heredó de los españoles, las cuales son dedicadas a un patrón o patrona, protectora espiritual de un determinado pueblo.

En República Dominicana, a la par de las misas que se ofician en los templos católicos , se desarrolla un programa de actividades culturales, deportivas y sociales gestionadas por un comité organizador de la festividad y auspiciado por las autoridades de la localidad con una duración de siete o más días.

El escenario más atractivo para las personas son las presentaciones artísticas nocturnas en las tarimas, patrocinadas generalmente por casas licoreras o entidades públicas y privadas. En ese ambiente, los visitantes se concentran en las carpas, en donde consumen bebidas alcohólicas, mientras escuchan la potente música de las llamadas “Disco-lights”.

Preocupante

Pero lo que más preocupa y llama la atención de diversos sectores de la sociedad, es el peligro al que se expone la población infantil, que llega a estas celebraciones nocturnas de la mano de sus padres, tutores o por cuenta propia.

Una de las escenas más comunes al visitar una fiesta patronal, sobre todo en comunidades rurales, es ver en la tarima principal a niñas de hasta cuatro años, quienes son aplaudidas por adultos, mientras realizan movimientos de cadera, bailando el contagioso género musical “Dembow”.

El poeta y gestor cultural Rannel Báez considera que con el auge de estos ritmos del denominado género urbano, la niñez es fuertemente arrastrada por esa corriente, cuyo contenido, en su mayoría, incita directamente a tener sexo a destiempo, además de caer en otros flagelos sociales.

Báez cree que se deben reorientar los programas de festejos de las fiestas patronales y patrióticas hacia un mayor número de actividades culturales, y aprovechar estos espacios de socialización para la concienciación de la población, entorno a problemáticas como el embarazo en la adolescencia y otros males que afectan a la sociedad. Entiende que es en el seno familiar y promoviendo la responsabilidad paterna desde donde se pueden trabajar acciones de transformación y promoción de valores en la niñez y juventud.

De su lado, Ángel Jiménez, presidente del Grupo Cultural Sahuaro, con una experiencia de 30 años amenizando actividades infantiles y culturales, propone como alternativa la realización de acuerdos entre los organizadores de fiestas y las autoridades locales para la creación de espacios no nocturnos, en los que se realicen actividades infantiles, en un entorno lejos del lugar de diversión de los adultos, en donde los niños y niñas se encuentren libres del ambiente del consumo de alcohol, cigarrillos y la música nociva.

“Que el consumo de la música sea otro, diferente al que consumen los adultos y, de paso se estaría haciendo un trabajo extraordinario en la recuperación de la niñez como tal”, expresó.

En este punto, coincide con el poeta Rannel Báez en que la conducta de una gran mayoría de la niñez actual se ha visto influenciada por el contenido de la música urbana actual.

“La niñez lamentablemente se ha ido perdiendo con la letra sexualizada, pornográfica, vandalizada y que incita al consumo de drogas y otro tipo de sustancias prohibidas”, estimó.

Sepa más

Parrandas.

El párroco de la iglesia nuestra señora de Los Remedios, Duván López Castro, considera que los pueblos han convertido estas fiestas nocturnas en “parrandas patronales”.

Reorientarla.

No se opone a la realización de las actividades, pero cree necesario reorientarlas hacia el fomento del arte, la cultura, la recreación y el deporte en las comunidades. “En vez de estar sirviendo para rescatar los valores, estamos sembrando antivalores”, consideró el sacerdote.