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Abinader rindió honores a la Virgen de la Altagracia

El presidente Luis Abinader, acompañado de su esposa, Raquel Arbaje, la vicepresidenta Raquel Peña; la alcaldesa Carolina Mejía, y parte de la cúpula de la Iglesia Católica, ante la Puerta del Conde, donde rindió honores a la Virgen de la Altagracia. /J.A MALDONADO

El presidente Luis Abinader, acompañado de su esposa, Raquel Arbaje, la vicepresidenta Raquel Peña; la alcaldesa Carolina Mejía, y parte de la cúpula de la Iglesia Católica, ante la Puerta del Conde, donde rindió honores a la Virgen de la Altagracia. /J.A MALDONADO

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Yasmel Corporán y Laura CastilloSanto Domingo, RD.

Al encabezar la jornada solemne, en el marco de la conmemoracióon del primer centenario de la coronación canónica de la Virgen de la Altagracia, el presidente Luis Abinader manifestó ante la imagen de la guía espiritual, que la Virgen es, y seguirá siendo, “la protectora del pueblo dominicano a lo largo de los siglos”.

El mandatario acudió a la Puerta del Conde para rendir honores a la Virgen, acompañado de la vicepresidenta Raquel Peña, y de Edgar Peña Parra, representante del papa Francisco, y otras autoridades sacerdotales y del gobierno.

Durante su intervención, el jefe de Estado rememoró que en ese mismo lugar histórico (Puerta del Conde). hace 100 años ayer fue coronada la Virgen de la Altagracia, con una corona elaborada con prendas donadas por los devotos.

Abinader resaltó, además, que “esa devoción de ayer es la misma de hoy, porque los dominicanos “recordamos como la Virgen de la Altagracia es y seguirá siendo nuestra protectora a lo largo de los siglos”.

Señaló que en muchos hogares dominicanos se pueden encontrar, junto a las fotos familiares, una imagen de la Virgen de la Altagracia, como tradición religiosa. “Ella es nuestra madre y, como tal, intercede ante Dios para favorecer a sus hijos”, dijo.

Las palabras iniciales de la ceremonia estuvieron a cargo de monseñor Francisco Osoria, arzobispo de Santo Domingo, quien habló en nombre de la comunidad católica del país y expresó la alegría que siente el colectivo a ver, por primera vez, el cuadro de la Virgen en la capital.

De su lado, la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía, declaró la fecha de ayer, lunes 15 de agosto, como “Día de Regocijo Municipal”, por la visita histórica de la imagen de la Virgen a la demarcación. Así lo hizo constar al leer la resolución oficial del cabildo en el evento ceremonial.

Cientos de ciudadanos asistieron a la Puerta del Conde para presenciar el evento, que contó con la bendición final del nuncio apostólico de la Santa Sede, Edgar Peña Parra.

El mandatario estuvo acompañado de la vicepresidenta, Raquel Peña; la primera dama, Raquel Arbaje’ el ministro de Defensa, Carlos Díaz Morfa, y el presidente del Senado, Eduardo Estrella Con motivo de la festividad religiosa, la noche del domingo, la imagen de la Virgen fue trasladada, por primera vez, a la capital dominicana y luego fue llevada a una última parada en el Estadio Olímpico, donde miles de feligreses católicos desafiaron las altas temperaturas y el impacto del sol de mediodía para venerar y rendir honores a la madre de Dios.

En ese escenario cargado de emociones y espiritualidad, la imagen de la Virgen permaneció durante varias horas y posteriormente fue trasladada de regreso a la Basílica de Higüey, de la provincia la Altagracia.

AÑO 1922

La primera coronación de la Virgen fue el 15 de agosto de 1922, en la Puerta del Conde. El papa Pío XI envió en su lugar al arzobispo Sebastián Leite de Vasconcellos. Su imagen fue modelada por el artista dominicano Abelardo Rodríguez Urdaneta.

En 1924, el Congreso decretó la celebración de la Virgen como fiesta nacional el día 31 de enero. El 31 de octubre de 1927, el papa Pío XI la declaró festividad de la Iglesia.

Durante la primera visita del papa Juan Pablo II, el 25 de enero de 1979, bendijo el Santuario de la Altagracia (hoy Basílica de Higüey), y el 12 de octubre de 1992, en su segunda visita al país, Juan Pablo II coronó, personalmente, a la imagen de la Virgen de la Altagracia con una diadema de plata sobredorada.