Industria azucarera dominicana y los congresistas estadounidenses
Hemos leído en el portal Bloomberg Línea, en fecha 19 de julio 2022, el reportaje firmado por el periodista Jim Wyss, “Dominicana produce azúcar obtenida del trabajo forzoso de haitianos: reporte”, según los congresistas demócratas Earl Blumenauer, de Oregón, quien es presidente del Subcomité de Comercio y Arbitrios, y Dan Kildee, de Michigan, quien es líder adjunto del Caucus Demócrata de la Cámara y copresidente del Caucus del Azúcar, los cuales emitieron un comunicado conjunto, quienes estuvieron de visita en República Dominicana.
Entre otras anotaciones expresaron, citamos: “Presenciamos las arduas condiciones de trabajo y de vida que soportan los cortadores de caña durante la producción de azúcar para nuestro consumo”.
Este tema tiene más de un cuarto de siglo, los congresistas norteamericanos lo airean de manera periódica, algunos entienden que es una campaña cíclica, para llamar la atención de la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos.
El comunicado de los congresistas norteamericanos, Earl Blumenauer, de Oregón, y Dan Kildee, de Michigan, puede ser interpretado como una posición disruptiva sobre la cuestión haitiana en República Dominicana, pero yo prefiero interpretarlo como una preocupación del congreso de EE.UU., por la mejoría de las condiciones laborales en América Latina, además de que es una forma de hacer la debida diligencia para identificar el origen y condiciones de la producción, asegurando que la misma sea ética y sustentable, garantizando que los productos que consuman los ciudadanos norteamericanos, cumplan con los estándares exigidos.
Partiendo de esa premisa voy a analizar la problemática de la industria azucarera dominicana, haré algunas recomendaciones sobre este particular.
Debemos conceptualizar que la migración es un fenómeno complejo, especialistas en la temática han realizado grandes contribuciones teóricas, en lo particular el modelo Push-Pull es muy aceptado, concibe la migración impulsada por un conjunto de factores de presión (Push) en el país de origen como la pobreza, desempleo, hacinamiento, represión política e iniquidad social.
Otros factores de atracción (Pull) que ejerce el país de destino, oportunidad de empleos, educación, bienestar, seguridad política y mejores condiciones de vida.
En el caso que nos ocupa los emigrantes haitianos hacia República Dominicana, son trabajadores temporeros para trabajar en labores agrícolas. La inmensa mayoría son trabajadores de baja cualificación, que en principio aceptan este nuevo nicho de trabajo, muchos después saltan de una labor a otra, sus condiciones de vida experimentan cambios sustanciales logrando insertarse en la sociedad dominicana.
Hay quienes prefieren las duras realidades de los campos de caña, y no vivir en Haití, donde el nivel de desempleo, según la encuesta elaborada en el año 2020 por Comisión Nacional de Seguridad Alimentaria (CNSA) y organismos de las Naciones Unidas, que oscila entre los diferentes departamentos del 17.8 % al 11 %, el 40 de la población haitiana padece de inseguridad alimentaria. Además, actualmente Haití se ha convertido en tierra de nadie, por el dominio de las pandillas por encima de la ley y el orden.
Revisando la literatura antropológica e histórica de la migración haitiana en los cañaverales dominicanos, esta se inicia en el año 1916 cuando la ocupación norteamericana, los militares estadounidenses tomaron el control de la economía dominicana para equilibrar el presupuesto del país y acelerar la recuperación económica (Haggerty, 1989).
La importación de braceros para cultivar caña para la industria azucarera se inicia con trabajadores cocolos, originarios de las Antillas Mayores, y tras la desocupación, la mayoría de los braceros eran de origen haitiano.
Podemos asegurar que es Estados Unidos que moderniza los viejos molinos azucareros, marcando un nuevo periodo de la industria azucarera dominicana e impulsando el mercado de la azúcar de caña.
El régimen de Trujillo fue que firmó el primer contrato bilateral entre República Dominicana y Haití, para traer braceros haitianos durante la temporada de la cosecha, práctica que fue continuada a partir del año 1966 por el Consejo Estatal del Azúcar (CEA). Además de la industria azucarera estatal, está la privada.
Yo conozco los bateyes dominicanos, durante el gobierno del presidente Salvador Jorge Blanco hubo un déficit de braceros, y me correspondió dirigir la brigada del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), ya disuelto, que durante una semana fuimos a los bateyes a cortar caña, fue una gran experiencia, conocí los barracones, que fueron construidos desde el año 1960 hasta el 1970, eran edificaciones en medio de los cañaverales aislados, que para entonces carecían de los servicios más elementales, desde entonces me quedé con la preocupación que a pesar de los vaivenes del precio del azúcar, que muchas veces ha tocado fondo como en los años ochenta, deben adecuarse como lugar digno para pernoctar.
A modo de conclusión, tomando como base el comunicado de los congresistas demócratas norteamericanos Earl Blumenauer, de Oregón, y Dan Kildee, de Michigan, me permito sugerir: 1.- Que el gobierno dominicano haga una investigación sobre las condiciones laborales de los braceros haitianos en República Dominicana.
2.-Revisar los acuerdos binacionales sobre los contratos de los trabajadores de origen haitiano para las labores agrícolas, muy particularmente el de los braceros haitianos para los bateyes dominicanos.
3.-Inspeccionar los lugares de alojamiento (barracones) de los trabajadores agrícolas, y en caso de que fuese necesario readecuar y dignificarlos, así como investigar las condiciones de acceso a la salud y educación. Este esfuerzo debe ser compartido entre el sector privado y estatal.
4.- Designar una comisión presidida por el Ministro de Turismo e integrada por el Director de Migración, Ministro de Viviendas, Ministro de Agricultura, representantes de las siguientes instituciones, embajada norteamericana, organismos internacionales y nacionales que se consideren pertinentes para elaborar un plan definitivo.
5.- Partiendo de la premisa del alto interés de los señores congresistas Blumenauer y Kildee, es una magnífica oportunidad para que los organismos internacionales preocupados por los derechos humanos aborden los problemas de Haití, una de las naciones más pobres del continente americano, según el Índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país, muestra el nivel de vida de sus habitantes.