El corazón de América Latina late a la izquierda
Los gobiernos populistas surgen cuando se producen las crisis del sistema de partidos, hartazgo y las esperanzas frustradas del estado del bienestar, que conduce al electorado a un voto de censura, muchas veces seducido por un discurso innovador que promete resolver sus insatisfacciones, las cuales pueden ser por factores externos que escapan a los gobernantes, en otras muchas ocasiones por vicios, falta de controles y debilidades de las instituciones gubernamentales o un Estado cimentado sobre una democracia imperfecta.
Existe populismo de derecha e izquierda, y presidentes sin ideologías, llamados outsider, dice el prestigioso escritor Moisés Naín, en su último libro “La revancha de los poderosos” (Debate, Barcelona 2022).
Cito “No llegan al poder por golpes de estado o revoluciones, sino que lo hacen por medio de elecciones razonablemente democráticas, y luego se dedican a desmantelar todos los contrapesos, propios de un estado de derecho, a su poder ejecutivo. Secretismo, confusión burocrática, subterfugios seudo legales, manipulación de la opinión pública, represión de los críticos y adversarios…Estos son con los métodos que el autócrata se perpetúa en el poder. Por tanto, el populismo no es exactamente una ideología sino una estrategia para obtener y ejercer el poder. Su acusado personalismo es compatible con cualquier ideología o con ninguna. No hay populismo sin mesianismo, sin un líder carismático. Su discurso es siempre el mismo: él es el salvador que barrerá con una élite corrupta y vengará el pueblo traicionado y agraviado.”
Los gobiernos populistas imponen sus agendas a rajatablas, transforman el aparato del Estado en concentrador e interventor, que administra y controla todos los aspectos de la economía, la política, la sociedad, la cultura y hasta la libertad de expresión. Es el mediador entre el empresariado y los trabajadores, regulariza los aspectos fundamentales para evitar las protestas sociales, ampliando las bases de los programas sociales y destacan la bonhomía del presidente entregando una tarjeta de ayuda humanitaria u otras compensaciones para mitigar la pobreza de los desheredados de la fortuna.
El siglo XXI marcó el inicio del ascenso de la izquierda latinoamericana al poder. El primero fue Hugo Chávez en Venezuela, que llegó al gobierno con su cartilla del Socialismo del Siglo XXI.
Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, con el portentoso respaldo de la clase trabajadora, el ciudadano de a pie y la burguesía intelectual brasileña; Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina fueron parte de la primera ola.
Ahora se inicia un nuevo ciclo con el ascenso al poder del candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, en Colombia, quien presentó al electorado un programa progresista. En el año 2021 Chile elige a Gabriel Boric, quien enarbola la bandera de la izquierda; en el mismo año Xiomara Castro en Honduras y en Perú, Pedro Castillo, y en el año 2018 en México resultó electo Andrés Manuel López Obrador de tendencia centroizquierda.
Todo parece indicar que regresará a la presidencia Lula da Silva en Brasil. La izquierda estará gobernando a más de 487 millones de habitantes de un total de 640 millones de personas aproximadamente.
¿Cuál es la diferencia entre los gobiernos de izquierda que iniciaron el ciclo histórico de principio de siglo y los que llegan al poder en las actuales coyunturas globales?
Que Hugo Chávez y su “Socialismo del Siglo XXI” navegaron a sus anchas, el mundo disfrutaba de estabilidad y crecimiento económico, los acontecimientos terroristas suscitados el 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos de América, cambió el escenario global, la política exterior norteamericana no prestó atención a la región, y Argentina, Brasil y México se beneficiaron del aumento de las materias primas, lo que permitió a los gobiernos de tendencia izquierdista mantener el equilibrio macroeconómico y el estado del bienestar.
En las circunstancias actuales marcada por una crisis inflacionaria global, derivada de la escasez por la guerra en Europa del Este, hay un shock por la disminución de la oferta, los puertos de Ucrania bloqueados, los confinamientos en China que han ralentizado su economía, estos factores repercuten en todo el tejido latinoamericano.
No obstante, considero que China tiene alto interés por América Latina, por lo que hará los esfuerzos pertinentes por impulsar y apoyar los nuevos gobiernos de tendencia izquierdista, con la finalidad de aumentar su influencia en la región y plantarle cara a Estados Unidos en el corazón del hemisferio americano.
Estos gobiernos progresistas no podrán girar más allá del centro izquierda, por lo menos hasta que la incertidumbre continúe lastrando la recuperación económica, producto de los fenómenos no económicos acontecidos a nivel global, que han sido una especie de cisnes negros como lo calificaría Nassim Nicholas Taleb.
Lenin señala que “El socialismo es simplemente un estado del capitalismo monopolista que está hecho para servir los intereses del bien común y que, hasta ese punto, ha cesado de ser monopolio capitalista.”
La izquierda tiene la magnífica oportunidad de trabajar para mejorar la redistribución de la riqueza, mejorar los servicios públicos y garantizar la universalización de la seguridad social, trabajar arduamente en la agenda medioambiental, y castigar de manera ejemplar la corrupción de Estado e impulsar el estado del bienestar. A la vez cuidarse de “las deficiencias que tan a menudo aqueja a los grupos socialistas: el dogmatismo y el sectarismo.” Lenin.
La izquierda gobernante en América Latina es heterogénea, cada país tiene realidades distintas, el desarrollo económico es asimétrico, sus instituciones democráticas y sus fuerzas armadas diferentes, por lo que deberán hacer una alianza para defender sus intereses comunes, actuar como bloque geopolítico.
No hay ninguna duda que el corazón de América Latina late a la izquierda.