Política
Balaguer y la fortuna de Trujillo
Herencia: «En ningún momento Ramfis se refirió a la riqueza de su padre de manera personal, sino más bien en nombre de su madre, doña María Martínez».
El viernes 9 de marzo del año 1999, visité a Joaquín Balaguer en su residencia con el objeto de entregarle varios libros sobre temas de la cultura griega en razón de que necesitaba referenciar algunos autores de esa cultura.
Nueva vez, sentí el agrado de servirle y aprovechamos el momento para conversar sobre «Grecia Externa», nombre del libro que redactaba el consagrado escritor y recuerdo que se refirió ampliamente a Platón como uno de los referentes fundacional de la política helénica.
En otro orden, me atreví a preguntarle qué tan es la versión que circulaba en los corrillos políticos, en el sentido que, tras la muerte de Trujillo, el gobierno que usted encabezó hizo un acuerdo con Ramfis que incluía la entrega de parte de la fortuna de su hijo mayor depositada en el Banco de Reservas.
En esa ocasión, se dijo que usted le ofreció retirar la mitad de esos recursos, justo en un momento en que la población reclamaba la salida de la familia Trujillo y aún se dice que Ramfis le pedía vehementemente la totalidad de la riqueza de sus padres.
Se afirma, que Ramfis se encontraba en su despacho, al momento de hacerle la petición y ante ese hecho usted se levantó de su asiento e invitó al hijo del dictador a observar la multitud aglomerada en el malecón que gritaba a viva voz la salida del país de la familia Trujillo.
«En ningún momento Ramfis se refirió a la riqueza de su padre de manera personal, sino más bien en nombre de su madre, doña María Martínez, que en paz descanse, quien tenía todo el derecho legal de reclamar el dinero de su esposo».
Días después, comentó Balaguer, «me enteré que doña María Martínez, había retirado la fortuna del jefe e igual hizo Ramfis y sus hermanos Radhamés y partieron hacia París y tiempo después se trasladaron a España, llevando consigo el cadáver de Trujillo, dándole cristiana sepultura en un cementerio en las afueras de Madrid».
Balaguer prolongó el diálogo y puso en contexto su amistad con Ramfis, quien lo consultaba con frecuencia, vía telegramas que le enviaba desde París y siempre le preguntaba por la salud de sus padres y la situación política del país.
Al enterarse Ramfis de la muerte de su padre en violentas circunstancias, entró en pánico, hasta el punto de que se negaba a retornar al país, situación que solo pudo superar tras varias llamadas de su madre y de su secretario particular en el país, Emilio Rodríguez Demorizi, el más reconocido historiador de esa época.
Pero quien convence a Ramfis de retornar al país a organizar las exequias de su asesinado padre y su amigo Porfirio Rubirosa, quien lo invita a un almuerzo en el Restaurant de la Tour, donde acostumbraban a reunirse con frecuencia y allí lo conminó a rentar un avión para viajar a Santo Domingo.
Llegaron a la base militar a eso de la 1:00 de la madrugada, dos días después del asesinato del jefe y los pilotos del avión que conducía a Ramfis y su comitiva, se negaban aterrizar, al ver la hilera de tanques en la pista de la Fuerza Aérea Dominicana.
En ese momento, el secretario de Ramfis en París, general Sallant, le indicó a los pilotos que, más allá de la pista, había un espacio donde ellos podían aterrizar sin inconvenientes y tras el descenso de la nave, inmediatamente regresaron a París, temerosos del ambiente militar que se había producido por la muerte de un dictador de la categoría de Trujillo.