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Así no acabaremos con la delincuencia

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Gral (R). Ing. José A. Rodríguez MejíaSanto Domingo

En el año 1993, mientras me desempeñaba como director de Seguridad Militar y Policial del AILA, recibí el primer grupo de deportados de Estados Unidos, luego de haber cumplido condena por diferentes delitos. En ese momento le dije a mi equipo: Con estos envíos de deportados por delitos, en 15 años nuestro país va a ser un lugar afectado gravemente por la inseguridad ciudadana. Desde el año 2003 al 2012 de acuerdo con las estadísticas de USDHS, EEUU deportó más de 21,000 personas por haber cometido delitos. No quiero endilgar a estos grupos la causa de la delincuencia porque es solo una parte. Muchos de estos, se han reinsertado de manera loable en la sociedad, pero otros se dedicaron a conformar bandas que, con su accionar, han logrado aterrorizar el pueblo dominicano.

Interesante mencionar, el esfuerzo que hace el gobierno para frenar el auge de la delincuencia y la criminalidad. ¿Qué tenemos? Una reforma policial, con un alto sentido de profesionalidad, que en algún momento dará sus frutos. Pero esto es solo UN riesgo el que se mitiga con el cambio en la Policía; y con los demás riesgos que se relacionan con este cáncer destructor ¿Qué se está haciendo? Se está trabajando sin analizar a fondo cuáles son los riesgos relacionados y no se puede evitar que estos se materialicen.

Por mis años de experiencia tanto en la milicia como en la implementación de certificaciones de seguridad nacionales e internacionales en el sector empresarial, he podido constatar que lo que no se enmarca dentro de un Sistema de Gestión, en corto tiempo, no funciona. Cuando no hay objetivos claros, ni orientados a mitigar los riesgos relacionados con la seguridad ciudadana, las acciones que implementemos no darán el resultado esperado.

A lo largo de los años, la política de casi todos los gobiernos para asuntos de seguridad ciudadana en el país ha sido reactiva, persiguiendo a los culpables luego de cometido un delito y entendiendo que la prevención se logra lanzando miles de policías y militares a las calles y que los delincuentes, que ni respetan ni les tienen temor a las autoridades, se van a amedrentar porque ahora tenemos fusiles en las calles. ¡¡No!! mi muy querido y amigo presidente; cuando el patrullaje mixto esté en una zona, los delincuentes, que tienen información precisa de esto, suministrada desde adentro, estarán en un lugar en donde no hay vigilancia y actuarán a sus anchas. Estos saben, que si un policía o militar se atreve a disparar sea en defensa propia o en el cumplimiento de su deber, le esperan años de cárcel porque la presión social de las redes así lo exige y hay que satisfacer ese requerimiento, aún por encima de la justicia, en un país en donde lamentablemente parece ser que solo los derechos humanos de los delincuentes prevalecen. Otra cosa que conocen es que no hay sanción para ellos, la mayoría cuando son detenidos los ponen en libertad y siguen actuando sin ningún temor buscando sus víctimas, causando terror en las calles de nuestro país.

La situación actual, demanda un enfoque integral que nos permita atacar la raíz del problema de la delincuencia y la criminalidad desde una perspectiva de “Gestión de los riesgos que atentan contra la seguridad”. Esto implica que, una vez analizados los riesgos, se establezcan objetivos y acciones orientadas para evitar que estos se materialicen.

Llevamos a cabo acciones aisladas que no permiten avanzar en el proceso de control de este flagelo. Intervenimos un barrio y ¿Qué dejamos para controlar la delincuencia? ¿Qué objetivos definimos para evitar la materialización de estos actos? ¿Qué procedimientos elaboramos y qué indicadores de gestión los miden? ¿Qué auditoría se hace para buscar la mejora continua y establecer las acciones correctivas cuando se materialice un riesgo? Señor presidente, tenemos muchos ejemplos en el mundo y no dejo de mencionar a Singapur por todo lo que pude ver en su sistema y que la convierte en una de las naciones más seguras del mundo y a cuya tecnología tenemos acceso; y aún en nuestro país con los sistemas de Gestión que se llevan a cabo en las empresas, ¿Por qué no hacer uso de lo que realmente funciona, e invertir en acciones que han dado resultado? ¿Por qué no emplear los recursos tecnológicos, ya muy a la mano, para ser integrados en estas intervenciones de los barrios? Cámaras con sensores inteligentes que detectan situaciones sospechosas y dan señales inmediatas de alerta; Sistema completo de RFID, colocando un sticker programado de RFID en todas las motocicletas; lectores de RFID colocados en las calles de los barrios intervenidos para detectar el desplazamiento de la motocicletas y que las patrullas puedan validar con un lector de RFID la información de las mismas; instalación de un botón de pánico en cada casa, de tal forma que puedan alertar a las autoridades ante una emergencia; patrullaje con drones en estos barrios y muchos otros recursos que se pueden usar, con procedimientos enmarcados dentro de un sistema de gestión para medir su eficacia. Creo que estamos en uno de los mejores momentos de nuestra historia para usar instrumentos de gestión que permitan asegurar la consistencia y efectividad de todas las acciones que busquen mitigar el flagelo de la delincuencia, junto a la tecnología y avalado por un cuerpo policial, que con Dios delante, habrá de cumplir en su momento el rol que le consigna nuestra constitución.

Sin una correcta Gestión de los riesgos, enmarcada dentro de un Sistema de Gestión en Control y Seguridad, será imposible para las autoridades alcanzar “Construir un clima de seguridad ciudadana basado en el combate a las múltiples causas que originan la delincuencia, el crimen organizado y la violencia en la convivencia social incluyendo la violencia contra la mujer, niños, niñas y adolescentes, mediante la articulación eficiente de las políticas de prevención, persecución y sanción” como se especifica en nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo.

Ojalá que podamos comenzar a trabajar, con una estrategia que marque un paso firme, con un carácter permanente, hacia el alcance de objetivos que son vitales para preservar el presente y el futuro de la nación, enmarcado en acciones profesionales, que dejen una huella que los delincuentes no puedan borrar.

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