La carta de Joaquín Balaguer a Guaroa Liranzo, a quien consideraba como un hermano
Manuel Guaroa Liranzo, quien partió de este mundo el martes a los 98 años de edad, fue para el expresidente Joaquín Balaguer (1906-2002) más que un hombre de confianza, “un hermano”.
Sí, un hermano y Guaroa Liranzo lo sabía, pues el propio caudillo reformista se lo hizo saber, quizás en más de una ocasión, pero la constancia está en una carta que le dirigió a propósito de su cumpleaños el 24 de enero de 1995, a la que Listín Diario tuvo acceso.
En la misiva, Balaguer, además de desearle salud Guaroa Liranzo, le expresa su admiración por “sus cualidades no comunes como amigo y como persona que posee desde el punto de vista humano rasgos excepcionales”.
El exlíder reformista destaca que en su quehacer político no conoció una persona con tan puntual como lo fue Guaroa Liranzo, en las horas felices y las infaustas.
Guaroa Liranzo fue ayudante civil del presidente Balaguer y uno de los propulsores del Frente Patriótico, que llevó a Leonel Fernández a ganar la presidencia de la República Dominicana, con el apoyo del Partido Reformista Social Cristiano en 1996. También fue presidente de la desaparecida Compañía Dominicana de Aviación y cónsul en Nueva York
Tras el fallecimiento de Balaguer, Guaroa Liranzo no tuvo participación activa en la policía y se mantuvo como miembro de la Fundación Joaquín Balaguer.
A continuación reproducimos la carta íntegra
Señor
Don Guraroa Liranzo
Ciudad.-
Querido amigo:
Confío a esta misiva el grato encargo de llevar hasta usted mis más cálidos deseos de buena salud y de bienestar espiritual, con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de su fecha natalicia.
La ocasión es propicia además para que le ratifique, juntamente con mi afecto más profundo, la admiración que le profeso por sus cualidades no comunes como amigo y como persona que posee desde el punto de vista humano rasgos excepcionales.
No he conocido, en mis largos años de actividad en el quehacer político, ninguna persona que posea, en el altísimo grado en que lo posee usted, el don de la puntualidad y el de la consecuencia. Ni en las horas felices ni en las infaustas, pero sobre todo en estas últimas, usted no ha faltado nunca ocupando en uno y otro caso, el primer puesto en la primera fila.
Si por algo se le puede tachar es por la vehemencia que pone en sus afectos. Cuando pienso en usted asocio siempre su figura a este pensamiento del prócer norteamericano Benjamín Franklyn “un hermano puede no ser un amigo pero un amigo es siempre un hermano”.