Opinión

Nadie sabe qué sacerdotes predicarán mañana Sermón de las Siete Palabras

La iglesia mantiene el secreto para prevenir influencias y hasta intento de soborno de particulares

Fotos de archivo

Ramón UrbáezSanto Domingo, R.D.

Como en años anteriores, el pueblo católico de la Arquidiócesis de Santo Domingo espera con expectación el Sermón de las Siete Palabras, que será predicado por igual número de sacerdotes, a partir de la 1:00 de la tarde de este Viernes Santo, en la catedral de Santo Domingo, Primada de América.

Para evitar interferencias y llamadas inapropiadas a los sacerdotes escogidos, no se dan a conocer sus nombres previamente, sino se mantienen en secreto de madera que ningún familiar, amigo o persona particular puedan intentar influir o sobornar a los predicadores, como se intentó alguna vez en el pasado.

El padre Kennedy Rodríguez, director de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Santo Domingo, informó ayer que el escenario en la Catedral ya está preparado y que cada uno de los sacerdotes seleccionados tiene listo su sermón.

Dijo que no se informa quienes son los sacerdotes que van a predicar el Sermón, ya que la Vicaría del Clero los escoge secretamente para garantizar la independencia y la autonomía de cada uno. “Con la misma autonomía con que preparan sus homilías cada domingo en sus parroquias o centros de servicios, los sacerdotes enfocan sus sermones por donde consideren apropiado en ese momento”.

El Sermón de las Siete Palabras es una tradición universal de la Iglesia Católica que se remonta a varios siglos de historia. Cuando se habla del Sermón de las Siete Palabras se refiere a la predicación sobre las frases que Jesús pronunció en la cruz, recogidas por los evangelistas y comentadas por muchos autores como Sermón del Viernes Santo.

Las Siete Palabras pueden ser reflexionadas por uno o más predicadores, pero en los últimos años en la Arquidiócesis de Santo Domingo se les encargan a igual número de sacerdotes, que preparan su contenido de manera libre e independiente.

Una Comisión Diocesana. Designada por el arzobispo Francisco Ozoria, escoge a los sacerdotes y les encarga a cada uno en particular reflexionar y comentar una de las palabras que pronunció Jesús en la agonía de su muerte. “De manera libre cada uno estudia, reflexiona y prepara su sermón, sin interferencia de ningún obispo ni otro sacerdote”, precisó el padre Rodríguez-

Horas antes de la predicación del Sermón de las Siete Palabras, los sacerdotes entregan a la Comisión una copia de sus sermones, que a su vez, reparte copias a los medios de comunicación. “Nadie les sugiere nada ni corrige sus reflexiones”. Se trata de una estructura muy simple, la Comisión decide a quien escoger y les entrega la palabra que se les asignó. Los escogidos siempre son sacerdotes con varios años de experiencia, que trabajan en áreas distintas y tienen la preparación necesaria.

“Todos tienen experiencias distintas y conocen las necesidades de su feligresía y de la gente que vive en los lugares donde trabajan. Ellos pueden hablar, saben lo que dicen, conocen el sentir de la gente”, dice el padre Rodríguez.

Los sacerdotes encargados del Sermón ni siquiera saben quiénes son todos los que predicarán, cada uno se concentra lo que dirá e inclusive algunos suelen coincidir en ideas y frases sobre un mismo tema, porque escriben sus reflexiones totalmente independientes.

Las siete palabras de Jesús son: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”, “Mujer, ahí tienes a tu hijo. [...] Ahí tienes a tu madre”, “Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”, “Tengo sed”, “Todo está cumplido”, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”

Se recuerda que fue en los últimos tiempos de la dictadura de Rafael L. Trujillo y los llamados “Doce años” del gobierno de Joaquín Balaguer que el Sermón de las Siete Palabras tomó su mayor relevancia, cuando la ciudadanía lo esperaba como “principal sermón del Viernes Santo”, sobre todo si era pronunciado por fray Vicente Rubio, un sacerdote dominico que lanzaba bolas de fuego desde el púlpito al relacionar las últimas palabras de Jesús en su agonía en la cruz con situaciones de relevancia social y humana.

Esta tradición de varios siglos en la Iglesia es muy valorada y apreciada y en casi todos los países de América se propagan a través de la radio y la televisión, y hoy tiene mayor impacto por las redes sociales.

Los predicadores en casi todos los países contextualizan las palabras de Jesús con la realidad familiar, económica, política, social y cultural de su nación. Para los cristianos, escuchar este sermón es hallar una voz profética y llena de esperanza en medio de las crisis actuales.