Enfoque
Microquimerismo fetal: el lado desconocido del aborto
“En el fondo, el discurso ideológico amenaza con anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos”. – Paulo Freire
Me pregunto: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué nos cuestionamos siquiera justificar la muerte de los seres humanos más puros e indefensos como respuesta al dolor de una madre herida en su cuerpo o en su corazón? ¿Qué han hecho todos ellos para merecer su exterminio masivo e implacable? ¿Qué nos está pasando como humanidad?
Muchos de los que creen en Dios, de los que estudiaron ciencia y la practican, de los que dicen sentirse atraídos por la justicia y la verdad, se han dejado seducir por esta carnada de persuasión masiva que no tiene otra motivación de fondo que la fría conquista de una ley que promueva el control de la regulación de la natalidad en la población mundial. Sin embargo, aun nos apartemos de la ciencia, la justicia, la verdad, de Dios, por más que lo intentemos, nunca lograremos destruir el estrecho vínculo que toda madre tiene con su creatura porque, sencillamente, no es posible…
“Durante el embarazo, reconocemos que los órganos de la madre sufren transformaciones para poder adaptarse a su creatura, pero hasta ahora no sabíamos qué sucedía en el cerebro”, explicaba Susana Carmona, coordinadora e investigadora del Servicio de Medicina Experimental del Hospital Gregorio Marañón y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM). “Lo que hemos podido comprobar es que el cerebro de la madre cambia durante el embarazo para incrementar el vínculo materno filial”, concluyó. (https://gacetamedica.com/investigacion/el-embarazo-modifica-el-cerebro-de-la-madre-ic675587/)
La integración materno-fetal realmente nos sigue sorprendiendo y anonadando nuestra ignorancia ante la majestuosidad de tal perfección. Hace poco, un equipo de patólogos del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en Holanda, llevaba a cabo un experimento que podía parecer condenado al fracaso. Tomaron muestras de mujeres que habían estado embarazadas. Buscaban la presencia de células fetales en sus cuerpos después de desembarazarse. Para su sorpresa, su investigación tuvo un éxito asombroso. Descubrieron que las células de los hijos, tanto niñas como niños, pasaban del útero, a través de la placenta, y migraban al cuerpo de la madre, permaneciendo en él posiblemente por el resto de sus vidas, al encontrarse estas células incluso presentes en una madre de 94 años de edad. A este fenómeno se le llamó: “microquimerismo fetal” (Arlett, C. (2002). Microchimerism in Health and Disease. 2, 525-35).
La pregunta obvia sería: ¿Qué propósito tiene este pasaje celular? Pues, desde apenas la tercera semana de gestación, estas células van migrando a través de los vasos sanguíneos de la placenta en formación y viajan libremente por todo el cuerpo de la madre, haciendo hogar en sus diversos tejidos y órganos. Curiosamente, las células fetales que terminan en su corazón pasan a formar parte del tejido cardíaco de la madre. “Por su capacidad de auto inducirse indefinidamente, estas células fetales eventualmente se convierten en parte de las células del corazón de la mujer y laten al unísono, una junto a la otra”, afirma J. Lee Nelson, experta en microquimerismo del Centro de Investigación Oncológica Fred Hutchinson de Seattle, WA. (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2633676/).
Por otro lado, estas células también parecen apuntar a tejidos de la madre cuando hay presencia de daño o lesión, en muchas ocasiones mejorando el estado de la salud de la mujer, influyendo en su sanación. Es tanto así, que un estudio demostró que estas células superaban el trabajo regenerativo que las mismas células de la madre realizaban en sus propios tejidos. (Lee, E., Bou-Gharios, G., Seppanen, E., Khosrotehrani, K., Fisk, NM. 2010. Fetal stem cell michochimerims: natural-born healers of killers?. Molecular Human Reproduction, 16(11); 869-878).
¡Qué hermosa donación de amor incondicional de parte de la creatura se teje en el silencio del interior del cuerpo de la madre!
Esto pudiera explicar porqué el duelo de una madre, al perder un hijo, es mayor que cualquier otra perdida que esa mujer pueda sufrir en la vida; haciéndose muchas veces, incluso, insuperable. Es por esta razón también que tiene sentido el hecho de que la mayoría de las mujeres que abortan voluntariamente experimentan reacciones psicológicas negativas después de haber abortado. Es que nunca podrán eliminar completamente la creatura que anidaban. Esta quedará como parte incluso de su mismo corazón por el resto de sus vidas. (https://journals.sagepub.com
De hecho, irónicamente, los niveles de transferencia de células del feto a la madre parecen ser mayores en los casos de aborto, particularmente en los casos de aborto quirúrgico. (Microchimerism after induced or spontaneous abortion. American College of Obstetricians and Gynecologists, 112, 593-97).
Esto solo nos confirma una vez más que NO ESTÁ EN LA NATURALEZA PROPIA DEL SER HUMANO DESHACERSE DE SUS CREATURAS. La postura abortista es entonces anti-natural.
Nos encontramos en un momento de profunda y transcendental definición de los principios que nos seguirán rigiendo como Nación. Más que una cuestión de pareceres o de ir unos en contra de otros en bandos paralelos que no parecen encontrarse, lo que debemos decidir, unidos como un mismo pueblo, es a qué dios vamos a honrar y defender: al Dios de la vida o al dios de la muerte. Punto.
Si realmente creemos en Dios como Dueño y Señor de toda la creación, jamás eligiremos matar cuando Él ha decidido que haya vida.
Si realmente creemos que somos hechos a Su Imagen y Semejanza, jamás optaremos por desechar esa Imagen de Dios en los concebidos en el vientre de nuestras madres. Si realmente creemos en amar a Dios sobre todas las cosas, jamás amaremos a “mi cuerpo, mi decisión” sobre la de Él.
Si realmente confiamos en Dios, jamás juzgaríamos Su proceder como errado aún cuando no lo entendamos.
Si realmente creemos que Dios es el camino, la verdad y la vida, intentaremos salvar las dos vidas.
Estamos en Semana Santa, camino al monte Calvario, acompañando a Jesús. Él cayó tres veces con su Cruz a cuestas. En éste momento, cada una de sus caídas parecieran representar el dolor que siente ante la propuesta que cada una de las tres causales le produce en su Corazón quebrantado y adolorido. Como el Cirineo, ayudémosle a levantarse para que permanezca junto a nosotros; en vez de aplastar, con mas fuerza, la cruz que ya pesada lleva. Sigamos siendo esos héroes en la historia de esta humanidad confundida, quienes, manteniéndose firmes, defendieron la verdad.