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La lección de diplomacia que dan las vacunas

La vicepresidenta Raquel Peña, junto al embajador chino, Zhang Run, recibieron las vacunas el miércoles.

La vicepresidenta Raquel Peña, junto al embajador chino, Zhang Run, recibieron las vacunas el miércoles.

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Edgar LantiguaPuerto Plata, RD.

La pandemia del coronavirus Sars Cov 2, conocido popularmente como Covid-19, ha supuesto un rápido aprendizaje para ciudadanos y gobiernos por igual, ya que ha implicado la modificación de la forma en cómo se mueve el mundo en diferentes aspectos.

La gente ha aprendido a trabajar desde sus casas, a estudiar a distancia, los maestros han tenido que adaptar, a la carrera, sus contenidos al entorno digital, hemos aprendido todos a vivir y trabajar con mascarillas; el sistema de salud ha tenido que adaptarse a nuevos protocolos y a una extremada cantidad de nuevas prácticas sanitarias impensables un año atrás.

La más reciente de las lecciones de la Covid-19 la ha recibido el gobierno dominicano. Las nuevas autoridades iniciaron su gestión en agosto del pasado año, con una clara retórica anti-China, daba la impresión de que implicaría, si no la ruptura, al menos el congelamiento de las relaciones con el “gigante asiático”.

Las relaciones con China, establecidas por el gobierno de Danilo Medina en mayo 2018, luego de romper relaciones con Taiwán, privilegiadas durante más de 60 años, generaron algún nivel de disgusto en la administración de Donald Trump en los Estados Unidos.

Desde el inicio de la gestión del presidente Abinader fue evidente su interés de recuperar el beneplácito de Washington y relegar las relaciones con China. Aunque el mandatario se limitó a afirmar que de lo que se trataba era de establecer una relación de respeto y transparencia con China dada la importancia de Estados Unidos como principal socio comercial de la Republica Dominicana, en la práctica, el cambio fue mucho más allá.

La advertencia del mandatario de que China no puede invertir en áreas estratégicas en el país, la posposición de la firma del convenio de cooperación económico y técnico con China, marcaron el tono inicial de la administración del PRM con ese país.

Pero, ¡oh sorpresa! Quién hubiera pensado que al entrar el 2021 la urgencia por garantizar las vacunas para comenzar a inocular a la población nacional, el retraso en la llegada de vacunas de Astra Zeneca/ Oxford, de Pfizer y otras marcas occidentales, mandaría al gobierno de bruces a la lona China, hasta el punto de que ya el país ha recibido un millón 768,000 vacunas de ese país y ni siquiera una de Estados Unidos o de Europa.

Justamente el presidente Luis Abinader ha escrito en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Gracias al Gobierno chino y a su presidente, Xi Jinping, por autorizar el permiso de exportación de 1 millón de vacunas y donar 50 mil más para continuar el proceso de vacunación”.

La lección parece muy sencilla, para llevarse bien con Washington, no hay que llevar al congelador las relaciones con Pekín, al fin y al cabo, aunque Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y seguirá siéndolo en los años por venir, China sigue convirtiéndose en un mercado cada vez más importante para el mundo y por lo tanto para el país y, no existen razones objetivas para mantenerse alejados de ella, sobre todo ahora que las modernas aeronaves nos ponen a unas 17 o 19 horas de distancia.

En todo caso, es saludable que a pesar de la retórica inicial, el Gobierno dominicano haya entendido que, a la hora de tener resultados, es mejor buscar las vacunas, aunque haya que ir a la lejana China.