es un gran almacén ambulante
Villa Consuelo tiene de todo, menos aceras libres
Las leyendas urbanas que le atribuyen al populoso sector de Villa Consuelo la característica de ser un lugar en el que se puede “encontrar cualquier objeto” se han perdido entre las sombras de una realidad que revela que lo único que el barrio no tiene para brindar son aceras.
Entre la calle Manuel Ubaldo Gómez hasta la Avenida Juan Pablo Duarte y desde el Expreso V Centenario hasta el Expreso 27 de febrero y Avenida San Martín se ubica el barrio que ha llevado la tradición comercial más allá del límite.
Las innumerables tiendas de ropa, plásticos, electrodomésticos y otros artículos del hogar, así como los talleres de herrería, tapicería y de todo lo que se pueda reparar, compiten ferozmente por hacer su mercancía más visibles ante los transeúntes que se desplazan como pueden y por donde encuentran.
En ese sentido, ya los clientes de “Villa Con”, como también se le llama al sector, no necesitan entrar en los comercios, puesto que al caminar por cualquiera de las calles de la barriada tienen los productos casi en el rostro.
Los ciudadanos deben de lidiar con todo lo que cuelga de los toldos, que están previstos para proteger de las lluvias y el sol pero están destinados a sostener desde colchas para camas hasta pequeños estantes plásticos.
Túneles de colores y humo
El colorido que impregnan los diversos artículos en venta y la estrechez de lo que aún queda de las aceras hace del camino peatonal un túnel a través del cual solo se puede pasar en una línea, es decir, uno detrás del otro y si alguien va en dirección contraria uno de los ciudadanos debe orillarse para que el otro pueda pasar.
Quienes desisten de la travesía por el “túnel de colores” no les queda otra opción que aventurarse en el “túnel de humo” enmarcado por líneas de vehículos privados y camionetas que son usadas como plataformas de venta ante la escasez de espacio estacionados a ambos lados de las vías, mientras el resto de automóviles en medio de la calle sigue avanzando lentamente dejando a su vez un rastro de humo.
La contaminación acústica es otro de los rasgos distintivos de la zona comercial que acompaña a los caminantes a medida que se avanza por Villa Consuelo.
Entre un negocio y otro compiten para ver cuál coloca la música a mayor volumen, con la que pretenden llamar la atención de los clientes, además del constante “bocineo” de los vehículos públicos y privados.
Organización en el caos
Si bien es cierto que la circulación es todo un caos, tanto a pies como montado, en medio del desorden existe un tipo de organización espontánea que segmenta a los negocios dependiendo del tipo de producto o servicio que estos ofrecen a la población.
En la calle María Viuda de la Cruz, a lo largo de la pared lateral del liceo Juan Pablo Duarte están los talleres de herrería al aire libre donde sus empleados hacen soldaduras sin ninguna protección y sin preocupación.
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Invasión de espacios
La zona es un hervidero de talleres de todo tipo, especialmente de herrería y venta de puertas, ventanas, sanitarios, lavamanos y otros materiales de reemplazo. El resultado del trabajo que realizan se refleja en el sinnúmero de portones de metal recostados de la pared y que ya sobrepasan hasta las mismas aceras obligan a los transeúntes a desafiar el peligro desplazarse por donde se supone solo deberían transitar automóviles.