El trastorno del sueño ataca durante la pandemia
La incapacidad de procesar el exceso de información de algo tan perturbador como el Covid-19 le provocó insomnio a Angélica.
Con la alteración en el ritmo del sueño vino luego la falta de apetito, irritación, ansiedad, estrés y dolores de cabeza.
La joven estudiante de 21 años dormía antes siete u ocho horas, descansaba bien y hacía todos sus deberes, pero en siete meses de pandemia solo lo hace por tres o cuatro horas. “Me veo desgastada y muy cansada, muy estresada, pálida y demasiado ansiosa”, añadió sobre cómo el insomnio también ha afectado su condición física.
Aunque se define como muy aplicada en sus clases, a veces entra tarde a la docencia virtual porque no se levanta a tiempo. “Me da pereza, ya no tengo las mismas energías”, indicó la joven, a quien también le causa mucha tristeza y aburrimiento no asistir a las clases presenciales y a reuniones sociales.
En lo emocional, Angélica refiere que le resultó chocante ver fallecer a conocidos y allegados por el nuevo coronavirus, por lo rápido que sucedió.
Una de las razones más comunes de consultas psiquiátricas durante la pandemia, además de la depresión y ansiedad, son los trastornos del sueño que ha provocado el Covid-19, especialmente por el encierro, el cambio de rutina por el teletrabajo y las clases a distancia.
Se irrita más fácil
Roberto siente que escucha entre sueños la alarma del celular que coloca para despertarse a las 6:00 de la mañana, hora en que sale a caminar antes de entrar a su jornada laboral dos horas después.
“A las 3:00 de la madrugada siento la alarma sonar, pero no es real, me despierto y ya no puedo dormir más”, explica sobre el insomnio que lo mantiene cansado la mayor parte del día, ya que logra conciliar el sueño después de la medianoche.
Al principio le restó importancia porque leyó en una búsqueda sobre el tema por internet que cuando el ser humano llega a la adultez, como es su caso, duerme menos, pasa poco tiempo en el estado de sueño profundo y se despierta con mayor facilidad.
Roberto ahora está más angustiado porque ha perdido el apetito, se irrita con mayor facilidad y ha bajado su rendimiento laboral, porque tampoco duerme a otras horas del día, situación con la que está lidiando desde hace dos meses.
No tiene una explicación para su falta de sueño, el que no logra conciliar aunque esté muy cansado fruto de una agotadora jornada laboral.
Sueños perturbadores
Julio, de 49 años, durante la pandemia ha comenzado a tener pesadillas, especialmente sentir que cae de una gran altura o ver a niños en peligro pero que no pueden pedir ayuda.
Solía dormir entre 10 y doce horas, pero ahora tres y cinco como máximo. Sus hábitos han cambiado por la falta de sueño, ya que le da hambre a la hora de ir a la cama y sueño a la hora de comer.
“Estoy teniendo cada noche dos y tres espantos de pesadilla, a partir de ahí no puedo conciliar el sueño. Estoy matándome con eso, porque he desarrollado nuevos hábitos que me han provocado un desorden físico y emocional”, expresa Julio, quien también se siente aburrido por el distanciamiento social que impone el Covid.
“La situación económica es difícil, y a eso se suma la monotonía de hacer lo mismo diario, menos diversión, compartir poco con las personas. A mi madre no la veo desde enero, todo se limita a trabajar y estar trancado en la casa”, explicó sobre su nuevo estilo de vida debido a ese cambio “repentino y sorpresivo” por la pandemia.
Julio, quien padece desde hace tres meses trastornos del sueño, le teme incluso al sonambulismo porque en su familia hay casos de ese tipo.
El pan de cada día
El psiquiatra Luis Rafael Serret considera que la falta de sueño “es el pan nuestro de cada día en el ser humano” y un síntoma de que las cosas no están marchando bien, mucho más ahora con la pandemia del nuevo coronavirus que ha provocado una revolución a la inversa que “ha desajustado al ser humano”.
Aunque lo ideal sería que la persona duerma entre seis u ocho horas, explicó que sólo con hacerlo plácidamente por lo menos cuatro o cinco horas, el organismo tendría el descanso necesario para acometer las diversas tareas de la vida diaria.
El especialista precisó que la falta de sueño podría estar asociada a la genética, uso de sustancias psicoactivas, especialmente el alcohol, o una condición física, como males cardiovasculares, diabetes, cáncer, entre otras.
También por un trastorno mental, como depresión, ansiedad, bipolaridad y esquizofrenia, pero además por un conflicto o estresor de la vida. “El sueño también se espanta incluso en personas de la tercera edad”, dijo Serret, quien añadió que en esa etapa de la vida las personas duermen menos.
“Yo tengo pacientes que me dicen, doctor, hasta cuándo será esto”, declaró el psiquiatra con respecto a los desajustes causados en el ser humano por la pandemia del nuevo coronavirus, que ha provocado y, en algunos casos, agravado en algunas personas los diversos trastornos del sueño.
El profesional de la conducta sugirió algunas terapias para contrarrestar las alteraciones en el ritmo del sueño, como ejercicios físicos, la buena alimentación, técnicas de relajación, escuchar música y leer un libro a quienes sienten pasión por la lectura.
Serret desaconsejó el uso de psicofármacos de manera voluntaria, ya que deben ser indicados por un especialista para condiciones muy específicas.
Reconoció que debido a los cambios en los estilos de vida a causa de la pandemia, muchas personas están usando con demasiada frecuencia los inductores del sueño.
Con respecto al uso de infusiones, como tés de lechuga, valeriana, manzanilla, flor de tilo y el tamarindo, refirió que son placebos, aunque si la persona siente que le hace algún efecto, no se opone a su consumo, porque tampoco hace daño.
El psiquiatra dijo que al no dormir bien durante las noches, algunas personas apelan a ingerir demasiada cafeína para mantenerse despiertas en sus trabajos, lo que agrava su situación.
Necesario
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce cerca de 90 tipos distintos de trastornos del sueño, pero el más frecuente es el insomnio, ya que afecta a entre 8 y 10 por ciento de la población adulta.
Las estadísticas indican que el insomnio transitorio lo sufre alrededor del 40% de la población de cualquier país occidental.
Una buena noche de sueño revitaliza y restaura el cuerpo, además de que mejora el estado de ánimo, impulsa la creatividad, regula las hormonas y protege contra enfermedades.
Etapas
El sueño para por varias etapas. En la primera la persona está entre dormido y despierto. En la dos, se duerme profundamente y se pierde conciencia del entorno. La 3 y 4 son de sueño profundo y reconstituyente, y se consideran las más importantes para la salud.
El llamado sueño REM (movimiento ocular rápido) se caracteriza por una alta actividad cerebral y es cuando aparecen los sueños. Los ojos se mueven, pero el cuerpo permanece relajado.
Tanto el sueño REM como el NREM (sin movimiento ocular rápido) trabajan en conjunto para relajar y recomponer el cuerpo mientras se descansa.