Abinader, como Jesús, puede ser crucificado
El Gobierno de España informó escuetamente el pasado miércoles que no hay ningún expediente en curso que involucre al Rey emérito Juan Carlos, pero en todo el mundo, es casi un muerto cívico y de la adoración, como el monarca más popular y progresista de Europa, ha pasado al escarnio público del mundo: Y eso, que no maneja presupuesto público, excepto su partida de gastos, que nadie ha cuestionado.
Casi al mismo en este lado del atlántico, Álvaro Uribe, el hombre que sacó a Colombia de ser un estado fallido, que recuperó la economía, aplastó a los carteles de las drogas y controló por primera vez a la guerrilla, a quien no lograron procesar por corrupción y que con su ascen dencia, después de dejar el poder hizo elegir a dos presidentes, la Suprema Corte le dicta prisión preventiva domiciliaria en un caso que él inició como demandante, por supuestamente manipular testigos: El encierro – que no implica condena - es para que supuestamente no interfiera.
Poco antes se encerró en Brasil al que fuera el presidente más popular del mundo, con el objeto de impedirle ser candidato cuando figuraba como el preferido en todas las encuestas para las elecciones del 2018, el político que cambio a ese país sacando de la pobreza a 40 millones de personas: Luego la Suprema Corte anuló la prisión y el tiempo mostró la trama y la fabricación de pruebas en que se basó la imputación, pero el daño estaba hecho, Bolsonaro ya era Presidente.
En América, unos 20 presidentes fueron destituidos en las últimas décadas democráticas y muchos de ellos, procesados, Collor de Melo en Brasil, en Venezuela, Carlos Andrés Pérez, el más experimentado y carismático líder democrático regional, Alan García, a quien Alberto Fugimori hizo vivir en el exilio, tras cuya caída regresó y fue de nuevo elegido Presidente de Perú; todavía guarda prisión Fujimori el hombre que salvó a su país de la guerrilla derrotando a la guerrilla terrorista encabezada por Sendero Luminoso, por la supuesta autoría intelectual de un hecho de sangre en que no estuvo.
Hace poco en Ecuador, la Corte condenó a 8 años de prisión a Correa, quien desde el exilio tildó la condena de política y, nadie olvida el viacrucis que al final de sus días vivió el dictador Augusto Pinochet, quien tras un cruento golpe de Estado gobernó Chile; de dictador a dictador ¿Mató Pinochet más personas que Fidel Castro? Progresó Chile en 19 años menos que Cuba en 60? En este caso, el Juez español Baltazar Garzón, a quien gustaba más la cámara de televisión que la toga, luego fue destituido.
Carlos Andrés Pérez fue separado del cargo y condenado por una donación a Nicaragua de 15 millones de dólares, una “chilata” si se compara con condición prodiga de Chávez – donaba decena de millones de dólares -, quien portaba como una chequera personal el presupuesto nacional de Venezuela dejándola paupérrima por los próximos 100 años: Es la Venezuela de hoy ejemplo de algo bueno en términos democráticos, económico, jurídicos, éticos o de salud?
En casi todos los casos la judicialización política aplicada a políticos que hicieron aportes trascendentes a sus países y, luego de los procesos judiciales, la democracia empeoró o desapareció, como sucedió en Venezuela y Nicaragua; en casi todos, la “justicia” después de su muerte cívica, les declaró inocentes y en varios, los cargos, analizados jurídicamente, carecen de fundamento.
En República Dominicana, en donde los jueces eran designados por el Senado de la República hasta la reforma y no había carrera judicial, ni del ministerio público, se politizaron, sin embargo, muy pocos casos; el mas emblemático, el de Salvador Jorge Blanco, uno de los primeros juicios a ex presidentes en el continente – declarado años después inocente en la Corte -, el fantasma de esta ignominia persiguió a Balaguer hasta el día de su muerte, torció el destino político de la República y dictaminó en el Frente Patriótico, la muerte del PRSC y el surgimiento – como fuerza electoral - del PLD y de Leonel: Todo por temor a la revancha.
Las “fuerzas vivas” del siglo pasado, hoy denominada “sociedad civil”, herramientas útiles de la democracia, tienen como papel constituirse en mecanismos de presión para mantener el poder público dentro de los márgenes establecidos en la Constitución y en las leyes, pero en todos los casos en que son convertidas en “parte” a cargo de los poderes públicos, pierden su esencia y causan daños terribles al sistema porque no son partes del sistema político, sino contrarias.
Si el Presidente Abinader –sin experiencia de Estado– quien ya concedió dos tercios del gabinete a los grupos económicos de presión, cede la política criminal de su Administración, carece del brazo jurisdiccional de la Justicia ordinaria y constitucional –en especial la Contenciosa Administrativa , le veremos crucificado: Le invito a que se vea en el espejo y no confunda la filosofía política con la política, una es el deber ser y la otra, lo que es: La realidad.
A los presidentes, con frecuencia, no se les persigue porque sean imputables, sino porque son un peligro político, la justicia es solo un pretexto para sacarlos del camino y, Abinader, joven, si tiene un buen ejercicio, será un peligro político: Jesús no era un criminal, sino un peligro político para el Sanedrín de los judíos y para los romanos y por eso, el grupo de presión de los fariseos, pidió su crucifixión.