Panorama político
Abinader busca figuras que le den lustre a su régimen
Por encima de la tranquilidad de espíritu que se le nota al presidente electo Luis Abinader, las presiones de su entorno en los altos y bajos niveles están saliendo a relucir a medida que se llenan las posiciones más importantes que él ha anunciado anticipadamente.
Tantos años fuera del poder permiten comprender el ansia que tienen dirigentes altos, medios y compañeros de la base por hacerse de un puesto lo más importante posible, quizás para, pese a las advertencias del gobernante entrante, servirse con la cuchara grande.
Se dirían que son dominicanos todos y que la costumbre desde la época del doctor Balaguer era que los funcionarios además de apoderarse de los cargos durante largo tiempo, tenían patente de corso para disipar los fondos públicos.
En privado, ante sus más íntimos, Balaguer denunciaba como “ladrones” a funcionarios que había nombrado, a veces jóvenes que hicieron y deshicieron en su administración sin que nunca hubiese consecuencia. Casi nadie ganó sitio en los tribunales ni cayó preso.
Sin que haya una correcta carrera administrativa, cosa que no se entiende luego de 20 años de régimen del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, los funcionarios y empleados públicos están expuestos a que los echen de los puestos porque la ley no los ampara.
Abinader tiene ante sí como prioridad encarar el problema del COVID-19, que ha trastornado la vida del país a extremos inimaginables, y tiene que mostrar al el 16 de agosto cuando se juramente, un equipo de funcionarios de buena reputación y sin cola.
En cuanto al equipo que manejará el tema de la pandemia, es claro que algunos de los que aspiraban a los principales cargos y que levantaron el látigo contra los actuales, al parecer están animados de la presunción de que Salud Pública es un botín para hacerse rico.
Quizás habrá alarma nacional cuando los nuevos funcionarios que ingresen al estado a mitad de agosto, encuentren que los dineros que debían entregarse al impuesto sobre la renta cobrados a los empleados fueron utilizados para otras cosas que nada tenían que ver.
Un pequeño ejemplo desplegado en la prensa en las últimas horas lo constituye el escándalo protagonizado por el destituido embajador en Egipto, quien asaltó pata de cabra en manos y destruyó las puertas y los enseres, según denunció la consejera Esther Minyety.
El embajador, Aquiles Leonel Alcántara, era del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, y fue de los que pasaron a formar parte del Partido Revolucionario Moderno, PRM en el fragor de la campaña electoral cuando se hablaba de transfuguismo desbordado.
“Llegó papá” El ex presidente Hipólito Martínez ha dado de qué hablar en los últimos días porque se tiró a las calles a comenzar lo que parece un periplo. Visitó al presidente Medina y al término de la audiencia proclamó “e´ pa fuera que van”, eso ante el asombro del protocolo.
Pocos días después protagonizó una visita similar a Euclides Gutiérres Féliz, superintendente de Seguros y una de las figuras más odiadas del país por las denuncias que hicieron en su contra programas de investigación periodística y por algunas construcciones.
Si el presidente Abinader lo despide el 16 de agosto terminaría una de las épocas más dilatadas de un funcionario en la administración pública, a quien el generalísimo Trujillo lo nombró senador, la Universidad Autónoma lo destrujillizó y el PLD le aseguró un cargo eterno.
Lo malo del “llegó papá”, quien amenaza con extender sus visitas a sus amigos de la administración saliente es que el público pudiera verlo marcar un espacio que no le corresponde. Él perdió limpiamente la convención del PRM que le dio sangre nueva al partido.
En los Estados Unidos que suelen ser tomados como modelo por la plutocracia y los políticos dominicanos, los ex presidentes se colocan justamente en su sitio y aparecen ante la opinión pública solamente en actos ceremoniales como el funeral el jueves del prócer John Lewis.
En el templo bautista Ebenezer prunciaron mensajes de elogio al compañero más joven de Martin Luther King, los ex presidentes Bush, Clinton y Obama. No estaba Jimmy Carter debido a que por su condición de salud (95 años) tiene prohibido los largos viajes.
A la casa de “papá” llegan a diario los compañeros de la base sobres en manos para lograr posiciones altas, medianas y bajas de la administración pública, ansiosos como están esos miembros del PRM tras tantos años fuera.
Cero corrupción El gobierno de Abinader parece tener muy clara la idea de que no permitirá la corrupción. Listín Diario tituló el pasado lunes en su portada “Ni borrón ni cuenta nueva”, algo que enfatizó el propuesto consultor jurídico del Poder Ejecutivo, un abogado decente.
Abinader no tiene de otras. Algunas de las voces que se levantaron contra el régimen saliente y que en sentido general lo hicieron contra el PLD, han advertido que si no se producen juicios contra algunos de los que han patrocinado entuertos, volverán a las calles.
No deja de ser un dolor de cabeza la revelación de negociados como el caso de la construcción de un aeropuerto en Bávaro, en el este del país, a poca distancia del aeropuerto internacional de Punta Cana, el más transitado del país.
Aunque recientemente se publicó el decreto presidencial que autoriza la construcción en Bávaro, de hoteles y otras facilidades turísticas, el tema del nuevo aeropuertos ha caído en el entramado de corrupción que ya alentó otras construcciones aeroportuarias sin debidas justificaciones.
Se dice que Abinader está buscando personalidades de reputación que le den lustre a su régimen. Uno de los mencionados para el ministerio de Industria y Comercio, Víctor Bisonó, Ito, de la vieja guardia del Partido Reformista pese a su juventud, es tenido como muy serio.
Al presidente electo le falta el nombramiento del codiciado cargo de administrador del Banco de Reservas, que en el pasado fue objeto de escándalos a los cuales se puso sordina debido a que una ley que protege a la banca nacional impide la divulgación de irregularidades.
Hay quienes creen que al comenzar las propuestas de los funcionarios que designará el 16 de agosto, el entrante gobernante debió seguir con la práctica, para que además de asegurar con quienes va a contar en su régimen, evitar advertencias como la de un conocido alborotador: “yo quiero saber qué va a hacer Abinader conmigo”.