El cambio que prometió Abinader tiene metas que deberá cumplir

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Felipe CipriánSanto Domingo, RD

Luis Abinader y las fuerzas que respaldaron su candidatu­ra presidencial han abierto grandes ex­pectativas de cambio en el país y cumplir esa pro­mesa es vital para medir el éxito o fracaso del nuevo gobierno perremeísta.

Si sus promesas se van a convertir en realidad, es­te país vivirá días felices y su éxito como gobernante está más que garantizado, lo que le permitiría buscar la reelección en 2024, por­que tiene derecho.

Hay un grupo de ciu­dadanos que entende­mos el cambio como un viraje gradual –no un golpe de timón que so­lo puede dar una revo­lución triunfadora- en la aplicación de las leyes sin arrogancia, pero sin con­templaciones.

Con solo hacer cumplir las leyes, este país se torna un paraíso. El problema es que hasta el día de hoy eso no ha sido posible porque la ley que prohíbe que un ve­hículo cruce un semáforo en rojo es la misma que pro­híbe que los camiones circu­len por el carril izquierdo.

La autoridad es celosa y persigue a quien pasa ante un semáforo en rojo, pero ignora a los conductores de camiones y patanas que se han adueñado de los carri­les izquierdos en avenidas, autopistas y carreteras.

En este país las muertes por accidentes de tránsito son escandalosamente al­tas. Los gobiernos que go­bierno han sido no han po­dido romper la impunidad con que conducen los ca­mioneros y autobuseros, pero ahora que el país vivi­rá un cambio, la esperanza es que haga respetar la ley y termine la danza de muer­tes y heridos por la impru­dencia al conducir.

Medio ambiente

Otra gran expectativa de cambio es que el gobierno de Abinader de un giro bru­tal para hacer respetar las leyes de protección del am­biente, en el ámbito urbano y rural.

El gobierno de Danilo Medina tuvo éxito en re­cuperar importantes zo­nas deforestadas con pro­yectos productivos de café, aguacate y otros frutales, pero sus ministros de Me­dio Ambiente fueron infeli­ces frente a la depredación de zonas sensibles para la conservación de bosques y fuentes acuíferas.

Carretera Cibao-Sur

Fue una increíble dualidad, pero ya eso es historia pa­sada y no estoy para pasar cuentas, porque después de todo tengo el sano orgullo de que junto a Frank Moya Pons, Eduardo García Mi­chel, Mario Rivadulla, la Academia de Ciencias y to­dos sus técnicos, y otras per­sonalidades, persuadimos a Danilo de que no constru­yera la carretera Cibao-Sur, entre San Juan y Santiago Rodríguez.

En algún momento Abi­nader prometió construirla. Si lo intenta, su cambio se tornará una reversa porque no creo que el movimiento ambientalista que lo apo­yó, se atreva a callarse ante la destrucción de cinco par­ques nacionales de la cordi­llera Central.

Aunque me convierta en llanero solitario, me opondré por todos los medios a que los parques nacionales sean vapuleados y estoy dispuesto a pagar el precio que sea para que los bucaneros modernos no ripien la joven cordillera.

Necesitamos cambios fundamentales en materia de medio ambiente: pro­tección de las fuentes de agua, reforestación de las cuencas, limpieza de las ri­beras de ríos, de las caña­das, deposición de basura en vertederos acondiciona­dos para que no contami­nen, gente respetuosa de la higiene y de los espacios públicos.

Si el nuevo gobierno vie­ne a hacerse el indiferen­te frente a estos temas, ¿de qué cambio me habláis tío?

Libertad sindical

Durante los gobiernos re­presivos de Joaquín Bala­guer entre 1966-1978 nin­gún dirigente magisterial o del sector agropecuario fue acosado en sus empleos por su militancia política anti­gubernamental. Nada más llegó al poder el Partido Re­volucionario Dominicano (PRD), madre nodriza del Partido Revolucionario Mo­derno (PRM) que jefea Abi­nader, los trabajadores de la ciudad y el campo fueron asediados para destruirles sus instrumentos organiza­tivos de lucha.

La Asociación Domini­cana de Profesores (ADP), fundada en 1970 por perre­deístas e izquierdistas co­mo Ivelisse Prats, Enrique de León, Conrado Matías, Celio Guerrero, Sigfredo Cabral, Hilario Jáquez, Me­lanio Paredes, el gobierno perredeísta le formó el es­quirol representado por la Unión Nacional de Educa­dores (UNE).

A la combativa Central Ge­neral de Trabajadores (CGT) que dirigía mi compañero Francisco Antonio Santos, el gobierno perredeísta le for­mó la Unión General de Tra­bajadores Dominicanos (UG­TD), encabezada por Jacinto de los Santos.

Fue el instrumento gu­bernamental para dividir a los obreros y su fuerza orga­nizada para la lucha clasis­ta. Al pujante Movimiento Campesino Independiente (MCI), el gobierno perre­deísta (ahora PRM) le fabri­có la Central Nacional Cam­pesina (CENPA), engendro divisionista que nunca lo­gró afectar considerable­mente al proletariado rural y a los pequeños producto­res rurales, pero que fue ne­cesario enfrentar con ener­gía y gran determinación de lucha.

Unachosín

La poderosa Unión Na­cional de Choferes Sindi­calizados Independientes (Unachosín), que tantas glorias cosechó a lo largo de su existencia, murió sin pena ni gloria en el gobier­no perredeísta de Antonio Guzmán.

El Sindicato de Trabaja­dores de Arrimo (POASI), que combatió plenamen­te en la Guerra de 1965 y contra la agresión militar norteamericana, sucum­bió ante la modernización de los puertos y la desver­güenza del perredeísmo ingrato.

Con Barbarín Mojica y todos sus compañeros, los portuarios están muertos y olvidados, hundidos sus fa­miliares en la miseria, como si no hubiesen sido comba­tientes ejemplares por la dignidad de la patria y la li­bertad de los pueblos.

Espero el cambio con ac­ciones afirmativas, sin va­cuencias, porque los tiem­pos han cambiado tanto que cualquiera que venga a gobernar con los viejos mé­todos, se tendrá que chocar con gente crítica y jóvenes en movimiento que no son de nadie, como pueden al­gunos ilusos creer.

Apoyo al cambio

Estoy aquí para apoyar el cambio, pero si no hay cam­bio, esperen la crítica nece­saria para que el sistema de­mocrático funcione, porque les creímos cuando ofrecie­ron cambios y la mayoría lo respaldó.

El pueblo está en vigía.

¡Cuando pase la tempes­tad, contaremos las estre­llas!

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