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Delincuencia

Historia de un asalto frustrado

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Marianyeli CarrascoSanto Domingo, RD

Viernes cinco de junio, 6:30 de la mañana. Sonó la alarma. La apagué y me dispuse a organizar todo para llegar temprano a mi trabajo tras dos meses sin salir de casa por el confinamiento, debido a la propagación del coronavirus.

Luego de una taza de café pude ver que los rayos del sol ya iluminaban toda la calle, con mi caminar pausado me dispuse a abrir la puerta de mi casa, pues a pesar de que mi padre tiene un automóvil, no me pareció prudente despertarlo para que me llevara al trabajo. Mi preocupación era evitar las aglomeraciones de personas y cuidar el distanciamiento físico.

Abro las cerraduras con toda la calma del mundo y cuando me dispongo a cerrarlas, ¡oh, sorpresa! Un joven en un motor 115 se detiene frente a mí. Al principio no le escuché bien porque llevaba puesta una mascarilla, un casco, un abrigo gris, y estaba encapuchado. Veo que me hace algunos ademanes, pero yo pienso que me está pidiendo alguna dirección, no me imaginé que quería llevarse mis pertenencias.

Al repetir de nuevo sin la mascarilla puesta que deseaba mi cartera me puse histérica y pensé que no traía nada con qué defenderme y no estaba dispuesta a dejar que se llevara nada, lo único que hice fue lanzar mis cosas por la verja y empezar a dar chillidos como una lunática mientras le decía una y otra vez que si se acercaba "le partiría la cara" (no sé cómo porque mis piernas temblaban como gelatina).

Mis gritos despertaron a todos los vecinos, mis padres, mis hermanos y sobrinos salieron en pijamas y en ropa interior como locos, mi hermano traía consigo un tubo al que le llama “cleo”, pero cuando quisieron socorrerme el encapuchado de la motocicleta ya estaba lejos.

Mis vecinos enseguida trataron de seguirle la pista y dieron varias vueltas a la manzana pero no vieron nada y yo me llevé el susto de mi vida, luego de eso empecé a sonreír sin poder controlarme. Después del susto y el alboroto decidieron que los alrededores de la urbanización “El Brisal” ubicada en Santo domingo Este, eran demasiados solitarios para andar merodeando sin compañía.

Los asaltos en República Dominicana son el pan de cada, es tipo de delincuencia es bastante común, tanto así que muchas de las víctimas no se preocupan por ir a poner una denuncia a las autoridades, pues lo ven como un mal cotidiano que aqueja a los dominicanos.

Según las estadísticas del Observatorio de Seguridad Ciudadana, desde el 2018 hasta septiembre de 2019 se han registrado un total de 1,983 robos con violencia y 3,871 casos de robo sin violencia en todo el territorio nacional, lo que comprende un total de 5,854 casos de asaltos durante el referido periodo.