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Enfoque

El problema de contener las noticias falsas

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ALEJANDRO HERRERASanto Domingo, RD

En esta era di­gital y de cri­sis pandémi­ca global, uno de los grandes problemas que como desa­fío enfrenta el mundo de la comunicación y el periodis­mo profesional, lo constitu­ye el auge creciente del uso y difusión de las noticias falsas y la necesidad urgen­te de limitarlas o contener­las, con el debido cuidado de no caer en transgresio­nes al derecho fundamen­tal de la libertad de prensa, bajo cuyo paraguas protec­tor las mismas proliferan y amenazan la buena salud del sistema democrático, sustentado en el reino de las libertades.

Las not i c ias fal sas (fake news), la desinfor­mación y los rumores sin fundamento correspon­den a todas las épocas y tiempos, pero surten sus peores efectos en perio­dos electorales o momen­tos de grandes crisis, co­mo la que actualmente atraviesa el mundo con la pandemia del COVID-19, durante la cual enfrenta­mos también una verda­dera epidemia de noticias falsas, que la propia OMS ha advertido y define tal fenómeno como “infode­mia, pandemia de infofal­sedades”, que en palabras del escritor y catedrático español Ignacio Ramonet, constituyen una “tormen­ta perfecta de noticias tóxicas propagadas con igual o mayor velocidad que el nuevo virus.”

Nuestro país no es aje­no al pernicioso fenóme­no de incidencia de las noticias falsas en la cons­trucción de percepcio­nes que configuran esta­dos de ánimos colectivos y crean sentimientos con­trarios en una y otra di­rección. Será siempre sor­prendente constatar cómo en la actual coyuntura electoral dominicana he­chos y acontecimientos como la suspensión de las elecciones municipales del pasado 15 de febrero, el in­cendio sospechoso del ver­tedero de Duquesa y las di­ficultades para celebrar las elecciones en el exterior, son manipulados con la fi­nalidad de responsabilizar al gobierno y pretender así sacar ventajas políticas.

Como manifestaciones de falsedades, no habla­remos de tramas de avio­nes y cargamentos de dro­gas, porque el colmo o gran premio sí que lo ga­nó quien en un primer momento, quiso acusar al gobierno dominicano de inventarse el tema del COVID-19 con el objetivo de entorpecer las eleccio­nes. “Aquí se pararon las aguas”, porque la pande­mia con su fuerza de rea­lidad de alcance global, estela de muertes y actua­ción ejemplar del gobier­no dominicano en función de resultados obtenidos en comparación con indi­cadores de otros países, le puso un corte de rever­sión a percepciones nega­tivas construidas en base a la manipulación en contra del oficialismo, y que ha dejado a la oposición sin discurso.

Sencillamente no tie­nen propuestas de solucio­nes creíbles frente a la gran crisis que de forma inevita­ble sobreviene para todo el mundo, incluyendo a nues­tro país, fruto del golpe re­pentino y multidimensio­nal de esta pandemia y la urgente necesidad de ini­ciar sin dilación el proceso de recuperación económi­ca que nos devuelva el rit­mo de avance y crecimiento que por cerca de dos déca­das venía teniendo la Repú­blica Dominicana bajo los gobiernos del PLD.

Contener o limitar la di­fusión de noticias falsas en la era digital y de predomi­nio de las redes sociales se mantendrá pendiente co­mo problema sin solución durante buen tiempo, a pe­sar de los múltiples esfuer­zos desplegados en todo el mundo, especialmente en la Unión Europea, y de que las propias plataformas digita­les han puesto al servicio de sus usuarios distintos meca­nismos gratuitos de verifi­cación, como por ejemplo: Maldita.es, Newtral.es, en el caso de España. Mientras, continuará el debate en­tre quienes entienden que las medidas deben prove­nir por vía legislativa o que sean fruto de la auto regula­ción de los propios medios de difusión de noticias e in­formaciones.

¿Será posible lograr una normativa que proteja a la democracia de las noticias falsas y la desinformación sin caer en la creación de un “Ministerio de la Verdad”?

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