Enfoque
Reapertura después del virus
Ha llegado la “desescalada”, la reactivación de las actividades económicas después de la pandemia. En el caso dominicano, es una reapertura que parte de un supuesto cierre total, aunque la realidad ha sido muy distinta: En gran parte de los barrios del país, el cierre ha tenido muchas excepciones.
Tenemos algún optimismo de que nos ha afectado menos de lo esperado. Barrios marginales, como “El Dique” en la margen occidental del Ozama, donde han sido ausentes las normas de salud, no han mostrado casos graves de coronavirus, quizás por la combinación de altos niveles de temperatura y humedad, variables que el Laboratorio de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha determinado vitales. Esperemos que así sea.
En este y otros artículos daremos sugerencias para este proceso, señalando pasos y elementos necesarios para la misma, y examinando mitos y realidades.
Hemos diseñado 6 pasos en base a criterios empresariales (McKinsey, HBR y otros) pero dándole un enfoque de estrategia nacional.
En orden de ejecución
1. La definición y selección de líderes para gestionar la reapertura, y la elaboración de estrategias, ambos críticos para salir de la crisis.
2. La ejecución de protocolos de salud que den confianza a la población, como actores económicos (clientes, proveedores, empleados, inversionistas), para reintegrarse a la producción y el consumo, y esmerarse en crear mecanismos estrictos para cuidar la salud en las áreas de producción.
3. Establecer medidas, privadas y públicas, para revivir la demanda, a la par con el aumento de la oferta.
4. Reiniciar las operaciones y las cadenas de aprovisionamiento y de valor de las empresas.
5. Aceptar y asentar cambios tecnológicos que nos ayuden a la recuperación.
6. Reiniciar operaciones con cautela y preservar las lecciones y cambios aprendidos durante la pandemia que representan mejoras o innovaciones en los procesos productivos y el mercadeo, tanto a nivel público como privado.
Revisemos ahora los prerrequisitos de la reapertura y dos importantes dilemas:
Primero, las prioridades de salud versus la economía y, segundo, el uso de las pruebas. Los gobiernos han diseñado las reaperturas con condiciones de salud, que la pandemia sea manejable para los sistemas de salud, y la disponibilidad de medios y pruebas, bajo el supuesto de que el objetivo primordial es salvar vidas. Se han destruido supuestos para tomar decisiones, pero hay que iniciar con un marco para la acción dentro de la incertidumbre. Por ello proponemos tres prerrequisitos adicionales a los de salud: 1ro. Liderato, quién y cómo se gestiona la reapertura; 2do. Prioridades, adonde vamos, hacia donde se harán los esfuerzos; 3ro. 2 Realidades, cuáles son nuestras limitaciones, de salud y económicas, fortalezas y debilidades, con relación a la pandemia, y donde son útiles las pruebas.
La respuesta será el mapa estratégico, detallado sector por sector, producto por producto, para priorizar oportunidades de recuperación, y guiar la asignación de recursos, la producción, las cadenas de suministro, y el regreso de la oferta y demanda.
Los sectores público y privado determinarán un cronograma de recuperación para cada área y sector que, interactuando juntos a través del dialogo nacional, tomarán decisiones de inversiones y gastos.
La prioridad será EL EMPLEO, quizás sorprenda a los lectores que no sea LA SALUD; esta es una prioridad, subyacente en los prerrequisitos descritos, pero hay que aceptar que mientras muchos países continúan en cuarentena, surgen cada vez más voces públicas que cuestionan si medidas tan estrictas realmente causan más daño a la economía que los beneficios recibidos en materia de salud pública.
Los efectos psicológicos, el parón económico, y los horribles niveles de desempleo, crean secuelas (hambre, drogadicción, suicidios, quiebras) que también impactan grandemente la salud.
Lo que queremos enfatizar aquí es que “salud versus economía” es una dicotomía falsa. Para pelear contra el virus, se han escogido respuestas, el cierre total de España e Italia (países que aun así tienen entre las más altas tasas de infectados y muertes) o la suavidad de Suecia y otros países nórdicos (los cuales han tenido buenos resultados), y otras estrategias ente ambos extremos; Sin embargo todos han recibido fuertes golpes en su economía, lo cual ha hecho dudar a los expertos sobre si el coste de parar un país compensa los beneficios que puede recibir en la salud pública. También es evidente que no hay sistema que funcione al 100% para suavizar los efectos de la pandemia en la economía.
En República Dominicana hay una clara realidad: Somos un país en desarrollo con fuertes limitaciones de recursos humanos, económicos y de infraestructuras.
Por tanto, así como en la fase de confrontar el virus la salud era primordial, y la economía secundaria, para la reapertura se invierten los factores, nuestra prioridad es reactivar y proteger el empleo, dentro de un ambiente de salud que reduzca un rebrote virulento del virus; pero sin vacuna, el virus vivirá entre nosotros y el objetivo es que nos afecte lo menos posible, económicamente, hasta que aparezca una solución de salud o nos inmunicemos naturalmente. También para la reapertura que se cita la necesidad de pruebas del virus.
Tengamos sentido común: ¿Para qué sirven las pruebas? Simplemente hacer pruebas sin criterios no tiene valor, son costosas y a veces innecesarias. En la reapertura podemos darles uso priorizado, una encuesta que indique la penetración del virus, con énfasis en áreas que, por su actividad económica y empleos, tengamos interés en abrir. Los datos del mercado de trabajo son un primer indicador, nos revelan cuales son los sectores con mayor empleo, para luego determinar cuáles pueden ser abiertas con la mejor relación costo/beneficio, porque tienen menos costos de controlar la salud.
Los sectores que más empleos abarcan, dentro del comercial con algo más del 20% del empleo (Un millón de personas), quizás puedan ser reiniciados los salones de belleza (Más de 150 mil empleados), los talleres (Más de 100 mil), los comercios menores móviles(200 mil) y los profesionales o técnicos; La agricultura/ganadería, con el 12% del empleo, sigue abierta y debe ser promovida para mantener la cadena alimentaria; La manufactura y zonas francas/call-centers, casi un 15% del total de empleos, y la construcción, son fáciles de reiniciar.
Más complicado es el turismo (Hoteles y empleos relacionados) y la hostelería (Bares, discotecas, restaurantes, cafeterías), pero por su nivel de empleo, las grandes inversiones de sus infraestructuras, y es el sector que más divisas aporta al país, merecen un esfuerzo inmediato para reiniciar sus actividades lo más rápido posible.