Análisis Político
Supervivir al coronavirus y luego hablar de elecciones
Medio mundo debe estar riéndose de los políticos dominicanos por su demostrada ignorancia del momento que se vive con la pandemia del coronavirus Covid-19 y las estupideces de que hablan como si vivieran en septiembre de 2019.
Si se trata del gobierno, todo indica que anda toreando el vendaval con medidas a medias para no disgustar al “electorado”, como si se tratara de un ejercicio de popularidad, cuando lo que está en riesgo es la vida de decenas de miles de dominicanos que no se protegen, sino que se congregan como si no pasara nada, en todos los lugares abiertos por un estado de emergencia muy permisivo.
Da verdadera pena ver con el desparpajo que hombres y mujeres insultan y hasta golpean a policías que sacrificando su vida, tratan de hacer cumplir el toque de queda, mientras que los violadores se consideran con derecho de patear la autoridad y pateada se queda.
Definitivamente, este país ha necesitado un nivel más alto de confinamiento de las personas y por consideraciones cuestionables, no se han adoptado las medidas aconsejables para evitar el contagio masivo. Las próximas semanas enseñarán el verdadero rostro de la muerte y la desolación.
El lunes, todo el que quiso ver vio a las voladoras prestando servicio en las calles, los carros de “concho” trabajando, la gente congregada frente a almacenes, supermercados, bancos, farmacias, todos en tropel, como si se tratara de suicidas.
Soy consciente de que aquí hay millones de personas que salen día a día a la calle a vender todo tipo de mercancías para pagar “la pieza”, para comer, para poner recargas a los teléfonos móviles, para animar la esperanza de seguir con vida.
Pero entre un contagio del Covid-19 por estar en la calle para luego mendigar una prueba diagnóstica, después hacer una fila para obtener una cama de hospital, y posteriormente tener la suerte de que aparezca un respirador mecánico para intentar superar la infestación, siempre será preferible la cuarentena aunque sea tomando agua de azúcar –como en aquellos tiempos– para evitar contraer el virus y pasarlo a la familia como herencia mortal.
¿Alguien en el gobierno se ha puesto a pensar de qué viven las cientos de miles de muchachas que atienden bancas de loterías que ya van para un mes cerradas? Dudo mucho que alguna se haya muerto de hambre, pero con las bancas abiertas –que bueno que el gobierno las cerró– la cantidad de madres solteras que allí trabajan estuvieran contagiadas y contagiando por cientos, sino por miles.
La vida y la experiencia de vida, es la verdadera fuente de sabiduría. Hace unos años le pedí al gobierno que cerrara todo tipo de loterías con sus bancas porque de nada servía dedicar un dineral inmenso en educación, si los niños tenían que pasar por tres y cuatro casetas de venta de loterías entre su casa y la escuela.
Por consideraciones políticas, más que por el afán recaudador, este y todos los gobiernos que hemos tenido, no solo tienen la estatal Lotería Nacional –por castigo divino creada por el filántropo padre Billini–, sino que han permitido que en este país se juegue de la mañana a la noche como si se tratara de una taberna perenne.
¡Ahí está la prueba! Casi un mes sin loterías y el gobierno no ha caído. Por el contrario, sin loterías el escaso dinero que entra a las casas permite tomar más chocolate y comer más plátanos con huevos o salami.
Otra vez lo imploro: ¡Cierren todas esas loterías que crean falsas expectativas de ganar y que la gente entienda que para obtener algún dinero tiene que trabajar, estudiar, emprender, y no soñar con un golpe de suerte que no existe!
Los políticos
Desde que se hizo evidente que el Covid-19 comenzaba a infectar dominicanos, los políticos, con sus respectivos candidatos, han visto la pandemia como un terreno de maniobras para acercar sus objetivos presidenciales.
Como es natural, la pandemia mundial pone en evidencia su mediocridad, su carencia de virtudes, su egoísmo, la preeminencia de sus caracteres calculadores. El sufrimiento del pueblo es secundario a sus ambiciones.
Un verdadero dirigente político no se dedica a calcular cómo posesionarse mejor ante un pueblo en una tragedia que no es culpa del gobierno ni un descuido de un funcionario. No, un dirigente verdadero se hunde en el corazón del pueblo, vive y lucha a su lado para probar que tiene energías para ayudarlo a supervivir la tragedia.
Por eso, cada vez que pueden –con escasas excepciones- los políticos levantan la cabeza para advertir que en medio de la pandemia hay que respetar el orden constitucional, hay que hacer las elecciones y que el actual gobierno termina el 16 de agosto…
Su desvelo no es por los miles de contagiados registrados –no tengo dudas de que los que tienen el virus y no lo saben son tres veces esa cantidad-, los casi 200 muertos contabilizados y los millones de expuestos al contagio porque no respetan el aislamiento ni se protegen, sino cuándo serán las elecciones que ellos esperan “ganar”.
La Constitución como chantaje
En ese camino desesperado por ver llegar las elecciones, están esgrimiendo la Constitución como chantaje.
Sí, la Constitución es la ley suprema, el contrato social que organiza la vida en convivencia de los dominicanos y de quienes aquí viven, pero no me venga a decir nadie que ella está por encima de la razón lógica, de la necesidad de defender la vida de los compatriotas aunque las elecciones se queden para febrero de 2021.
La Constitución no se debe violar (no dije puede porque siempre que haya fuerza se puede) por intereses políticos o apetencias caudillistas, pero la Constitución no se puede esgrimir como guillotina para que los ciudadanos acudan a elegir autoridades en un acto suicida para complacer egos.
Aquí se anuló la Constitución en 1963 por un golpe militar, la última aprobada por una Asamblea Constituyente, y jamás se restituyó a pesar de la sangre de militares y civiles revolucionarios y patriotas.
¿Cuál político, en la era “democrática”, evocó jamás la Constitución de 1963 después de la Revolución de 1965? Lo que han hecho los políticos que aun aspiran es acomodar la Constitución para tratar de volver a ser presidentes.
Con esas credenciales, que nadie me venga a mí a proponer cambiar muertos del Covid-19 por “respeto a la Constitución”, porque aquí no hay ningún guardia planteándose tumbar el gobierno ni Danilo Medina inventó la pandemia para perpetuarse.
Se de un candidato opositor –y no es Leonel Fernández- que ya ha integrado dos gabinetes presidenciales como si fuera presidente electo. Vive un delirio y por eso encuentra consejeros que le recomiendan “atacar al gobierno y esperar más muertos por el coronavirus”, para mejor posesionarse. El pueblo no es su motivo, sino su rebaño para pasar a asirse del erario y de paso entregar la soberanía a cualquier bocón que se presente como líder mundial, aunque su pueblo lo desprecie.
La Junta Central Electoral ha fijado las elecciones para el 5 de julio. Eso es puro testimonio. En julio no habrá elecciones, ni en agosto, ni septiembre, ni diciembre…
Si los políticos fueran un poquito realistas estuvieran pensando en primero salvar al mayor número de dominicanos posible, reorganizar hasta donde se pueda el aparato productivo con la agropecuaria como punto de partida, y después, si se puede, organizar elecciones. Hablo de la primavera del año 2021 como temprano.
Es la agenda realista. Pero quienes no comprenden la magnitud de la tragedia hoy y lo que viene mañana, tal vez a finales de año, vean aterrorizados lo que se niegan a aceptar ahora porque creen que lo pueden obviar.
¡La tempestad no pasa por ahora, no sé cuándo podremos contar las estrellas!