Enfoque

República Dominicana bajo el ataque del Coronavirus

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RAFAEL G. GUZMÁN FERMÍNSanto Domingo, RD

El planeta atraviesa por una de las peores amenazas a la salud de la humanidad, peligro similar al de una conflagración nuclear, solo con la diferencia que nos enfrentamos a un enemigo sigiloso e invisible.

Nuestro país, también está en riesgo de esta emergencia global, debido a que la pandemia del Coronavirus COVID-19 se expande a una velocidad vertiginosa y con un crecimiento exponencial como en muchos otros países del mundo, lo que nos coloca frente al problema de salud pública más grave que hemos padecido en nuestra historia republicana y democrática.

Esta situación de alto riesgo es de tal importancia, que se necesita de un liderazgo nacional que esté a la altura de las circunstancias, especialmente en el que una mayoría del pueblo dominicano depositó sobre sus hombros las responsabilidades de dirigir el Estado.

Sin ánimo de hacer críticas que no sean constructivas para el bien del país, hasta ahora entendemos que se actuó en un principio con cierto retraso en la adopción de medidas oportunas y adecuadas para mitigar el impacto de esta pandemia; y a pesar del tardío discurso presidencial, es notoria la incapacidad de las autoridades en dotar de los recursos logísticos necesarios a sus organismos estatales para enfrentar la crisis que se nos venía encima.

Y peor aún, indignante resultó ver el día 20 de marzo en las primeras páginas de los diarios de circulación nacional haciendo proselitismo al candidato del gobierno utilizando los recursos del Estado, en vez de ser destinadas a áreas prioritarias de atención a los más vulnerables. Este repulsivo hecho publicitario, no solo constituye una falta a la palabra al mismo mandatario en su alocución al país, que prohibía todo tipo de actos políticos, y una flagrante violación a la ley electoral, sino que más bien, convirtió en una ofensa irritante a los millones de ciudadanos que esperan las acciones efectivas del gobierno.

No es posible que los ciudadanos ávidos de información para entender el fenómeno y tomar las medidas previsorias más elementales en sus hogares tenga que depender de los múltiples vídeos que se reenvían a través de las redes sociales, mientras en la TV y radio siguen pasando la propaganda del gobierno. Como dice un dicho popular que dice: “más vale prevenir que curar”.

Ante lo ocurrido, es preciso señalar que en lucha contra la expansión del COVID-19 concurren dos protagonistas principales: el Estado y la sociedad.

En este sentido, y para ser justos, no podemos dejarle todo al Estado, pues sería una tarea imposible de lograr, por lo que resulta vital que la ciudadanía en general asuma el compromiso de responsabilidad colectiva, en razón de que está científicamente comprobado que el cumplimiento a las recomendaciones de distanciamiento social, la higiene y aislamiento de las zonas infecciosas tienen un impacto significativamente positivo en la disminución de la cantidad de contagios.

Tenemos que estar conscientes que es lucha contra un enemigo invisible, letal y silencioso, y la tarea fundamental es salvar vidas humanas, nuestra misión comunitaria más efectiva e importante es el aislamiento social, que en la práctica es reducir al máximo el contacto y de circulación humana, de lo contrario, una gran mayoría de la población resultará contagiada del Coronavirus.

En este contexto de crisis, no existe espacio para el individualismo, muy de moda en las últimas décadas, sino por el contrario, necesitamos acciones comunitarias de cooperación en el distanciamiento social evitando salir de nuestros hogares ante esta amenaza social y global, pues todos somos co-responsables, y por vía de consecuencias y nuestras vidas dependen de cada uno y a la vez de todos.

Las autoridades deben de asumir e informar a la población, que este aislamiento social implicará obligatoriamente cambios extraordinarios en el desenvolvimiento de nuestro cotidiano vivir, por lo que implicará un desafío importante a la capacidad familiar de convivencia y permanencia por tantos días en el hogar. De manera, que resulta imperioso y necesario que el Gobierno incluya en sus planes, los consejos necesarios para garantizar la sana comunicación familiar, vecinal y social.

Como todos sabemos, vivimos bajo el amparo de una Constitución que nos asegura un Estado Social y Democrático de Derecho, y ante la situación de emergencia imperante, somos de opinión que hay que ejercitar la democracia plena y promover la concertación del liderazgo político de la nacional -por estar en pleno período electoral-, así como líderes sociales, religiosos, gremiales, empresariales y productivos, para de este modo, buscar el amortiguamiento de los daños multisectoriales que se reflejarán también en el pueblo, y así también poder salvar la mayor cantidad de vidas humanas.

En otro orden, debemos de estar conscientes que también nos enfrentamos a otro enemigo tan imperceptible y silente como el Coronavirus: el desaliento social.

Desaliento social, que puede surgir a partir de esta misma semana, cuando entramos a la curva del pico exponencial de contagiado, y las autoridades competentes empiecen a sincerar sus estadísticas reales o cuando tal vez la situación se prolongue por más tiempo. Por eso es necesario mantener constantemente informada a la ciudadanía de toda la verdad, para que pueda manejar adecuadamente los niveles naturales de ansiedad social.

Finalmente, hacemos una exhortación para reconocer el valor y los esfuerzos de miles de ciudadanos, comercios y negocios, que adoptaron las medidas preventivas ante la ausencia de los responsables estatales, así como también a los médicos, enfermeras y el personal sanitario que sin los equipos de protección y a riesgo de sus propias vidas han enfrentado con valentía esta epidemia contagiosa.

De igual manera, sin pretender ser menos importante que las anteriores, debemos reconocer el loable papel y sacrificios que realizan nuestros militares y policías para el cumplimiento de sus misiones de asistencia sanitaria, de protección y salvaguarda a los ciudadanos, conscientes que dejaron sus amadas familias en esta inevitable situación.

Hay algo bien claro que tenemos los dominicanos de la herencia de nuestros Padres de la Patria y héroes de la Restauración, es que el pueblo, en su inteligencia de supervivencia colectiva, siempre ha sabido unirse en la luchar con valor, y enfrentar los más peligrosos retos con el resonar del eco inmortal del lema: “pena de la vida del tambor que toque retirada, aunque sea yo mismo”, porque sabemos que estos son momentos que exigen coraje, templanza, colaboración, fraternidad y responsabilidad social, para luego de vencer al poderoso enemigo del Coronavirus poder juntos seguir enarbolando con orgullo las sagradas palabras de: ¡DIOS, PATRIA y LIBERTAD!

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