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Análisis Político

Los partidos pequeños: ¡Se unifican o mueren!

Los dirigentes de los partidos opositores ya tienen alguna experiencia forjando la unidad. ARCHIVO

Los dirigentes de los partidos opositores ya tienen alguna experiencia forjando la unidad. ARCHIVO

Primero fue el financiamiento público a los partidos: el 80% del total de esos fondos para los “grandes” y el 20% para los chiquitos, en una clara manifestación de acorralamiento a nuevas formaciones.

Con la Ley de Partidos, vigente desde agosto de 2018, la situación de los partidos chiquitos, sean estos doctrinarios o agencias de alquiler como las que en los años sesenta ofertaban bicicletas a centavo el minuto de uso, la situación se ha complicado de forma exponencial.

Hay una clara intención -que no es exclusiva del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) - de que partido que nace con una idea propia, con personas enfocadas en provocar un cambio sustancial en la política y en la institucionalidad del país, es una iniciativa que hay que asfixiar.

Con el ordenamiento legal actual, los nuevos partidos o los pequeños se ven empujados a entregarse a uno de los dos grandes -el PLD y el Partido Revolucionario Moderno (PRM)-, pues de lo contrario corren el riesgo de perder su personería jurídica al no obtener el mínimo de votos necesario para conservarlo.

Definitivamente hay partidos renuentes a caer en el rol de bisagras y pujan por ser una fuerza emergente, pero los obstáculos y las carencias les bloquean los caminos y después de mucho andar quedan, apenas, en su punto de partida.

Esfuerzo extraordinario Los partidos pequeños que están dispuestos a transitar un camino independiente de los dos grandes tienen un gran desafío que a la vez se convierte en oportunidad, dependiendo del grado de comprensión del momento y de disposición de sacrificio. Un partido -PLD- controlando todos los poderes durante 16 años es demasiado tiempo en una democracia como la dominicana, donde el Congreso no cuestiona nada, el poder Judicial se arrodilla ante el gobierno, el crimen y la corrupción, y los organismos de fiscalización son cajas de resonancia al igual que las comisiones de ética.

Quizás por eso, los dirigentes de los partidos -pequeños y grandes- solo aspiran a llegar a la Presidencia, porque desde ahí se controla todo y los demás poderes no hacen ni aspavientos.

Si el pueblo dominicano no ha sido capaz de hacer surgir un partido político verdaderamente democrático, con dirigentes de sensibilidad y espíritu de sacrificio, con voluntad y disposición de hacer cumplir la ley y poner orden y no está dispuesto a hacerlo ahora, entonces tendremos gobiernos del PLD para rato, con el agravante de que los presidentes serán siempre los mismos: Danilo Medina o Leonel Fernández.

La trampa a que han llevado los dos grandes partidos -que aprobaron la Ley 33-18 para concentrar la acción política- a los pequeños no es infalible, tiene grietas por las que se puede penetrar y quebrar los cimientos de ese intento de consolidar el bipartidismo.

Si los dirigentes de los partidos emergentes tienen conciencia de la realidad del país y de la tendencia predominante actualmente para definir el triunfo en las elecciones presidenciales de mayo de 2020, tienen que buscar un camino que les garantice la supervivencia y dotarse de un mínimo de poder para ir generando las fuerzas capaces de disputar el gobierno.

Una tercera fuerza Ese camino podría ser trabajar para forjar una tercera fuerza electoral diferenciada del PLD y el PRM que se fije metas concretas y alcanzables en el año 2020, que arme la oposición al gobierno y le enseñe al PRM cómo es que se lucha por el bienestar del pueblo dominicano a partir de sus demandas barriales, municipales, sectoriales y nacionales.

Es evidente que hay espacio para crear esa fuerza y el punto de partida deben ser los partidos pequeños que se consideran opositores y que han quedado perplejos con las ambivalencias tácticas del PRM que lo colocan en difícil situación para encabezar un frente opositor revestido de confianza y con carácter permanente.

El problema está en saber a qué están dispuestos los dirigentes de los pequeños partidos para proponerse metas grandes.

Al día de hoy, pensando en la sobrevivencia y en levantar una esperanza democrática para el pueblo dominicano, los múltiples partidos pequeños deben fundirse en uno y fijarse la meta de conquistar un espacio de poder municipal y legislativo que los coloque en condiciones de disponer de algo de fuerza para luego pensar en conquistar la Presidencia.

Si los dirigentes alternativos se propusieran y lograran convertir a uno de los partidos existentes en una fuerza democrática, plural, participativa y luchadora, donde confluya toda la militancia, donde se discuta con argumentos, se decida por mayoría, se respeten las decisiones y se vaya a la calle a trabajar por ellas, hay esperanza de sobrevivencia y expectativas de cambios.

Partido muy atractivo A un partido con esas características acudirían miles de ciudadanos de los más diversos sectores: empresarios, líderes sindicales, campesinos, maestros, profesionales, religiosos, jóvenes, mujeres y minorías, que con sobrada razón hoy no militan porque los partidos grandes son de caudillos, conviven con la corrupción y la injusticia, mientras que los pequeños están muy divididos y en esa condición, integrarse a uno es consolidar la atomización.

Contando con un partido que unifique a los opositores y haga vida verdaderamente democrática para su construcción y crecimiento en el pueblo, lo más importante sería determinar una táctica de participación que optimice los recursos políticos y comience a erosionar la actual concentración de poder que tienen los caudillos. Esa táctica puede ser concentrar todos sus esfuerzos y recursos en conquistar el triunfo en las alcaldías de municipios y distritos municipales en las elecciones de febrero de 2020, en un primer momento, y presentar sus mejores dirigentes como candidatos a diputados en el Distrito Nacional y en todas las provincias.

No digo que hay que abstenerse de presentar candidatura presidencial y senatorial, sino que no se constituyan en la prioridad ni se inviertan los mayores recursos en ellas porque las posibilidades de éxito, en las próximas elecciones, son muy escasas.

Un partido unificado y democrático de los verdaderos opositores, si se ocupa a fondo de buscar una buena representación municipal y de diputados, puede y debe pactar con el PRM en el nivel de las candidaturas presidencial y de senadores. Es cuestión de sentido de la oportunidad y fidelidad al objetivo táctico.

Me parece escuchar a dirigentes de estos mismos partidos decir que estas sugerencias son una quimera, que son irrealizables por el peso del personalismo en la jungla política dominicana donde todos se consideran presidenciables y ninguno piensa en que puede ser regidor. Tienen razón y quizá haya que estar loco para plantearse un proceso de fusión de tales magnitudes en la oposición, pero sinceramente, hay que estar más loco aun para hacerse expectativas presidenciales, presentar candidaturas particulares, esperar que pasen las elecciones, sacar menos del uno por ciento, gritar fraude, esperar cuatro años y volver a morderse el rabo.

A veces lo realista es proponerse lo que parece imposible, porque con frecuencia se vive disparando al Sol con una onda de las que usó David para derribar a Goliat, y hay quienes creen que tienen oportunidad de acertar y, peor aun, llevan a otros a pelear por ese sueño.

¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!?

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