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ENFOQUE

Primer gobierno de Leonel y relación con Haití (1996-2000)

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), después de mucho accionar en las lides políticas locales, y con la ayuda de una coalición de partidos políticos denominada “Frente Patriótico”, liderada por el entonces poderoso Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) con el presidente Joaquín Balaguer a la cabeza, logró una victoria electoral sobre el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con su candidato y líder de masas, el doctor José Francisco Peña Gómez.

Uno de los primeros indicios de esta nueva visión política quedó de manifiesto cuando el 3 de octubre de 1996, con menos de tres meses de asumir el poder, el presidente Leonel Fernández compareció ante el 51∫ periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), donde presentó una brillante pieza oratoria, tocando el tema de las relaciones internacionales en los nuevos tiempos, dando señales expresas de su intención de incorporar a la República Dominicana, de manera activa, al conjunto de naciones representadas en la ONU, para lo cual se preocupó en difundir en ese foro nuevos objetivos sobre la política exterior de la nación del Caribe que aunque comparte territorio isleño con el país más pobre del hemisferio occidental (Haití), tenía indefectiblemente que mostrar al mundo una definición más clara de sus propios objetivos de desarrollo.

Al parecer, siguiendo ese mismo propósito, el 31 de octubre de 1996, el presidente Fernández, mediante el Decreto No 560-96, derogó el Decreto No 233-91, del 13 de junio de 1991, emitido por el presidente Balaguer, donde se dispuso la repatriación de los nacionales haitianos menores de 16 años y mayores de 60, “por haberse cumplido las disposiciones que le dieron su origen”. Esta fue, evidentemente, una muestra de buena fe del mandatario dominicano, que al ser incumplida por el gobierno del Oeste, confirmaba la actitud ladina e impenitente de la diplomacia haitiana, que en contraposición continuó con la campaña para denostar a la República Dominicana en los foros internacionales.

Esa actitud del gobierno de Haití, obviaba descaradamente la visión y propósitos del presidente Fernández, cuando en el escenario internacional de la ONU, del 3 de octubre de 1996, ya citado, precisó: “Una de las primeras acciones de política exterior de nuestro gobierno, ha sido la de impulsar las relaciones de cooperación y amistad entre la República Dominicana y Haití, activándose la Comisión Mixta Bilateral”. Pero la estrategia de la diplomacia haitiana, siempre ha sido recurrente, pues observamos que desde los gobiernos de los presidentes Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía, se han intentado acercamientos con Haití, ya sea por pragmatismo, negocios o visón patriótica sobre aspectos que enfilan al desarrollo mutuo, no se avanza por falta de una estructura política de Estado a largo plazo en Haití. En esos gobiernos se llegaron a acuerdos parecidos en áreas técnicas de turismo, agropecuaria, comercio, deportes, y sobre todo en lo concerniente a fronteras y migración.

Debemos destacar la importancia que le concedió desde el principio el presidente Fernández a la diplomacia, designando a un prominente académico, apartidista, el doctor Eduardo Latorre, como secretario de Estado de Relaciones Exteriores, quien desde el principio de su gestión marcó una visión moderna, expresando: “La política exterior dominicana descansa sobre tres ejes fundamentales: Participación, multilateralismo e institucionalidad”.

Sin dudas, el doctor Latorre, interpretando la voluntad política de ese momento, habló de manera acertada sobre la búsqueda de soluciones a los problemas comunes mediante el diálogo y la concertación, evitando las confrontaciones con la visión política de enfrentar los desafíos de la globalización y la competitividad.

Reunión muy importante Un hecho que merece ser resaltado lo fue una reunión de los cancilleres Eduardo Latorre, de la República Dominicana, y Fritz Longchamp de Haití, que tuvo lugar en la localidad fronteriza de Jimaní, en febrero de 1997, donde se logró un entendimiento para normar las repatriaciones de ciudadanos haitianos que se encontraban indocumentados y de manera ilegal en territorio dominicano.

Ese escenario fue aprovechado por nuestro canciller para expresar: “Todos entendemos que se trata de un problema estructural que se origina cuando hay diferencia en los niveles de desarrollo entre naciones vecinas, ya que las personas tienden a ir hacia donde existen mayores oportunidades de empleo y bienestar. Igualmente, nadie cuestiona el derecho de una nación de repatriar a extranjeros que se encuentran ilegalmente en su territorio”.

Bajo este paraguas diplomático fue que el presidente Fernández visitó Haití del 18 al 20 de junio de 1998 en búsqueda de solucionar controversias, logrando acuerdos sobre situaciones insólitas como la manera en que operaban los servicios postales (el correo de Haití y República Dominicana era vía Miami , Florida, Estados Unidos); cooperación aduanera y sobre asuntos migratorios. En esa visita del presidente dominicano se firmó un “Memorándum de Entendimiento” en el cual se crearon las bases para la adopción de un acuerdo sobre tránsito de vehículos en la frontera, así como cooperación en aspectos básicos: Turismo, cultura, educación y la lucha contra el narcotráfico. En esa visita oficial el presidente Fernández fue condecorado con la Orden Nacional al Honor y al Mérito, Grado Gran Cruz Placa de Oro, por el presidente haitiano René Preval, exprimer ministro del gobierno de Jean Beltrand Aristide, hecho que ratifica el giro diplomático muy diferente al combativo y brioso de su antecesor.

Ya el presiente Preval había visitado la República Dominicana en marzo de 1996, en el gobierno del doctor Joaquín Balaguer, donde se firmó una “Declaración Conjunta” entre los dos mandatarios, sobre temas fundamentales de interés mutuo.

Sin dudas que en su visita a Haití el joven presidente Fernández se dio cuenta de que había una marcada diferencia entre la agenda dominicana, con planificación estratégica de Estado, priorizando las negociaciones desde una perspectiva económica, a diferencia de la óptica miope haitiana enfocada sólo en la dimensión social y de ayuda en el día a día, olvidando que sin planificación y economía sana no hay progreso. Este caso demostró que “no es lo mismo administrar un Estado que la Ínsula Barataria”.

El gobierno dominicano continuó los esfuerzos, buscando el diálogo en la agenda bilateral y se llevó a cabo una reunión especial en Santo Domingo en el mes de diciembre de 1999, entre los cancilleres de ambas naciones, con el tema migratorio como prioridad, resaltando que desde 1996 se habían realizado cinco reuniones del Comité Técnico Interinstitucional Dominico-Haitiano para Asuntos Migratorios y Fronterizos, dependencia de la Comisión Mixta Bilateral Dominico-Haitiana, en cuyo comité migratorio se especifica el “Memorándum de Entendimiento” suscrito entre ambos cancilleres en junio 1998, cuyos temas básicos fueron: Control del flujo migratorio, mecanismos de las repatriaciones, dotación de documentos de identidad por parte de las autoridades de cada país, contratación de nacionales de una parte con destino a la otra parte y regularización del estatus de los inmigrantes en condiciones irregulares.

Con ese relanzamiento diplomático finalizó el 16 de agosto del año 2000 el primer gobierno del presidente Leonel Fernández, con la presentación de un proyecto de modificación de la Ley de Migración que sustituiría la obsoleta Ley del 1939, en la cual se incorporaban conceptos más claros y modernos al marco legal que habría de regular en función a la realidad nacional, con una política migratoria respecto a Haití más dinámica, sustentada en el diálogo y la concertación como ejes fundamentales y muchos retos por delante en el plano de las relaciones bilaterales entre los dos países que comparten la isla La Española, quedando como paso siguiente la promulgación de la nueva Ley de Migración.

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