ENFOQUE

La academia le responde a Yvelisse

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Lic. Miguel FranjulSanto Domingo

Estimado Miguel:

Luego de un saludo deferente, la Academia Dominicana de la Lengua (ADL) quiere referirse a los planteamientos externados por la profesora Yvelisse Prats Ramírez de Pérez, en su artículo “El sexismo en la lengua”, publicado en la edición del Listín Diario correspondiente al 28 de julio pasado.

De nuevo esta corporación reafirma su posición ante quienes se empeñan en trasladar a los usos lingüísticos las contradicciones sociales basadas en diferencias de sexo. En este sentido, nos suscribimos por completo a la visión externada por la Real Academia Española de la Lengua (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Debemos aclarar que el hecho de que esta connotada intelectual y dirigente política comparta la visión del feminismo ortodoxo en torno a tan recurrente y poco profundizado tema, y de que repita algunos de los postulados de dicha ideología como si se tratara de un catecismo, no es algo que pueda resultar lesivo a la dignidad de esta corporación y sus afines; como tampoco es ofensiva su opinión de que la RAE tiene “un ortopédico corsé de reglas estrictas”, o de que su lema le suene “a detergente” (esto último resultó sorprendente, puesto que ignorábamos que los detergentes tienen sonido).

En todo caso, lo que preocupa al pleno de esta academia es el cúmulo de inexactitudes y visión errada de los principios que norman determinados usos lingüísticos, que se desprende de esta nueva forma de paranoia y cacería de brujas, propiciada por la rígida y nada inocente dictadura de lo “políticamente correcto”. Repetimos que preocupa, porque intenta por la fuerza promover el empleo de fórmulas inadecuadas en el manejo de uno de los accidentes gramaticales que afectan a los sustantivos, adjetivos, pronombres y artículos: el género.

Es evidente que la propuesta feminista a la que se suscribe la señora Prats de Pérez, más que “eliminar el sexismo”, pretende afectar de manera radical el curso normal de la gramática española. En su afirmación de que “en el idioma se mantienen el uso, abuso diría yo, de palabras, giros y concordancias que promueven la invisibilidad femenina, o su subordinación al don”, esta reconocida intelectual y dirigente política se refiere principalmente al uso no marcado del género masculino, en los casos en que éste es válido para ambos sexos.

Es sabido que las diversas academias no están de acuerdo con el “todos y todas”, y en sentido general, con la especificación del género femenino, cuando una palabra incluye ambos géneros. La razón fundamental es la economía y limpieza del texto, no el ánimo de discriminar a la mujer.

Doña Yvelisse también cuestiona: “¿Por qué, si se aceptan los términos abogada, doctora, arquitecta, diputada, se rechaza el vocablo “jefa”?”, a lo que luego se responde: “quizás, digo yo, porque se ve el concepto ligado a algo que no quieren compartir los varones: el poder”. En este caso solo podemos decir que, de haber investigado un poco, ella se habría percatado de que el vocablo “jefa” está aceptado y su uso se encuentra en plena vigencia.

Al respecto, valga la siguiente cita, extraída de la Separata del Boletín de la Academia del año 2012, bajo el título La plaga del lenguaje contemporáneo. El sexismo lingüístico y el doble género, calzado por la firma del Dr. Bruno Rosario Candelier, presidente de la ADL:

“Pues bien, las Academias de la Lengua establecen que la formación del género gramatical en términos referidos a oficios, actividades, títulos o profesiones han de terminar en -o para el masculino y en -a para el femenino, se puede apreciar en bombero/bombera, ministro/ministra, secretario/secretaria, excepto piloto, modelo, testigo, que funcionan como nombres comunes: el piloto/la piloto, el modelo/la modelo, el testigo/la testigoÖ Los sustantivos que terminan en -a, funcionan como nombres comunes: el atleta/la atleta, el cineasta/la cineasta, el pediatra/la pediatra, el poeta/la poeta. Asimismo, sustantivos terminados en -e. son nombres comunes: el amanuense/la amanuense, el conserje/la conserje, el cicerone/la cicerone. Excepto algunos nombres que generan los dos usos: el jefe/la jefe/ la jefa, el presidente/la presidente/ la presidenta, el cacique/la cacique/ la cacica, el cliente/la cliente/ la clienta”.

En cuanto a un ejemplo que ofrece la ex secretaria de Educación de lo que sería un lenguaje sexista, en el que se presenta una expresión entendida como discriminatoria, es pertinente aclarar que ésta no podría ser atribuida a las normas establecidas por la Academia, sino exclusivamente al presunto hablante. Y cito:

“Como ejemplo, si al describir un juego de pelota, se comenta “había gran cantidad de fanáticos, y también muchas mujeres”, se estará describiendo en forma sexista una situación no sexista, el excluir a las mujeres del colectivo, lo que se revela por la expresión “y también”. / Si vemos la frase anterior invertida “había gran cantidad de fanáticas y también muchos varones”. Resultaría inaceptable para los hombres, lo que prueba que la anterior es sexista.” La dama se queja de “los tratamientos señora, señorita, que corresponden en nuestra sociedad a mujer casada o soltera, respectivamente. El vocablo señor para varón, en cambio, es independientemente del estado civil”. Y nuevamente debemos aclarar que el uso de dichos términos, actualmente refiere con mayor frecuencia a la edad, en el caso de la mujer. A modo de observación, resulta llamativo que la señora Prats de Pérez, quien considera sexista cualquier alusión al estado civil de las féminas, calce sus artículos con su apellido de casada.

Finalmente, en lo que concierne a la expresión de Rubén Darío en torno a la Academia, citada por Prats de Pérez al final de su texto, no podemos solidarizarnos ni ofendernos a causa de las palabras de ese inmortal aeda, puesto que se trata de un hecho carente de vigencia. Los poetas y la poesía han cambiado en este siglo XXI, al igual que las Academias de la Lengua Española de todo el planeta, que se mantienen siempre de cara al presente y al futuro, lo que explica la prolífica y larga vida de esta corporación y sus organismos afines.

Muchas gracias Camelia Michel Miembro correspondiente Academia Dominicana de la Lengua

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