POETA Y ESCRITOR

Tony Raful: Trujillo tiene una vigencia increíble; Somos reos del pasado histórico

HE COMPRENDIDO QUE SI NO SE PRODUCE LA REVOLUCIÓN DENTRO DE LA MENTE NO PUEDE HABER CAMBIO EN LA SOCIEDAD

Si hablamos de poesía en su noción más amplia y contradictoriamente más estricta, necesariamente, en República Dominicana hay que hablar de Tony Raful.

Muchos dicen, sin equivocarse, que él es poesía y su pensamiento está estructurado con ese ritmo imprescriptible de la sonoridad rítmica y de la cascada torrentosa de esa poesía magnífica que fluye y se canaliza por distintas vías hasta convertirse en fluido vital de alma y pensamiento. La poiesis, aquella creación del todo integral en el infinito literario, nos perfila a esos hombres que hacen de las letras una consagración de vida, que los públicos de todos los tiempos no deben perderse. Hay que disfrutar. Y Tony Raful es un hombre de pensamiento que ha cantado a la Patria y a la ciudad.

Está convencido de que repensar una República Dominicana desde la perspectiva de la cultura implica renunciar a toda forma de clientelismo, combatiendo el populismo y forjando alternativas sociales con consultas a la sociedad.

“He comprendido que si no se produce la revolución dentro de la mente, no puede haber cambio en la sociedad. Se tiende a reproducir la vieja mentalidad, a corromper los nuevos moldes”, dice. En esta entrevista no se puede quedar un tema principalísimo en la mentalidad intelectual de los dominicanos, la Revolución de Abril, de la que el prolífico escritor cree que debió hacerse a la muerte de Trujillo el 30 de mayo de 1961. En ese momento, estima, había que desarticular toda la maquinaria ideológica, social y política del Estado trujillista.

“Trujillo tiene vigencia increíble. Somos reos del pasado histórico y cuando creíamos que avanzábamos (hace referencia al Gobierno de Bosch), hemos vuelto atrás, solamente aferrados a la utopía”, manifiesta.

A continuación la entrevista:

Desde la creación de la Poesía y el Tiempo, Gestión de Alborada, Visiones del Escriba, al Ritual Onírico de la ciudad y otras memorias, qué ha cambiado en el proceso creativo de Tony Raful, ¿crecimiento o decadencia?

TR: En un escritor los cambios tienen categoría de ciclos, espacio escritural temporal, donde el texto se enriquece al asumir tiempo y motivación socio cultural. La poesía es una condición inefable en su más honda raíz. El verso articula imágenes pero el ritmo es interior, la estructura de versificación codifica el sentido, pero la trascendencia alada es temblor y asombro, conexión con planos infinitos que superan el lenguaje. El verbo es el vehículo pero no es la poesía. En cuanto a mi producción me siento más depurado, escribo con mayor destreza, sin embargo el “Ritual Onírico de la Ciudad” escrito a principio de los años 80 y “Mirándote Bailar”, publicado en el 2013, constituyen una sinfonía acoplada del alma y la belleza apareada de metáforas ingentes y necesarias para plasmar el arte esencial. No creo que nadie, ni siquiera un turista avezado pueda entrar a la ciudad colonial, sin tener en sus manos la guía poética del Ritual Onírico. Ahí está la ciudad escondida, centenaria, llena de duendes y amores. Y creo que “Mirándote bailar” es un canto alto y deslumbrante que inficiona de albur y primor, el escenario de la danza y sus ballerinas. Ambos textos parecen escritos en el mismo portal de tiempo e inspiración creadora.

¿Qué añoranzas, desarraigos o nostalgias se desprenden de aquel tiempo de Peña de Tres, existe hoy el Tony Raful de entonces, o ha habido cambios en quien incluso fue ministro de Cultura?

TR: “Peña de Tres” llenó una etapa cultural en la sociedad dominicana. Todas las cosas empiezan y terminan. Recuerdo con placidez aquel espacio de luz y conocimientos. Por “Peña de Tres” desfiló toda la intelectualidad y los artistas dominicanos entre 1978 y 1989. Nadie nunca es el mismo, pero en mi caso conservo de manera coherente los valores e ideas que humanizaron mi vida, que le otorgaron sentido a la aventura de existir, desde el tronco familiar hasta los hijos y nietos de hoy. Mi sensibilidad está preservada, y mi amor por el arte y la poesía es parte sustancial de mi realización humana.

Usted que ha sido un testigo viviente de etapas fundamentales en la consolidación de la democracia dominicana y sus procesos de evolución política, ¿tiene alguna explicación de las razones que han entrampado a un grupo de escritores cuyo ejercicio se ha quedado en la nostalgia del trujillismo o de la Revolución de abril del 1965?

TR: Porque debimos hacer la revolución a la muerte de Trujillo y desmantelar toda la maquinaria ideológica, social y política del Estado trujillista. Juan Bosch dice en su libro Crisis de la Democracia, escrito a finales de 1964, que la revolución que los dominicanos debimos hacer en 1961, estaba esperando en las puertas de la historia. Pero la Gesta de Abril de 1965, que sacó a flote los valores progresistas de nuestro pueblo, así como su heroísmo y la solidaridad, fue contenida por una invasión brutal e injusta. Lo que vino después fue la restauración del pasado en cuanto se reprodujeron los vicios de la dictadura y se consolidó el modelo autoritario y despótico. Trujillo tiene vigencia increíble. Somos reos del pasado histórico, y cuando creíamos que avanzábamos (el gobierno de Bosch en 1963 o el de Antonio Guzmán en 1978), hemos vuelto atrás, solamente aferrados a la utopía, o como una gran mayoría, corrompidos o seducidos por el sistema. Pero los escritores tienen como objetivo trascender ese proceso negativo. Su misión es el desacuerdo, el accionar crítico, lo que Vargas Llosa llamaba en su discurso de 1967, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, por su obra “La Casa Verde”, su inconformidad, su rebelión permanente.

¿Coincide con José Carvajal en que no existe un escritor dominicano con los suficientes méritos para ser propuesto a premios fundamentales como el Cervantes o el Nobel de Literatura? ¿En quién piensa? ¿En Tony Raful?

TR: Lamento diferir de mi querido amigo y escritor e intelectual José Carvajal. Creo que Marcio Veloz Maggiolo, para mencionar un ejemplo, no tiene nada que envidiarle a muchos premiados del Cervantes o del Nobel de literatura.

Un hombre de una trayectoria tan vasta con todos los reconocimientos habidos, incluyendo el Premio Nacional de Literatura de la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura, ¿es un consagrado, ejemplo para las nuevas generaciones?

TR-Debo cuidarme del ego. Porque el ego es un fantasma que asedia nuestras debilidades y carencias, un espejo distorsionado de nosotros mismos. Pero trabajo para legar memorias, caligrafías iluminadas, versos que puedan leerse en voz alta dentro de 100 años, en alguna arboleda, entre una pareja de amantes, o ser reseñados en alguna Biblioteca Municipal, por un estudiante de provincia, para recordar la Patria de carne y huesos, de amores y sueños.

Si se le acercara alguien, un niño de diez años, un adolescente de catorce, un joven de veinte o un adulto joven de 40, qué libro de Tony Raful le recomendaría?

TR-Le recomendaría de inmediato el Quijote de Cervantes, las tragedias de Shakespeare, y El Cantar de los Cantares. Todos venimos de ahí. Yo, sobre todo.

¿Sigue siendo República Dominicana un país de poetas y cuentistas, o la novela rompió esos esquemas?

TR: Sigue siendo un país de poetas. La poesía más allá del género como norma y lenguaje. Este es un país donde todos se auxilian de una metáfora o de una copla, décima o “repentismo”, llenos de luz para saludar una belleza que pasa, un atardecer, para vivir una ilusión. Hay que recordar que primero fue el verbo. Luego todo es imagen y palabra encantada.

¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva o estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la literatura que se produce en el país?

TR: Claro que hace falta una crítica especializada. Hemos retrocedido en las últimas décadas. Apenas reseñas complacientes y una pérdida de toda noción de rigor.

¿Qué cree que falta en República Dominicana para que el escritor real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en consideración un mercado editorial prácticamente complejo cuando no inexistente?

TR: Falta una política cultural sostenida. Faltan programas de Becas a los escritores para que puedan escribir sus obras en tiempo determinado sin las presiones sociales. Falta una nueva conciencia cultural que coloque al escritor dominicano como centro de gravedad de la creación literaria proyectada al mundo, falta una política de difusión y apuntalamiento de sus nombres a nivel internacional. A veces pienso que Juan Bosch, Pedro Mir o Manuel Del Cabral, pudieron optar por el Premio Nobel u otro reconocimiento universal, pero se diluyeron en el patio local. Sus obras no están debajo de muchos otros escritores que han sido galardonados.

¿Qué opina del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?

TR: Es ignorancia, “el complejo de Guacanagarix”, la moda, la mezquindad de muchos. ¿Por qué un novelista como Veloz Maggiolo, que está al mismo nivel de otros narradores homenajeados internacionalmente, de calidad probada, no es reconocido en todo su valor y profundidad?

¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?

TR: Es difícil pero hay que intentarlo siempre. Al final sobrevivirá la calidad. En los “viejos anaqueles” del tiempo nuevo del futuro, se escudriñará el arte auténtico, el que no gozó ni fue validado por el poder mediático, el que debajo de grandes losas resucitará para el placer de la lectura y la lucidez de la palabra. Tarea de especialistas que legitimará su presencia perenne.

¿Qué escritor o escritora dominicana le representa y por qué?

TR: Pedro Henríquez Ureña, porque es uno de los más grandes humanistas del continente, porque sus aportes a la lengua son fundamentales, porque hizo de su vida un magisterio de superioridad basada en la cultura y en la ética, porque su ejercicio de la crítica literaria es un arquetipo de sabiduría, investigación y enfoque magistral, de actualidad sorprendente.

¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro El Ocaso de la Nación Dominicana, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia contra las tropas haitianas?

TR: Nuestra Patria surgió independiente en 1844, no de las Metrópolis colonizadoras pero sí de Haití, esto marca históricamente el proceso de las luchas por la nacionalidad. Un absurdo geográfico, una isla divida en dos Repúblicas, quizá el único ejemplo existente, creó sentimientos encontrados y heridas visibles en la concreción de la cultura como eje de la formación nacional. Esto sin embargo no puede servir para incentivar odios o rivalidades étnicas o de cualquier naturaleza. Haití y República Dominicana tienen que vivir en armonía y respeto mutuo. Son nuestros hermanos, un país inviable y fallido, por razones de saqueo, desestructurado, atrasado. Tenemos que ayudarlo, pero ellos allá y nosotros aquí.

¿Es usted nacionalista o las fronteras, en este mundo globalizado, no existen?

TR: Todo es un proceso social histórico. Nada se produce de manera absoluta, los saltos o cambios son siempre parciales, arrastran categorías o formas de organización del pasado, de acuerdo a cada experiencia nacional. Nuestras fronteras fueron creadas en un contexto histórico todavía vigente, somos un país que aún no alcanza su estabilidad social y económica definitiva, cuyo principio de identidad debe ser preservado como diferenciación dentro de la pluralidad humana. Lo ideal es un mundo sin fronteras pero también sin diferencias sociales. Ambas cosas tardan por llegar.

¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?

TR: Renunciando a toda forma de clientelismo, combatiendo el populismo, forjando alternativas sociales y políticas, acudiendo a la consulta con la sociedad, elevando el debate, denunciado la politiquería, buscando soluciones, avergonzando a los corruptos, levantando barreras morales y físicas para los delincuentes, y sobre todo uniéndonos los buenos dominicanos por encima de preferencias políticas en una gran cruzada nacional, por una Patria mejor y más justa.

¿Qué opina de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?

TR: Tienen a su alcance medios y base cultural sólida y consistente. Su desafío es transmutar el conocimiento, alcanzar el vuelo lúdico, fecundar la imaginación, dejarse asaltar por los duendes de la inspiración, y producir obras trascendentes de valor humano y espiritual. Escritor es, tanto el que escribe como el que publica, si sus obras, anónimas o públicas tienen rigor, calidad expresiva, aquel temblor que el poeta Baudelaire exigía para certificar el talento.

¿Existe un sucesor de Pedro Mir, Manuel Del Cabral, Manuel Rueda? ¿Pueden los poetas jóvenes calzar esos zapatos?

TR: El camino está abierto.

¿Qué opina de los autores jóvenes dominicanos?

TR: Que los hay buenos, muy buenos y otros no tan buenos.

¿Qué le parecen las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?

TR: Es una trampa del ego. Pero no podemos abstraernos de una realidad informática y digital tan maravillosa. El problema es el uso. Usemos las redes para difundir la luz, la cultura, la ética, la poesía.

¿Cuál es el destino de la República Dominicana en un tiempo en que se habla de tantas revoluciones, qué falta para armar esa revolución?

TR: Un cambio esencial de mentalidad. He comprendido que si no se produce la revolución dentro de la mente no puede haber cambios en la sociedad. Se tiende a reproducir la vieja mentalidad, a corromper los nuevos moldes. Es el ejemplo del socialismo real, de la vieja Unión Soviética. El hombre nuevo del que hablaron San Pablo y el Che, nace del amor incondicional a todo lo creado y de la dimisión a todo egoísmo, a toda noción primaria de violencia y despojo.

Finalmente, ¿Quién es Tony Raful?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritor comprometido con la causa de su país, que mira su entorno y reflexiona como narrador de una época.

TR: Un dominicano con sensibilidad social, que ama la poesía y el buen decir. Una persona que cree en la superación humana, en el desarrollo de una nueva conciencia de solidaridad, que tiene fe en la transformación de los pueblos y en la igualdad de oportunidades, en la supresión de toda forma de miseria material y espiritual. Un hombre que ama la música y los versos, que admira la obra infinita de la creación de Dios y que agradece, que desanda imantado ante una mujer hermosa, que lee todos los días y sueña con utopías encantadas, un hombre de su tiempo comprometido con todas las buenas causas y los ideales libertarios.

Biografía activa de Tony Raful

Poeta, abogado, ensayista y politólogo. Tiene un doctorado en Derecho y una Licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, institución donde fue docente durante varios años en la Facultad de Ciencias Jurídicas. También se graduó de Comunicador Social en el Instituto Dominicano de Periodismo. Es miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua. Ha publicado, La poesía y el tiempo (1972), Gestión de Alborada (1973), Abril, nacen alas delante de tus ojos (1980), Visiones del Escriba (1983), Pájaros y horizontes sitiados (1984), La Dorada mosca del fuego (1988), Ritual Onírico de la ciudad y otras memorias (1983, primera edición, 2003, segunda edición), Las bodas de Rosaura con la primavera (1986), Poesía, Antología personal (1995), La Ciudad y el amor, junto a los poetas, Marcio Veloz Maggiolo, Lupo Hernández Rueda y Tomás Castro (1997), La Ciudad y sus cantos (2009), Danza del amor y los mandalas, poesía, (diciembre 2010), La barca y el gavilán (2012), Mirándote bailar, cantatas y partituras para amantes y duendes (2012), La loca del café sublime (2013), Empuñadura de la poesía y la historia(2011) . Ha escrito varios ensayos, entre ellos, El Síndrome de Penélope en la poesía dominicana, en colaboración con el escritor Pedro Peix (1986), Movimiento 14 de Junio, historia y documentos (1983, primera edición, 2007, junio y agosto, segunda y tercera edición), Emboscada al Relámpago (2001), La Revolución de abril de 1965 (1985), José Francisco Peña Gómez, aportes a la democracia y al desarrollo social y económico de la República Dominicana (2006) 100 años de poesía dominicana (1993), De Trujillo a Fernández Domínguez y Caamaño, el azar como categoría histórica (2013). Productor del programa cultural de televisión y radio, “Peña de Tres”, durante más de una década, junto a los escritores Andrés L. Mateo y Pedro Peix (1979-1991). Ha sido Director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña (1980-82), Director cultural de Radio Televisión Dominicana (1978-80), Presidente de la Junta Municipal de la Cultura (1998-2000), Secretario de Estado de Cultura (2000-2004), Diputado en los períodos (1982-86, 1990-94, 1994-98), actualmente es diputado electo (2010-16) al Parlamento Centroamericano, del cual ha sido Vicepresidente por el Estado de República Dominicana, con sede en Ciudad de Guatemala. Es miembro fundador del Consejo Mundial José Martí, proyecto de la UNESCO. Su nombre ha sido incluido en diversas antologías nacionales e internacionales de poesía. La Universidad Autónoma de Santo Domingo, a través del Consejo Universitario le otorgó un reconocimiento por su labor cultural y poética (1995). Representó al país en el evento internacional de poesía auspiciado por Unión Latina, en Roma en el año 2007. Fue seleccionado Joven Sobresaliente Jaycees, 1986, y Gran Supremo de Plata, 1999. Fue condecorado por el Presidente de Chile, Ricardo Lagos, con la MEDALLA DE HONOR PRESIDENCIAL DE CHILE, en conmemoración del Centenario del natalicio del poeta Pablo Neruda (2004), y por el Presidente Leonel Fernández con la CONDECORACION ORDEN DEL MÉRITO DE DUARTE SÁNCHEZ Y MELLA, EN EL GRADO DE CABALLERO (2012). Obtuvo el PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2014, la más alta distinción otorgada a un escritor dominicano, resaltando sus aportes a la cultura y su gran labor creadora, por la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura. Fue condecorado por el MINISTERIO DE CULTURA de EL LÍBANO, con la ORDEN KHALIL GIBRAN, por sus contribuciones a la cultura y literatura en su condición de descendiente de libanés (2014). Obtuvo el PREMIO NACIONAL DE HISTORIA (2013) por su obra, DE TRUJILLO A FERNANDEZ DOMINGUEZ y CAAMAÑO, EL AZAR COMO CATEGORIA HISTORICA. Premiado con el CAONABO DE ORO (2014) POR SUS APORTES A LA CULTURA Y LA LITERATURA DOMINICANA.

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