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ENFOQUE

¿Contra quién pelea los Estados Unidos en Irak?

EN VEZ DE ARMAS QUÍMICAS DE DESTRUCCIÓN MASISVA, LO QUE GEORGE BUSH QUERÍA ERA PETRÓLEO

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Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

SANTO DOMINGO.- Desde Alejandro El Grande y antes de él, la población de lo que es hoy Irak ha estado allí disfrutando la riqueza natural de lo que se conoce en la historia como Mesopotamia, la fertilísima tierra que dio albergue a los primeros asentamientos humanos, período que hoy conocemos como la antigüedad. Allí prosperó una civilización denominada Sumerios, que inició la escritura, las primeras monedas, la rueda y otros artilugios indispensables para la cultura antigua.

La primera ciudad conocida Ur, está allí y aún se conservan las tablillas de la escritura de esos primeros humanos, lo que nos ofrece una idea de lo que fue esa tierra que se denominó también la “Media Luna” de la civilización.

Nos referiremos a una época ubicada en los 4,000 años anterior a Cristo e incluso a Egipto o Tebas y que también dio albergue a los asirios, otro pueblo antiguo que hizo aportes importantes en la historia del mundo como lo vemos hoy.

Resulta fácil entender el carácter de las personas que heredaron esos lugares, que crecieron oyendo y dignificando su historia y con los siglos llegó a ser dominada por el Islam y conquistados para la fe mahometana como la gran mayoría de los pueblos del Medio Oriente, con excepción de Israel.

Chiíta o sunita o de cualquier otra tendencia religiosa, todos son mahometanos y se sienten devotos de sus preceptos.

Antes de que el petróleo se conociera en los términos que lo vemos hoy, en Bagdad, en la Edad Media, se había creado una Universidad de la Ciencia y cientos de inventos se llevaban allí para ser especializados. No eran pueblos -por mucho- nada primitivos sino impulsores del conocimiento hasta donde era posible entenderlo. Aportaron en la geometría y en la preservación de la civilización helénica.

Durante años fueron gobernados -ya en el siglo IXX- por el imperio Otomano, regido con disciplina por el pueblo turco, que prácticamente dominó la región hasta el siglo XX tras la primera Guerra Mundial, Inglaterra fue encargada por la Liga de Naciones para administrar esos territorios, dividiendo las fronteras conforme a sus intereses. Debió enfrentar también una grave resistencia.

A ese pueblo fue que llegaron los norteamericanos, motivados por el presidente George Bush a destruir su régimen -como lo hizo en apenas tres meses- e intentar reordenarlo para “la democracia”, según sus palabras.

Pero hasta Alan Greespan el paternal ex-presidente de la Reserva Federal, (el Banco Central norteamericano) afirmó en sus memorias que la invasión de Irak sólo tenía la motivación de controlar el petróleo que subyace en sus entrañas y que se considera que es la segunda más grande reserva del Medio Oriente. Los sectores más conservadores norteamericanos siempre ambicionaron a Irak desde mucho tiempo atrás, como garantía de acceder a sus reservas petrolíferas, dada la crónica dependencia norteamericana de los recursos energéticos.

Guerra equivocadaEl recién instalado presidente Barack Obama y el senador John Kerry ex-candidato presidencial del 2,004 y derrotado por Bush, coinciden en afirmar que la de Irak fue “la guerra equivocada en el lugar equivocado”.

Los círculos más recalcitrantes de la derecha política norteamericana, denominados “halcones”, siempre han querido desarrollar un control absoluto de los recursos del mundo para el beneficio de suplir la economía de los Estados Unidos, especialmente después que en 1989 se derrumbó la Unión Soviética, y el equilibrio del poder mundial desapareció y quedó Estados Unidos como la única potencia militar y política del mudo.

Invasión de KuwaitComo resultado de la ocupación del emirato de Kuwait en el 1990, por parte del Ejército de Saddan Hussein, lo cual le daba el control entre el 25 y el 30 por ciento del petróleo del Medio Oriente, Estados Unidos, encabezado por George Bush padre, maniobró para que Naciones Unidas autorizara una declaración para revertir la acción de Saddan Hussein.

Saddan resistió la posición del organismo mundial y a principios del 1991 se procedió a expulsar al ejército iraquí del territorio ilegalmente ocupado. Los más recalcitrantes de los sectores de la derecha norteamericana suspiraban para que las tropas de la llamada Coalición militar que recuperó a Kuwait, siguiera su camino hasta Bagdad par derrocar al tirano de Irak.

Pero el mandato de la ONU se circunscribía sólo a la liberación de Kuwait y las tropas debieron regresar atolondradas y sin ningún premio especial, a no ser los negocios con las familias reales kuwaitíes, que le debían su recuperación. Pero querían más.

Y así, tras la destrucción de las Torres Gemelas por un comando terrorista de Al Qaida el 11 de septiembre del 2001, el equipo de “halcones” de la recién inaugurada administración de George Bush hijo vieron la oportunidad de proclamar una guerra total contra el terrorismo y, de paso, llevarse en las uñas a un personaje de mala imagen mundial acusado de “tiranizar su pueblo” y que, peor aún, buscaba independizarse de la moneda norteamericana para negociar su petróleo en euros. El apetitoso tesoro petrolero parecía a la mano.

Destrucción masivaLa campaña para destruir el gobierno de Saddam Hussein, sin dudas un típico tirano como siempre abundaron en la región, tenía que comenzar presentándoselo al pueblo de los Estados Unidos como un aliado consciente del peor terrorista de la historia y líder de Al Qaida: Osama Bin Ladden. Saddan y Bin Ladden no tenían ninguna conexión.

La campaña fue tan intensa que atrajo también a Tony Blair, de Inglaterra, y al pretencioso presidente español José María Aznar, para ofrecer tropas y motivar a otros a cooperar con el esfuerzo bélico liderado por Bush para “salvar a la humanidad de los riesgos a que la exponía ante la ambición de un tirano cruel, como Saddan Hussein”, y sus alegadas armas de destrucción masiva.

Y no había mejor acusación contra el jefe de Irak que presentarlo como un ambicioso político que quería adueñarse del Medio Oriente, enemigo de los Estados Unidos y patrocinador del ataque a las Torres Gemelas. Ni siquiera se tomó en cuenta que Saddan se prestó al juego de enfrentar al Ayatollah Jomeini y su revolución como un servicio a los Estados Unidos y creyó que como gran premio le tocaba la lonja, compensación, el anexarse Kuwait. Pero se equivocó.

Con una posición anti-israelí, como todos los gobiernos árabes que reivindican los derechos de Palestina, Saddan apoyaba resueltamente el liderazgo de Yasser Arafat, fallecido jefe político palestino.

El otro gran error de Saddan fue atacar con armas químicas a la población kurda, que en el norte de su país han luchado desde siempre por su independencia y autonomía o, por lo menos, el reconocimiento de sus derechos. Pero ese ataque con gas debidamente documentado creó las condiciones para hacer prefigurar a Saddan como un tirano cruel que gaseaba a sus enemigos como lo hicieron los nazis contra los hebreos. Negocio resuelto.

La campaña contra Saddan Hussein fue articulada hasta en el mismo seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, adonde acudió el ex-secretario de Estado del primer gobierno de Bush, Colin Power, presentando “pruebas” gráficas de las armas de destrucción masiva que poseía Irak. Pese a todo ese esfuerzo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas nunca ofreció su apoyo a la invasión.

Pero Bush estaba resuelto a completar lo que no pudo terminar su padre en el 1991 y arremetió en marzo del 2003, no sólo contra el gobierno tiránico de Saddan Hussein, sino también contra más de seis mil años de civilización, creando un caos tal que piezas invaluables de la historia de los primeros asentamientos humanos probablemente se hayan perdido, especialmente las tablillas sumerias de las primeras escrituras en la historia de la humanidad, ubicadas en las ruinas de la ciudad de Ur. Un terrible daño colateral.

El ataque inmisericordeEn marzo del 2003 se inició el ataque masivo por aire y tierra contra Irak y se comenzó a desarmar pieza por pieza el régimen de Saddan Hussein. Los combates fueron feroces y las tropas norteamericanas liquidaron a las fuerzas iraquesas que lucharon denodadamente en las calles, los campos y los caminos.

El primero de mayo el presidente Bush proclama que la guerra había terminado, pero luego admitió que su optimismo fue exagerado y que todavía quedaba mucha guerra por pelear cuando la modalidad de guerra de guerrillas surgió en Irak, como hongos en una sabana después de las lluvias, y las tropas debieron enfrentarlos.

Faluya, Mosul y Basora fueron ciudades donde los combates fueron largos e intensos.

Pero esa situación parece superada, especialmente cuando reciente se celebraron elecciones y se dijo que hubo una concurrencia considerable. La pregunta surge entoncesÖ ¿contra quién es la guerra?.

Contra los terroristas sería la respuesta inmediata . Pero quién avitualla a esos terroristas se preguntaría. Irán, Siria, Jordania, Líbano u otras comunidades árabes...

Las tropas norteamericanas y de la llamada coalición mantienen la vigilancia en un país de más de 437,072 kilómetros cuadrados, con vecinos donde habitan cuadros hostiles a los Estados Unidos. Se supone que los extranjeros son conocidos en el área de Irak y muchos lugareños han constituido grupos adversos a lo que ellos definen como dirigentes de Al Qaida. ¿Pero se necesitan 140 mil tropas norteamericanas para esa labor de pacificación?

No se trata de una guerra como la de Vietnam. que recibía aviones, artillería, municiones y toda clase de ayuda de la Unión Soviética y China. Ni tampoco una guerra como la de Corea, en donde los chinos significaron el soporte de las tropas norcoreanas. No hay evidencia en el caso de Irak de contingente extraño alguno en el país a no ser pequeños grupos de militantes que se suicidan con un cinturón explosivo o en vehículo.

Existen muchas preguntas y pocas respuestas acerca del enorme contingente norteamericano en Irak a seis años de iniciarse ese conflicto matizado por un derramamiento de sangre casi incuantificable, ya que las distintas informaciones que se ofrecen difieren considerablemente.

Mientras la revista Lancet, de Gran Bretaña, habla de más de un millón de muertes, otras agencias las ubican en menos de 200 mil. Los muertos norteamericanos se han fijado en poco más de cuatro mil muertos y miles de heridos y los gastos para mantener la movilización de la llamada coalición le ha costado a los Estados Unidos más de mil millones de dólares.

Recién anunció el Presidente Barack Obama que las tropas saldrán de Irak para el 31 de agosto del año próximo, pero que quedará allí un contingente entre 35 mil y 50 mil tropas destinadas a darle soporte al renovado ejército iraquí.

Derrotar a Saddan, sin que aparecieran las famosas armas de destrucción masiva y liquidar físicamente a los cuadros principales de su régimen parece un resultado pírrico, dado el horror que ha significado este episodio que aún no termina. ¿Ha valido la pena?

La misma sociedad norteamericana ha dicho que no ha valido la pena porque las cotas de popularidad de Bush que al principio eran enormes, comenzaron a mermar cuando se hizo claro que era el petróleo y no las armas químicas y de destrucción masiva el objetivo del mandatario norteamericano y sus halcones. Por esa razón ganó Barack Obama la presidencia de Estados Unidos.

Mientras tanto quedará sin respuesta por ahora la pregunta: ¿Contra quién pelea los Estados Unidos en Irak?

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