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MÁS QUE BELLEZA

Prendados de su nuevo oficio

Dahiana J. VásquezSanto Domingo

SANTIAGO.- Desde épocas remotas, el ser humano ha querido exhibir su belleza, no sólo para mostrarse ante la sociedad, sino también para sentirse bien. El uso de accesorios, a base de joyas y bisutería ha servido de indumentaria para las damas que especialmente buscan verse bonitas. La bisutería, un arte ancestral, es realizada a base de piezas compuestas desde la porcelana hasta los alambres de latón, perlas, metales, Swarovski, entre otros. Por el gran auge que tiene dentro de la comunidad femenina es un negocio que, para quien se dedique a ello, resulta bastante rentable. Actualmente jóvenes de ambos sexos han hallado en este oficio la manera de sostener sus clases, proyectos, viajes y crear una economía tan personal como las piezas creadas. Talento precozRafael Rivero, diseñador santiaguero, afirma que desde niño sintió la aspiración de hacer collares al observar a su madre quien hacía piezas de bisutería, por lo que adjudica su vocación a su vena de joyero. Rivero, quien ha realizado trabajos para Stileto (una tienda elegante de Santiago con sucursal en la capital), considera que “es un negocio que si se sabe hacer, da buenos beneficios, además de ser un arte que las personas valoran”. “El poder adquisitivo es alto y más cuando se dirige al público femenino, es algo que llena a las mujeres que les fascina comprar este tipo de trabajo”. Según el joven dedicado a la creación de piezas de embellecimiento para las féminas, las dominicanas se han convertido en damas muy fashionistas a las cuales les encanta darse “mimos”. La experiencia de FrancynéFrancyné Abréu, estudiante de la carrera de Comunicación Social, también se ha visto envuelta en esta nueva modalidad al formar su propia mini-empresa. La joven diseñadora inició su camino en el área de los accesorios al llevar un collar a modificar y darse cuenta de lo interesante que le parecía. “Las mujeres no se han limitado a comprarlos, sino que están tomando clases de bisutería para crear sus prendas de acuerdo a su gusto e imaginación”, dice. Y esta joven comunicadora no ha sido la excepción, realizando collares, aretes y pulsas, ha aumentado su colección hasta convertir lo que comenzó como un pasatiempo en un negocio bastante lucrativo. “Me deja lo suficiente como para continuar mis clases, para invertir el doble en los pedidos, y para ahorrar una pequeña parte”, afirma Abréu y asegura que las ganancias dependerán del público al que va dirigido, del capital con que se inicie y de qué tanto se tomen en cuenta ciertos estándares de calidad.

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