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Lollapalooza: Festivales de música cada vez más adaptados a gente con necesidades diversas

Los macrofestivales de música se han vuelto populares en todo el mundo

Lollapalooza.

Lollapalooza.

Los festivales de música se adaptan cada vez más a personas en situación de discapacidad o que necesiten un respiro de la multitud, con tecnologías y espacios adaptados a ellas, como lo demuestran varias iniciativas del festival Lollapalooza de Santiago de Chile, que se celebró este fin de semana.

"He ido a festivales, antes de que hubiera espacios para personas en silla de ruedas, que lo más que te ofrecían era dejarte cerca del escenario, pero no se veía bien, solo escuchabas los altavoces, muy fuertes", recordó a EFE el coordinador de una tarima para personas con movilidad reducida del Lollapalooza, Benjamín Paredes, que también usa silla de ruedas.

Para Paredes, los espacios adaptados a personas con movilidad reducida son vitales: "Gracias a ellos podemos incluir a personas en silla de ruedas de una manera segura, disfrutar de un concierto como cualquier otra persona", dijo.

Los macrofestivales de música se han vuelto populares en todo el mundo, aunque, si bien son fuente de diversión para muchas personas, pueden tener barreras que impidan el disfrute de todos, como las aglomeraciones, los caminos sin un suelo firme o las largas distancias de los recintos.

Los espacios para la movilidad reducida son uno de los muchos servicios que pueden incorporar los macrofestivales, que poco a poco se van expandiendo esas ayudas, a medida que las exigencias se hacen más detalladas y la tecnología permite que aparezcan nuevos recursos.

MOCHILAS PARA SORDOS Y ESPACIOS TRANQUILOS

El Lollapalooza, con la colaboración de una fundación española que promueve la accesibilidad de la música para todas las personas, Music For All, probó este año unas mochilas diseñadas para personas sordas, que traduce el sonido del ambiente en vibraciones que hace sentir en el pecho de los usuarios.

Las vibraciones se combinan a la experiencia visual y aportan a las personas sordas la capacidad para sentir la intensidad de la música, explicó a EFE una de las encargadas del stand donde gestionan ese material, Andrea Morales; las vibraciones son más tranquilas con canciones melódicas, y aumentan la intensidad en temas enérgicos y con bajos graves.

Otra de las nuevas iniciativas que se encontraron en el Lollapalooza fueron unos recintos cerrados, separados con vallas metálicas del resto del público, para los asistentes que necesiten alejarse de la multitud o descansar de los estímulos de los espectáculos, tras sufrir, por ejemplo, un ataque de ansiedad.

En esos reservados, las personas que lo necesiten encuentran espacios tranquilos y personal del festival que los ayuda con la atención cognitiva que requieran, hasta que se sientan seguras y relajadas para salir otra vez.

QUEDA CAMINO POR RECORRER

Si bien los grandes festivales de música cuidan cada vez más la atención a las necesidades particulares de su público, siempre quedan ámbitos por mejorar.

Así lo remarcó Andrea Morales, sobre las mochilas con vibración: "Son una excelente experiencia, pero por ahora es una prueba. Ojalá se empiecen a implementar de lleno en otras ediciones y se hagan más conocidas, porque se han promocionado, sí, pero aún no hay capacidad para que lleguen a toda la comunidad", dijo.

En el caso de las tarimas para personas con movilidad reducida del Lollapalooza, con cada edición cambian de posición: en 2022 estaban en diagonal al escenario, con poca visión, y este año se colocó de frente al concierto; pero Benjamín Paredes reivindicó que se puede mejorar aún más la visibilidad para personas de baja estatura o con sillas de ruedas pequeñas.

Es lo que le pasó a Javiera Muñoz, una asistente al Lollapalooza que se mueve en silla de ruedas y que vio los conciertos desde una de esas tarimas: "Las barras de hierro de la tarima me tapan la vista, no se ve muy bien, y la malla que anuncia el espacio accesible desde fuera hace que tampoco se pueda ver entre esas barras", explicó a EFE.

Para ella, la mejora de la accesibilidad a los festivales pasa por preguntar al mismo público sobre sus necesidades: "Las discapacidades son diversas. A la hora de construir las tarimas -concluyó-, deberían pedir la opinión de las personas que somos usuarias".

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