Teatro dominicano: “Acepto”, crónica de un drama entre la vida y la muerte
La obra seguirá este fin de semana en la sala Ravelo del Teatro Nacional
“Si ella me faltara alguna vez”, una de las canciones más profundas y sentidas de Pablo Milanés, suena de fondo, mientras las luces perseguidoras iluminan, tenues, a los únicos dos personajes de la obra.
Ella, Judith Rodríguez, empieza un parlamento un tanto poético. Él, Pepe Sierra, desde una altura, lejana y sombría, le acolita la idea que se verá narrada durante toda la puesta en escena: el devenir del amor, el sacrificio, las inseguridades y el drama que conlleva a la convivencia de una pareja joven, el hecho de tener que enfrentar una terrible enfermedad de uno de ellos.
“¡Acepto! Lo que sea, pero contigo”, el texto del también actor Richarson Díaz, con dirección de Vicente Santos, que pudiera inferirse de antemano como una obra maestra por el equipo de probados y exitosos profesionales que la componen, fluctúa entre el drama y la comedia, sin que logre aterrizar, del todo, en el propósito esperado.
Quizás las expectativas han sido muy altas. Quizás la predisposición le ganó a la realidad. Quizás el mismo hecho de tratarse de figuras tan pujantes, tanto en el teatro, como en el cine, les hiciera a sus protagonistas confiarse, iniciando por el texto, pasando por la dirección, hasta llegar a las actuaciones.
Lo mejor de “¡Acepto! Lo que sea, pero contigo” es ese “tête à tête” teatral en el que Judith y Pepe se mantienen en escena, planteando los avatares de una relación que se va desgastando por el sufrimiento del hombre con cáncer; sus miedos, inseguridades y la negación en aceptar su realidad por temor a dar lástima y, esa mujer alocada, sin prejuicios e influenciada en todo momento por los recuerdos de una madre que también la dejó a muy temprana edad. Su sacrificio no tiene límites.
“Estoy llegando, no es llegar”, frase que se plantea varias veces durante la trama de manera lapidaria y contundente, tiene un trasfondo aleccionador, como un llamado a no perder tiempo en lo que pudo haber sido y no fue y que lo importante es el presente, lo que se vive, lo que se siente.
Judith y Pepe son dos excelentes actores, lo han demostrado muchas veces. Sin embargo, hay algo en esta pieza que les resta a ambos, más a ella que a él.
La caracterización del hombre enfermo, sin exagerar demasiado, salva bastante la actuación de Sierra; contrario a ella, a quien se la ve demasiado confiada, sin mostrar mucho histrionismo, más bien siendo la Judith que vemos en sus redes sociales, le crea cierto “ruido” a su interpretación.
Y es que la línea entre lo bueno y lo malo es muy delgada, por lo que se debe tener mucho cuidado.
“¡Acepo! Lo que sea, pero contigo” no debe ser planteado de forma trivial. Se habla de cáncer, de muerte, de sacrificios mutuos, entonces, ¿por qué banalizarlo con un humor que, aunque no es de mal gusto, quita seriedad a lo que se cuenta?
Seguimos apostando al teatro local, a la dramaturgia local, al talento local y somos de los que históricamente hemos defendido a cada uno de los que están involucrados en este proyecto, sin embargo, no por ello vamos a dejar pasar por alto detalles tan importantes como el planteado en el párrafo anterior.
La obra puede mejorarse. Pero nunca, jamás, quitar ese final sorpresa, con el que su autor, Richarson Díaz, aporta el elemento más trascendental.
Lo inesperado siempre será bien recordado y con éste, indiscutiblemente, se anotaron el mayor puntaje de toda la función.
Reiteramos, creemos en el talento de Judith, de Pepe y de Vicente, sólo que una introspección colectiva, no dejarse envolver por lo que representan, sino intentar dar a cada trabajo el máximo de calidad y reivindicando ese puesto que se han ganado en base a trabajo, esfuerzo y disciplina, les vendrá mucho mejor en trabajos posteriores, si es que éste, por cuestiones de logística y tiempo de presentaciones, no puede ser “mejorado”.
La obra se sigue presentando este fin de semana en la sala Ravelo del Teatro Nacional, viernes y sábado a las 8:30 de la noche y domingo a las 6:30 de la tarde. Ver teatro siempre es bueno para el alma.