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Jerry Vargas: un nazareno del merengue que vivió sus años dorados
Jerry Vargas dejó inscrita en sus 65 años de vida una etapa de gloria como uno de los merengueros más pegados en la década de los 80, época en la que se dio a conocer con el mote de “El Nazareno”, registrando una historia personal y artística que muy bien podría servir para el guión de una película.
A la hora de su muerte, este sábado, Jerry Vargas no pudo contar con la suerte de tener una fortuna económica y previo a sufrir las peores consecuencias de su "mala vida" se mantuvo hasta hace un tiempo tocando en diferentes bares de la ciudad, acompañado de su piano.
Vargas, quien a principio de los 80 saboreó las mieles del éxito cuando pegó temas como “Ojos mexicanos”, "Hijo de la ruta" y “Bésame mucho”, terminó sus días en una situación precaria que se acentuó hace unos años al deteriorarse su salud.
Entre sus temas conocidos también se cuentan “Teorema de amor”, “Siempre te amaré”, “El borrachón”, “Ámame”, “Quiero mi pueblo”, “El cilantro”, “El huevero” y “El desengaño”. Este último, de su autoría, obtuvo una nominación en los premios Casandra.
¿Qué recuerdas de la época de los 80 cuando te llamaban El Nazareno?, le preguntaron reporteros de Listín Diario en febrero de 2011, a raíz de un accidente de motor que sufrió entonces. Él respondió con incoherencias, pero interpretó, como pudo, dos estrofas del merengue “Tus ojos mexicanos lindos”. Luego dijo: “Linda canción esa. A mí me gusta la música bien hecha”.
Su música, además de República Dominicana, trascendió a otras plazas como en Estados Unidos y Puerto Rico.
Jerry Vargas vivió su vida ligado a la música. Era un niño de apenas nueve años cuando se interesó por esta área. Empezó a tocar guitarra y a cantar todos los temas que escuchaba en la radio.
Siendo un adolescente, en Las Guáranas, municipio de la provincia Duarte, donde nació el 11 de agosto de 1954, formó un grupo con los amigos de su localidad.
“Jerry Vargas tocaba el tres, y sus amigos con cascos de botella hacían música como si fuera una trompeta; otro de ellos tocaba muy bien la marimba. Así empezó a tocar música”, recuerda su hermana Sonia.
Ya con más conocimiento, Jerry se paseaba por las calles de su barrio en una bicicleta con su guitarra en la espalda tocando serenatas a las jóvenes del lugar.
El muchacho en ese entonces estuvo con las orquestas El Combo Candela, en Nagua, y El Charro Mejía, en Pimentel. Más tarde entró a La Gente del País y a Los Hermanos Rosario, con las cuales adquirió conocimientos en el área, especialmente como pianista.
“Estando con El Combo Candela vinimos a grabar un merengue a Radio Guarachita y en uno de esos viajes decidí quedarme en la Capital y luego de eso fue que participé con todos esos grupos musicales”, recordó “El Nazareno” en entrevistas.
Antes de conformar su orquesta, en marzo de 1983, Jerry Vargas se ganaba la vida tocando en el circuito de piano bar, donde interpretaba canciones de moda a ritmo de guitarra.
En los 70 viene a la Capital y en los 80 forma su agrupación logrando convertirse en una novedad, ya que su apodo “El Nazareno” le permitía vender una imagen diferente, pero además la propuesta musical que tenía en esos momentos se sumaba a la avalancha de merengue que por esa época disfrutaba el país.
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PRIMEROS TEMAS FUERON PROHIBIDOS
Con “El huevero” Jerry Vargas saltó a la atención mediática, pero el merengue fue prohibido por la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía (CNEPR), al igual que el merengue “El hijo de la ruta”.
Su tercer tema se tituló “El cubanito”, que también fue censurado por la CNEPR. A este merengue luego le fueron cambiadas las letras, pero la presidenta de la Comisión de esos años, Zaida de Lovatón, no lo aceptó, debido a que ya la gente lo tarareaba como si se tratara de la primera versión, apunta Fausto Polanco en su libro "Merengueros".
"Recuerdo que aunque le cambié las letras a El Cubanito, las emisoras no querían sonarlo y es cuando visito a doña Zaida y me dice: -Usted parece un muchacho serio, trate de buscar otro camino y apártese de todas esas vagabunderías, y así lo hice", recordó en una de las entrevistas en vida.
Su versión en merengue de "Ojitos mexicanos" le dio el empuje que necesitaba para establecer una carrera en la que se destaca "Siempre te amaré" como uno de los más hermosos merengues de los 80.
Su frente grupal también se caracterizó por la coreografía en sus bailes, que siguiendo una tendencia de los 80 le dio a Jerry Vargas un puesto entre los grupos de mejor sincronización sobre el escenario.
"Yo recuerdo que mi orquesta era una de las que más fiestas tocaba. A nosotros nos pagaban de siete a diez mil pesos por baile, por lo que era una de las más cotizadas", afirmó Vargas al libro "Merengueros".
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ADICTO A LAS DROGAS, UN MOMENTO DIFÍCIL Tras seis producciones discográficas, Jerry Vargas viaja a Estados Unidos en una gira con su orquesta.
En esa época la crisis comenzaba a arropar a las agrupaciones merengueras y todos los músicos decidieron quedarse a vivir ilegal en Estados Unidos.
Según sus explicaciones, el empresario Ricardo García en 1989 abandonó al grupo a su suerte durante una gira, dejando supuestamente a todos los integrantes de la orquesta sin sus documentos personales y perdidos en una ciudad para ellos desconocida.
"Ese señor, García, nos dejó solos en Nueva York y por más que lo buscamos nunca dimos con él. También se quedó con los instrumentos del grupo. Quisimos levantarnos de nuevo, pero no pudimos lograrlo, y así empecé una vida desordenada", confesó.
Allí Jerry trató de volver a formar su orquesta, pero la situación era difícil. Las drogas comenzaron a arropar su vida y se convirtió en un adicto.
"En ese tiempo tenía muchos problemas familiares, específicamente la separación de mi exesposa y otras cosas más me llevaron a adentrarme en este vicio. Luego me quedé solo en Estados Unidos y eso fue lo que más me deprimió", relató.
En esos cinco años consecutivos de consumo de estupefacientes pernoctó en estaciones de trenes, con poca ropa, muchas veces sin bañar, barbudo, irreconocible... También en un momento se refugió en el alcohol y consumió hasta crack. Durante esa época tocaba por poco dinero en Nueva York y apenas podía sobrevivir.
A mediados de los años 90 le conformaron una nueva agrupación musical junto a Rafelín Hernández, en la cual se invirtió un millón 300 mil pesos, dinero que se perdió porque él no asumió la responsabilidad por estar en los vicios.
"El drogadicto no piensa y a los dos meses de formar la orquesta de Rafelín me descarrié, porque me dieron un dinero y me lo metí de crack todo", aseguró a "Merengueros".
En 1995 El Nazareno llegó al país muy enfermo y se internó junto con uno de sus coristas, Raúl Silfa, en Hogares Crea.
“Mi tío se recuperó por completo y se graduó de este programa después de tres años. El ya llevaba una vida sana y tenía como fuente de trabajo tocar en diferentes pianos-bar de la capital y hacía presentaciones en el exterior del país también”, contó su sobrina a Listín Diario en 2011.
Luego de su anunciada recuperación de las drogas, intentó regresar al escenario, pero no encontró el respaldo económico necesario.
En el 2007 dijo que tenía una producción que esperaba ver publicada con el apoyo de un empresario discográfico. Este sueño no lo logró y su vida artística jamás volvió a ser igual que antes.
Jerry vivía solo en su casa en Residencial Brisas del Este. Fue padre de seis hijos. De ellos cuatro viven en Estados Unidos, una es DJ en España y otra de sus hijas reside en República Dominicana.
El pasado domingo el merengue fue trasladado a la clínica Cruz Jiminián en estado de gravedad por una unidad del 9-1-1, con una fibrilación ventricular muy severa por lo que tuvieron que darle electroshock para revivirlo, dijo esta semana el doctor Antonio Cruz Jiminián.
El médico recordó que el pasado diciembre Vargas fue trasladado del Hospital Moscoso Puello a su clínica con problemas cardíacos, una neumonía masiva, varios infartos cerebrales y una insuficiencia renal que ya se había clonificado. Este sábado sus familiares anunciaron su muerte, a los 65 años de edad.