“Érase una vez en... Hollywood”
Cine dentro del cine al estilo Tarantino
Quentin Tarantino hizo su estilo a base del reciclaje y puesta al día de distintos estilos de filmes, sobre todo de serie B, de los 60s y 70s. Fan del spaguetti western, las cintas de artes marciales chinas y los film noir, entre otros, se formó la estética de sus filmes, que llegan al nivel de arte, pese a que lo ha hecho “copiando” estilos de películas muchas veces consideradas mediocres por la crítica.
Y como admirador del cine, más que nada, ha creado una filmografía llena de homenajes y refencias al que tanto le gusta, logrando con “Érase una vez en...Hollywood” (Once Upon a Time... in Hollywood) la pieza en la que más expresa esa veneración.
Como en “Inglorious Basterds” (2009), Tarantino vuelve a colocar su trama en un momento histórico real y con personajes de la vida real que interactúan con los ficticios.
Es 1969 y Leonardo DiCaprio interpreta a Rick Dalton, un actor de series de televisión que busca dar el salto a la gran pantalla. Todo esto mientras sufre una crisis de inseguridad al entender que su carrera está terminada. Como historia secundaria está el momento que vive la actriz Sharon Tate, que encarna Margot Robie, y quien es vecina de Dalton junto a su esposo, el director Roman Polanski (Rafal Zawierucha). Ambos en el cénit de sus carreras.
En este artículo la palabra cine se repite más que en cualquier otro que haya escrito por el hecho de que eso es esta película: puro cine. Cine dentro del cine al más alto nivel.
Porque sobradas veces se han hecho producciones que se desarrollan dentro del rodaje, de la vida de actores o realizadores, pero esta hace sentir al espectador que es parte del rodaje. Ejemplo de ello es la escena en la que están rodando el episodio de la cantina que comparte Rick Dalton con James Stacy, y que el primero se equivoca y la cámara pareciera que la mueve el público.
Otro elemento que mete más al espectador en la trama es la música. El uso que se da a este aspecto en las películas de Tarantino es parte de la creación de su universo sígnico. En esta el sonido tiene un especial uso ya que todo el metraje está reforzado solo con música diegética.
Es decir, que todo o casi toda la música que suena es de estaciones de radio, principalmente con vehículos en movimiento y en los que se escuchan los locutores en los programas que las suenan. Incluso, hay momentos en que una melodía suena empezando de manera incidental, pero que al pasar a otra escena nos damos cuenta de que es otro de los personajes que la escucha en algún reproductor, tocadisco o aparato de radio.
Se recalca el homenaje al Hollywood de finales de los 60, cargado de referencias que se escapan a los ojos de tantos que son. Filmes de esos años como “CC and Company”, “Three in the Attic”, “The Wrecking Crew”, o series de televisión como “Mannix” y “FBI”, entre muchos otros.
Tarantino además se luce como director de actores, tanto con los principales (DiCaprio y Pitt están muy bien), e igualmente con los secundarios, como los veteranos Al Pacino y Bruce Dern, o la jovencita Julia Butters.
Esto hace que este filme sea más disfrutado por cinéfilos que distingan cada guiño.
Como en la mencionada “Inglorious Basterds”, Tarantino crea su propio historia en base a los hechos que todos sabemos que sucedieron, y los cambia a lo que él hubiera querido. Bueno, nosotros también preferimos su versión.
CLAVES
Actores suyos. Quentin Tarantino usa aquí secundarios que ya han trabajado con él en otras producciones. Entre ellos Bruce Dern, Kurt Russell, Zoë Bell, Michael Madsen.
Dirección de arte. La ambientación envuelve con detalles de lugares que reviven el Hollywood de los años 60, como cines, restaurantes, bares, calles y otros detalles que son de lo mejor que tiene esta película.