CINE

‘El viaje de diez metros’, hermosa y suave historia

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Si hacemos un poquito de memoria, recordaremos que hasta hace muy poco se exhibía “El Chef” en nuestras salas. Y ese filme era sobre un renombrado chef que devenía en vendedor de emparedados y arepitas y todo era felicidad. Ahora, el sueco Lasse Hallstrom vuelve sobre un cocinero indio que viaja a Francia con su familia por los problemas sociales en su país y, al llegar por accidente a un pequeño (y encantador) pueblecillo en medio de la campiña, decide el “pater family” comprar un local cerrado y abandonado para instalar allí su restaurante. Pero, en frente, a unos cuantos pies (no son 10 metros como sugiere el título en español, son 100 pies), está un restaurante famoso que ostenta dos medallas Michelín, y hay que recordar que esas medallas son lo más grande que puede exhibir un restaurante do quiera esté. Lo más interesante de la película reside en la primera parte, o sea, en la presentación y definición de los personajes, los de la India, los franceses, Madame Mallory, la dueña del famoso, incluida, por supuesto; el interés continúa y se incrementa con la enconada rivalidad que surge: los franceses, muy orgullosos de su cocina, no soportan la intromisión, y los encontronazos en unos y otros no se hacen esperar. Pero luego, ya por las dos terceras partes de la historia, las ideas del guionista se tornan más suaves y complacientes y vemos cómo, muy poco a poco, los pormenores de la historia van pasando de historia a historieta y los personajes se van tornando más y más convencionales hasta que, pasados esas dos terceras partes, quien está viendo la película y no sepa cómo habrá de terminar es porque es muy bobo, ha visto muy poco cine o se ha quedado dormido: todo es tan predecible como saber que con la mañana va a salir el solÖ aún cuando esté nublado. Helen Mirren siempre es una estupenda actriz, y los chicos indios, Om Puti (el Papá), Manish Dayal (Hassan), se desempeñan bien, lo mismo que Charlotte Le Bob (Marguerite), que es bonita y tierna como conejillo de indias. O sea, que la película es buena en su conjunto, pero decepcionante porque abandona o no sabe mantener un curso que era de lo más interesante para terminar complaciendo al gran público como si de un político cualquiera se tratara. Hallstrom las ha hecho mejores, sin duda alguna.

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