DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

Salvo

En esta obra, el tema de la mafia deja al lado su secuela de sicariatos y muerte para optar por el campo de la ciencia. Parece imposible. Los grandes maestros del cine han aportado ángulos espectrales al fenómeno de la “cosa nostra”. Siempre partiendo de improntas vinculadas a la violencia y mensajes de vendetta. No parecía posible que un tema tan tratado y preferido por los amantes del cine atendiera más a problemas de naturaleza clínica. “Salvo” lo demuestra. Como obra de arte, poco aporta a la tradición del séptimo arte con la mafia italiana como telón de fondo; menos todavía si la comparamos con la emigración siciliana a América, tema que ha inspirado a genios del cine como Coppola, y Scorsese o actores como De Niro, Pacino, Brando, Caan y muchos más. La película convence. Se graba en la memoria gracias a su capacidad por mantener en vilo a un espectador no acostumbrado a enfrentar un supuesto filme de acción por los crímenes que cometa o no el protagonista, sino por su relación con una adolescente ciega que él rapta en contra de su voluntad y con la cual establece vínculos humanísticas, Pero más que su novedad temática, está la brillantez de su puesta en escena. “Salvo” es la ópera primera de dos jóvenes realizadores italianos. De ellos y de esta obra se tienen muy pocos datos. Pero solo con disfrutarla, el espectador puede captar su naturaleza interiorista, llena de interrogantes, al igual que el trazado de los personajes y la disciplina de los actores para encarnarlos. Pero lo que más llama la atención de esta película de Piazza y Grassadonia es el manejo del silencio como protagonista de la historia. Muy pocos diálogos. Muy pocas palabras. Un asimilado aliento del coreano Kim Ki-duk se ha adueñado de la pantalla y el espectador disfruta esas miradas cautivadoras, de esa fotografía inmejorable, de ese sentimiento sufrido, del afán de culpa, del odio, de la piedad, del temor, la venganza y, sobre todo, de la llegada del milagro como flor oculta y espacio de recompensas. Los personajes, descritos desde la mudez, crecen sin recursos literarios ni subterfugios teatrales. Brillan porque los directores decidieron la ausencia explicaciones textuales que sobrecarguen de información al espectador. “Salvo” es una cinta cruda y cruel; posee secuencias sugestivas que rompen la eficacia del guion y contribuyen a su monotonía, pero no podemos negar que estamos frente a un producto cautivante, con una puesta en escena cercana a la pulcritud, con imágenes inolvidables, con una elegancia en el manejo de los planos y una música demasiado atenta a los sonidos del alma humana, a los temas cercanos al drama existencial de los protagonistas. Ficha técnica: País: Italia. Año: 2013. Duración: 113 minutos. Dirección y guion: Fabio Grassadonia, Antonio Piazza. Reparto: Luigi Lo Cascio, Saleh Bakri, Redouane Behache, Sara Serraiocco, Jacopo Menicagli. Premios: Mejor película y Discovery Award de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2013. Selección oficial del Festival REC de Tarragona. Sinopsis: Un sicario siciliano secuestra a la hija ciega de una de sus víctimas. La relación entre ambos personajes tomará un giro inesperado y en medio de esa relación surgen inesperadas recompensas para ambos protagonistas.

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