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DRAMA Y AMOR EN CARTELERA

‘Trópico de Sangre’

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Fue mucho lo que esperamos este film, fueron muchas las esperanzas que pusimos en la balanza aguardando un estreno que se postergaba meses y meses. Pero ya la vimos, ya la vieron muchos aficionados, ya la aplaudieron al finalizar su sesión de estreno en Fine Arts. Nosotros no aplaudimos. Una historia tan cruda, dramática, intensa y apasionante como la de esas hermanas Mirabal debió sacudirnos de arriba abajo, debió sembrarnos en la butaca, debió hacernos revivir aquellos momentos cuando se supo la terrible verdad. Pero no sucedió así. En realidad, “Trópico de sangre” ofrece un desarrollo uniforme, bastante plano en lo que se refiere a emociones. Ni siquiera la secuencia del asesinato de las hermanas y el chofer Rufino de la Cruz resulta sobrecogedora, impactante, tal vez por el uso de la música instrumental que embarra las imágenes. Además, en esa secuencia hay un detalle que nos parece falso: si a los cuatro asesinados les arrojaron en el pequeño jeep para simular un accidente, ¿por qué razón a Minerva la introducen en el auto de los sicarios para luego rematarla? Al parecer quisieron conseguir mayor efecto dramático, impacto, con la crudeza del golpeo y el remate a cuchilladas, pero no tiene nada de lógico hacerlo en el otro auto cuando pudieron hacerlo igual en el jeep. Por otro lado, muy bien que se inicie con Dedé Mirabal, pero al hacerlo de esa manera entonces tuvieron que terminar también con ella, y eso le resta fuerza al final, se roba la contundencia de un final que debió ser apabullante con esa breve secuencia que deviene en anticlímax. Es buena labor la fotografía de Ricardo de Angelis, pero en la edición se descuelgan los saltos aquí y allá. Se nota a las claras que la película iba a durar más, tal vez mucho más que esa hora y 56 minutos y que por ello hubo que darle tijera, y es por esa razón que suceden cosas en el relato que no tienen explicación: usted ve a las Mirabal presas y, al rato, están en su hogar y nadie sabe qué sucedió, y lo mismo sucede con sus esposos y cómplices: presos, luego libres, y tampoco se sabe la razón. Que nosotros sepamos lo que sucedió no es excusa: todo aquel que la vea en otros países se hará las preguntas y no tendrá repuesta. Escenas como la reunión de Trujillo con sus adláteres en aquel espacio amplio y desnudo no tiene fuerza dramática. Debió buscarse una oficina cualquiera para que se hiciera en tonos más sombríos y con Trujillo como figura dominante. En cuanto a las actuaciones, no parecen nada del otro mundo. Por ejemplo en “La Muerte del Chivo”, de Lucho Llosa, el Trujillo de Tomás Milián, por más que digan que el Jefe no se vestía de manera tan desgarbada (cosa que sucedió porque ya su ropa estaba hecha cuando el actor enfermó y rebajó casi 30 libras), es el rostro de Milián lo que revela la saña diabólica del tirano, su sevicia, su inmensa capacidad de odio y furia. Juan Fernández, aparte de un maquillaje pobre, nunca llega a lograr tal cosa. En verdad, el único actor que nos llamó la atención fue César Ëvora en su rol de Antonio de la Masa, quien revela su profundo odio hacia el opresor en su rostro y su voz. En fin, que es un film potable, que no nos avergonzará fuera, pero que tampoco nos apasiona. Pero, seguimos avanzando. FICHA DE EVALUACIÓNTrópico de sangre.Dirección y Guión: Juan Delancer Fotografía: Ricardo De Angelis Musicalización: Manuel Tejada Intérpretes: Michelle Rodríguez, Juan Fernández, Sergio Carlo, César Évora, Liche Ariza, Luchi Estevez, Sharlene Taulé, Celinés Toribio, Cruzmonty.

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