Protestas

La primera vez que Fito llegó a Santo Domingo, fue con el propósito de trabajar. En su campo no había posibilidades de conseguir un empleo decente. Un amigo le dijo que en la capital había muchas oportunidades. Fito tocó muchas puertas, pero siempre le decían: “No hay vacantes”. Después comprobó algunas incongruencias, como por ejemplo al leer una oferta de empleo para un oceanógrafo. “No se necesita experiencia”, decía el anuncio. Otro pedía un chofer. “Es imprescindible un doctorado en conducción y capacidad para guiar vendado”. -“Esto es de locos”, dijo Fito, hasta que conoció a Pepe El gordo, quien le recomendó: “Intenta en una oficina del Gobierno”. Fue al Edificio de Oficinas Gubernamentales, donde preguntó a una señora de la limpieza: -Doña, ¿cuántas personas trabajan en este edificio? La señora, después de mirar de arriba abajo el edificio, le dijo: -La mitad, señor, la mitad.