DESDE LA ÚLTIMA BUTACA
Vicky, Cristina y Barcelona
Ficha técnica: Dirección y Guión: Woody Allen. Países: España y USA. Año: 2008. Duración: 96 min. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Reparto: Javier Bardem, Patricia Clarkson, Penélope Cruz, Rebecca Hall y Scarlett Johansson. Sinopsis: Dos jóvenes norteamericanas, Vicky y Cristina, llegan a Barcelona para pasar sus vacaciones. Entablan amistad con Juan Antonio, un pintor carismático que todavía ama a su ex esposa, María Elena.
I
Si Woddy Allen hubiera visto la comedia cubana, “Perfecto amor equivocado”, no habría filmado Vicky Cristina y Barcelona. No lo hubiera hecho porque a pesar de la evolución de su discurso cinematográfico, el director de “Casandra Dream’s” sabe de cine lo suficiente como para darse cuenta de que el producto realizado en la Mayor de las Antillas, no acudió a triviliadades para armar una historia sobre la promiscuidad en las relaciones sentimientales, sino que unió a su denuncia un humor contagioso, desbordante y a todas luces demasiado cercano al perfil de los que hablamos el idioma de Cervantes.
Woody Allen no debe conocer mucho del cine cubano. Pero el día que vea esta película, admirará a su director, Gerardo Chijona, y tal vez sentirá cierta vergüenza profesional por haberse enrolado, mucho después, en un proyecto que no supera al “desconocido” director antillano quien, con muy pocos recursos puso en escena un guión impecable.
En “Vicky Cristina Barcelona”, Woody Allen pretendió el humor a partir del sobresalto. Armó una película de coartadas y lazos coincidentes donde la hilaridad más que pretendida es vulnerable y nebulosa. Su triángulo amoroso de lados cambiantes no disimula una reiterada pretensión exhibicionista enfocada, sobre todo, a partir de la exuberante belleza de su diva de turno, Scarlett Johansson, y de la aparatosa personalidad de Penélope Cruz.
Allen, evidentemente quiso llamar la atención con ambas figuras y lo hizo a partir de sus atributos externos. Esto hizo posible que el deslumbramiento físico de sus protagonistas fuera sinónimo de bostezos para un espectador que no pretenda creer en el rostro de las protagonistas. Cruz, fue manejada por el director a partir de sus toquecitos deslumbrantes y lejos de trasmitir cierta vitalidad interior, se deshace en clisés desfigurados, bravatas y gemidos.
Entre ambas “modelos”, Javier Bardem encarna al peor personaje de su exitosa carrera, un ser traslucido y boquiabierto en espera de mensajes que nunca llegarán para hacerlo palpitar.
Allen desaprovecha la belleza de la capital catalana, y se pierde en el tour. Evidentemente, busca un espacio sobrenatural, extravagante y sensual, al estilo de la piel de sus protagonistas.
Este estereotipo es el principal problema de un guión superficial, carente de fabulación, donde no existen identificaciones ni empatías hacia nadie, sino un sentimiento de irreflexión y de una morbosidad casi infantil: Aquí, el arte por el arte hace gala de sus mejores ofrendas. Esta no parece una película de Woddy Allen, sino un sueño sin opciones, donde el amor no es otra cosa que un perfil encerrado en su memoria desfasada. Esta historia lineal apaga la posibilidad de reflexionar sobre el tema de la infelicidad en el amor. Woddy Allen hizo un simple souvenir “para mal pasar el rato”.