El Norte
jueves, 19 de agosto de 2021
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SONAJERO
Amar la vida
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Transitaba a poca velocidad y por el carril correspondiente. La motocicleta -en vía contraria- casi se estrella en el vehículo que guiaba. Me asusté, me detuve y solo atiné a mirar el daño, percibiendo a distancia y a toda velocidad el conductor de comportamiento abusador con su vida y la de los demás.
El mismo día, pero en la noche, regresaba a casa por una calle muy transitada. Mantuve la tranquilidad frente a un conductor que muy adrede limitó la circulación para conversar con el chofer de otro vehículo. El llamado de los demás, para nada le inmutó. Al concluir la charla, en plena vía, el hombre se dirigió al volante mirándome de manera intimidante. Respiré y seguí la marcha cuando él me lo permitió.
Otro día, en la estrecha calle Beller, una conductora se detuvo a chatear frente a un restaurante. Los vehículos que debían atravesar el espacio tuvieron que subir a la acera. Y ella, sin mostrar un ápice de empatía. Una señora le llamó la atención y la empapó de insultos.
El fracaso acecha. La violencia a la franca campea en nuestras calles. A veces se disfraza de inconciencia o torpeza; otras tantas en vocería odiosa, en amenaza, en herida, en el disparo que enlútese para siempre.
Sé que la salud mental puede quebrarse ante la cantidad de situaciones e incertidumbres cotidianas. Sé que vivir es un desafío y cada quien lucha con sus miedos y demonios internos. Además, pesan mucho los compromisos. Lo sé, lo sabemos.
Pero nada se logra ventilando un ogro y vejando a los demás. Tampoco creerte la versión caribeña de Superman al volar bajito en el asfaltado. La calle es un escenario de uso común donde también muestras de qué estás hecho y quién eres.
Respetar las normas y ponerse en los zapatos de la otra persona es una manera de amarte. Y amar la vida.
Te invito a ofrecer siempre lo mejor de ti. Cultivemos más empatía en carretera.