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Grisbel Medina R.Santo Domingo

La octogenaria pediatra Angelina Mercedes de los Santos Johnson fue estrangulada en su casa. Vivía en Bella Vista, Santo Domingo. Disfrutaba del retiro alimentando las palomas, pendiente del jardín y sabiéndose querida por su comunidad. Por muchos años trabajó como pediatra en el Hospital Infantil Dr. Robert Reid Cabral.

Hace siete años, en similares circunstancias fue asesinada Ana Estela Diloné, la madre del expelotero Miguel -Guelo- Diloné en su residencia del sector La Joya en Santiago.

En San Francisco de Macorís, María Julia de la Cruz Ulloa, de 36 años, fue atacada por Roberto Kisley, quien la hirió catorce veces con un cuchillo, de cuya agresión perdió el ojo izquierdo. Estilista y madre de tres hijos, María Julia no conocía su agresor. Vive en el sector Santa Ana y mientras conducía su hija, fue atacada por Kisley, a quien se le atribuyen varios delitos de la misma magnitudÖy nunca era alcanzado por la policía.

El pasado domingo, la vecindad de la víctima realizó una actividad (kermés) para recaudar fondos que le permitan instalarle una prótesis en el ojo. Roberto Kisley, el agresor de María Julia, está prófugo. Sus vecinas se quejan de que para el pobre nunca hay justicia. Ojalá que la policía de Macorís no tenga criminales favoritos y cumpla su rol.

Hace unos días el propietario del club nocturno Doll’s House, Rafael Elías Alcántara fue condenado a seis años de prisión por trata de personas y por explotar sexualmente a mujeres que eran traídas desde Venezuela, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Perú, Ucrania y otros países. En La Victoria deberá cumplir la pena. Alcántara encabezaba la red criminal culpable de explotar sexualmente a mujeres, a quienes ubicaba en sus constantes viajes al exterior.

La violencia de género, la violencia social, el raterismo, la trata de personas, tiene a las mujeres como víctimas preferidas. A eso súmele la intimidación política que las acorrala a los departamentos de ®asuntos sin importancia® y la violencia de carácter económico. Y si fuera poco, agregue la explotación comercial del cuerpo femenino en medios electrónicos y en la publicidad. Ser mujer es un desafíoÖ aquí y en todas partes del mundo.

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