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Las caras del crecimiento vertical de Santiago
Hablar del mercado de las viviendas es hacer alusión a un área que se encuentra vinculada linealmente con la dinámica urbana general del desarrollo de la ciudad de Santiago.
Esto, además de aplicar para esta, también lo hace para las grandes ciudades de la República Dominicana, aunque actualmente se evidencia más en Santiago, puesto que en los últimos 10 años el crecimiento horizontal ha sido considerable, destinándosele así gran cantidad de espacio al uso del suelo residencial y edificios de varios niveles para viviendas, lo cual representa numerables beneficios para la provincia, y otros tantos inconvenientes.
Impacto En cuanto a la manera en cómo se expresa el mercado, que es mediante la generación formal e informal de viviendas, la Comisión Técnica de Estudio del Uso del Suelo en Santiago 2020 explica que “su impacto en la conformación urbana y el desarrollo urbano es innegable”.
Según la comisión, en Santiago la forma de oferta que predomina es la individual de soluciones habitacionales, sobre la manera colectiva.
Para la última década, el incremento en la construcción de viviendas de más de cuatro niveles ha representado una dinamización económica, debido al importante papel que juega este crecimiento vertical para la economía de la provincia y también de la región, puesto que todo lo que sea construcción dinamiza la economía, generando empleos y circulación de dinero en general.
Sin embargo, hay diversos elementos a tomar en cuenta cuando de crecimiento en término urbano se trata, por la razón de que involucra más que la dinámica económica.
Precauciones. Julio Corral, consultor del Plan Estratégico de Santiago, entiende que esto de crecer de forma vertical y horizontal conviene, pero solo bajo ciertas condiciones, debido a que de no ser así, se podría estar generando más problemas que soluciones, especialmente por el tema de la pérdida de espacio agrícola, y todo lo que esto implica, cuando no es con responsabilidad.
Construcción con visión integral en estructuras altas Cuando se trata de incremento en la construcción de edificaciones de altura, se debe tener muy pendiente el desafío de investigar si la inversión genera beneficio y ahorro a la ciudad, puesto que de poco sirve realizar una cuantiosa inversión en una estructura, cuando el Estado debe asumir el costo de sostener el contexto en el que se invirtió, por los próximos años.
En esta línea, Julio Corral, consultor del Plan Estratégico de Santiago, en el área de Sostenibilidad Ambiental, Ordenamiento Territorial y Cambio Climático, enfatiza la relación existente entre costo y beneficio, pues apunta que esta es la principal preocupación, al menos cuanto se tienen una visión integral.
En los últimos ocho años, según afirma, se han sustituido 16 kilómetros cuadrados en el área metropolitana, y 12 en la agrícola, lo cual suma 28 en menos de una década, dinámica que puede llevar a que se empiece a ocupar territorio de otros municipios.
José Canaan, presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de Viviendas del Cibao (Aprocovici), apunta que justamente para aprovechar la posibilidad de construcciones verticales es que la ciudad ha aumentado la cantidad de viviendas altas, pues, además, esto mejora los servicios municipales.
La cuestión aquí es que de no hacerse el proceso de construcción de manera responsable, en términos de sostenibilidad ambiental, se estaría incurriendo en una práctica contraproducente.
La posibilidad de seguridad alimentaria disminuye, y es otro factor que Corral importantiza en su explicación. Entiende como un aspecto necesario el aprovechar los espacios intraurbanos o lugares vacíos dentro de la ciudad, por el motivo de que hay bastante sin aprovechar, siendo así innecesaria la sustitución, por el momento, de terreno agrícola.
El consultor detalla algunos de los problemas más peligrosos que podrían desprender de todo esto, si no se hace bajo las condiciones adecuadas:
Incremento del suelo impermeable, lo cual reduce las posibilidades de que se produzca agua subterránea, efectiva para los cultivos; crecimiento del tránsito vehicular; y vulnerabilidad en casos de incendio y actividad sísmica, por la razón de que Santiago está susceptible a terremotos y el equipo del cuerpo de bomberos solo tiene capacidad eficiente frente a 8 niveles.