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SONAJERO

El miedo

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

“Estoy contenta porque esta historia puedo contarla sin dolor”, dijo ante un grupo de estudiantes. La mujer que avanzó al escenario universitario con una sonrisa en sus labios, es Rudaury Altagracia Guillermo Espinal. Es la madre de tres, que hoy termina el bachillerato “porque la universidad me espera”. Fué invitada a testimoniar un episodio trágico de su pasado, del cual se zafó para labrar un presente apoyando a mujeres víctimas de violencia de género.

Para darle “donde más le doliera”, el esposo y padre de sus hijos apuñaló a su hija y atacó al hijo que luchó contra su progenitor para proteger a su hermana y la propia vida. Un relato fuerte, amargo, pero más difícil fue vivirlo, enfrentarlo y liberarse de un círculo espantoso.

Ante las garras de la violencia, Rudaury, como muchas mujeres son paralizadas por el miedo. En un ambiente de agresiones, la amenaza infunde temores que inmoviliza a las víctimas.

Fuera de ahí, otros miedos también asaltan a las mujeres. La mayoría desconfía en sí misma. Teme emprender, pagar algo para su beneficio, afirmó una mentora dominicana, dedicada a empoderar a mujeres en el mundo de los negocios.

Reconoció que ellas tienen miedo a emprender porque fueron criadas mirando al niño saltarse todas las cuerdas, trepando árboles, mientras eran las niñas espectadoras, las “cuidadas” para evitar los arañazos de la emancipación.

Hoy viernes, a modo de liberación, propongo la fuerza del poema “Invictus”, el favorito de Nelson Mandela en prisión. La pieza de William Ernest Henley, reza:

“En medio de la noche que me cubre, negra como el abismo de polo a polo, agradezco a cualquier Dios que pudiera existir, por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de las circunstancias no me he lamentado ni he llorado. Bajo los golpes del azar mi cabeza sangra, pero no se doblega. Más allá de este lugar de ira y lágrimas. Se acerca inminente el horror de la sombra, Y aun así la amenaza de los años me encuentra y me encontrará sin miedo. No importa cuán estrecha sea la puerta, cuán cargada de castigos la sentencia. Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma”.

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