CONEXIÓN
¡Feliz día!, querido papito
Este domingo se celebra el Día del Padre, ese ser que al que también le agradecemos nuestra existencia. No importa si esté vivo o no, cada último domingo del mes de julio es propicio para honrar a nuestros padres. “Mi padre fue una persona maravillosa, llena de perseverancia y apoyó siempre a sus hijas e hijos, además de ser un excelente amigo”, expresa Ginee Durán quien recuerda a su fallecido padre con amor y respeto. “Cuando ese día llega es una razón más para recordar la excelente persona que tenemos mis hermanos y yo como padre, un ser ejemplar”, manifiesta Karla Méndez”. Para Julissa Núñez, su padre “es lo máximo, ejemplo de amor, entrega y dedicación sin límites, no me imagino la vida sin él. Lo amo y le debo una gran parte de lo que soy por siempre inculcarme buenos valores y en cada oportunidad demostrarme que me ama y que está orgulloso de mí”. Hay quienes se han convertido en padres muy jóvenes, pero ello no han impedido que disfruten la paternidad y de encontrar en la misma un sentido especial. “Ser papá me ha enseñado a comprender muchas acciones de mi padre que en ciertos momentos no entendía y ahora entiendo con claridad. Definitivamente, es el mejor regalo que Dios me ha dado, mi hija Jade Charlotte, la cual se ha convertido en mi norte, mi principal maestra en la realidad de la vida, mi inspiración a tener mucho mayor cuidado al accionar y tratar de ser cada día el súper, héroe que ella figura en mi cada vez que me ve con tan hermosos ojos”, dice Joel Anico, joven padre. “Ser padre, hasta ahora ha significado tener la oportunidad de guiar el camino de alguien maravilloso, que te admira, que quiere aprender de ti. Un momento especial con Carlos, bueno, han sido muchos, podría mencionar cuando su madre lo vio la primera vez, esa mirada que nos dio a ambos, esa sonrisa fue inolvidable. Otro momento ha fue recientemente, cuando yo estaba sentado en la computadora a puertas cerradas, él quería jugar conmigo y me llamó dos veces “Papá! papá!” fue el día de mi cumpleaños, y fue maravilloso, pues él pocas veces me ha llamado papá directamente a mí”, cuenta Emmanuel Bretón. REFLEXIÓN DE WALDO RINCÓN “Papi” Mi papá no lo recuerdo por las fotografías del álbum de bodas guardado en el armario que desmenuzaba cada cierto tiempo, sino por el calor de sus palabras por el teléfono cuando me dejaba saber cuánto me quería y como la vida lo mantenía lejos de mí. Mi papá, el que recuerdo, cada vez que me preguntaba cualquier cosa me brindaba luz, me regalaba un lugar que jamás conocí, las manos que nunca me dieron una pela. Mi papá era más bien un aliento, un aire de invierno que llegaba cada tres meses por una línea de Codetel (25 años, en casa) a secarme las lagrimas que alguna vez derramé cuando una profesora de las que asediaban niños para obligarlos a hablar me hizo gritarle entre lágrimas y frente a todos mis amigos: “Yo no tengo papá”. Los días del padre para mí pasan cuando me levanto y abrazo a tía y a mami y les digo: “felicidades”; sería inhumano de mi parte no decir que muchas veces anhelé tener quien me diera una pela por necio, pero por sobre todo me dijera como elegir a la morenita sobre la blanquita porque son desabridas las muchachitas esas pelitos buenos. Este año quiero celebrarlo por el papá de Peluca que ya se fue también, por el de mi amiga Daniela, que acaba de irse, por el de mi amigo Otto que se levanta todos los días a buscar con sus manos y su sudor el dinero de las medicinas de su esposa con cáncer, el de mi amigo Henry, que con todo y lo fácil que es hacerse rico en el ejército no se cansa de trabajar a pulso, para que sus hijos puedan levantar la cabeza y sentirse orgullosos de su papá el Coronel, y ¿por qué no?, del mío.