El Farol

La sentencia de Odebrecht y el día que nos engañaron a todos

Bravo, bravo, bravísimo…

Este es el mejor país del mundo. Un paísote. Único en su clase. Imagínese, un país donde sus legisladores dicen que hay diferencias entre violar a una mujer que usted no conozca y violar a su esposa…

Algo así como que las violaciones a su esposa son entendibles.

Y este es el mismo país que condena a un tipo por manejar millones de dólares para sobornos, pero que al mismo tiempo no condena a nadie por recibir esos sobornos.

Yo les juro que soy capaz de reírme, pero no me sale.

Este Farol va dedicado al caso Odebrecht. Y a los 92 millones de dólares que se pagaron en sobornos. Y al cuentazo que nos vendieron durante 4 años y 5 meses.

Primero lo primero: El caso Odebrecht debe ser considerado como el fracaso del siglo, un fracaso monumental. Un fracaso que en principio creemos que nos cuesta 92 millones de dólares, pero que en realidad nos cuesta muchísimo más.

Y ese fracaso tiene nombres y apellidos. Jean Alain Rodríguez, señoras y señores. Flamante exprocurador general de la República, el hombre dedicado a peinarse y a echarse spray antes de salir a las ruedas de prensa.

A lo de flamante procurador también deberíamos agregarle flamante inquilino de la cárcel de Najayo.

Pero también lleva el nombre de Wilson Camacho, el director de la Pepca. Cuando comenzó el caso Camacho era fiscal y se encargó de investigar el proceso. Cuando llegaron el PRM y Miriam Germán lo hicieron director de la Pepca.

Ahí pudo advertir que ese expediente en realidad estaba chueco. Cojo. Y que antes de seguir con una acusación de ese nivel se le debió pedir disculpas a los imputados hoy absueltos.

Pero no hizo eso ni lo otro. Siguió con su caso dándole la razón a Jean Alain.

Tanto que le gusta decir a Wilson Camacho que tiene casos sólidos, blindados con pruebas… pues bueno, ya usted sabe.

Bien lo advirtió Miriam Germán Brito en 2017. Ese expediente no servía para lograr condenas justas. Y el tiempo le ha dado la razón.

Este caso comenzó con 14 imputados. Luego Jean Alain dijo que solo acusaría a 7. El juez Ortega liberó a uno, a Chú Vásquez, y dejó el caso en 6. Pues de esos 6, solo 2 terminan condenados.

Tanta tinta que hemos gastado en los periódicos. Tantas memorias llenas de vídeos con declaraciones… tanta atención de la sociedad.

Lo que han dicho las pruebas que vieron las juezas es que 4 de los 6 imputados no tenían nada que ver con ese caso. Que les pusieron unos cargos y al final ninguna prueba macheaba, servía para probar algo.

Ángel Rondón fue condenado por recibir sobornos de Odebrecht. Las juezas dijeron que tenía unos contratos de consultoría pero que no pudo probar ningún informe, que en realidad era dinero que salía del departamento de sobornos.

A Víctor Díaz Rúa lo condenaron a 5 de prisión por enriquecimiento ilícito. Dicen las juezas que el hombre incrementó su patrimonio en más de 110 millones de pesos sin poder justificarlo. Y que para colmo de males, ni siquiera presentó su declaración jurada de bienes al salir del gobierno, en el 2012.

A los demás: Andrés Bautista, Conrado Pittaluga, Roberto Rodríguez y Tommy Galán se les declaró absueltos. No hay pruebas que testimonien su culpabilidad.

Pero también este proceso tiene otro nombre: las juezas. Como es que usted condena, reconoce que alguien recibió 92 millones de dólares en sobornos, dice que usted lo pudo comprobar. Tiene las cuentas de donde salió el dinero, a dónde lo movieron. Y aun así usted solo condena a ese hombre a 8 años de prisión, de los 10 que le pidieron.

Usted dice que un hombre subió su patrimonio más de 100 millones de pesos solo por ser funcionario público. Que lavó ese dinero. Y usted solo lo condena a 5 años, de los 10, que le pidieron de prisión.

Pero, mucho peor, usted admite todo eso y aun así usted dejas a esos dos hombre en libertad. No los manda a cárcel.

O sea, “lo condena moralmente”.

O sea que yo puedo manejar sobornos por 92 millones de dólares y lo único que me sale es una “condena moral”. Pero no joda usted…

Al final se dieron los sobornos. La sociedad creyó que la estaban defendiendo con esa acusación y no: Le mintieron. A la sociedad le terminaron robando dos veces. Primero con los 92 millones de los sobornos y luego con una acusación y condena pendeja.

Miren, a nosotros solo nos salva la Marcha Verde. El problema es que están todos nombrados en el gobierno y ya no tienen tiempo de salir a caminar.

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