¿Los asesinatos también son per sé?
Leslie Rosado fue cobardemente asesinada por un agente de la Policía Nacional.
El cabo Janli Disla Batista, de 30 años, le dio un tiro en la cabeza y ahora dice que el disparo se le escapó. Cosa que la Policía respalda.
El cabo dice que no sabía que su arma estaba cargada. Señor Disla, digo, jablador Disla, para que esa arma dispare primero debió ser manipulada. Si usted, miembro de la Policía, no sabe eso usted es un inepto, un idiota, un tarado, un estúpido, un torpe. Un asesino. Y un abusador. Y un mentiroso.
Lo peor de este caso es que Leslie Rosado pude ser yo. Pudimos ser cualquiera de nosotros. Y es bueno señalar a Janli Disla por su nombre y apellido.
Se supone que este hombre representa a la autoridad en este país. Tenga, o no tenga el uniforme puesto. Se supone que sus otros dos nombres son Policía Nacional, con todo lo que eso conlleva. Se supone que el gobierno debió reformar esa policía hace mil años.
Se supone que a esta hora y a este día deberíamos saber que lo de Leslie es el resultado de la tan cacareada mano dura que se le pide a la Policía.
Se supone que en el 2021 deberíamos haber aprendido que la mano dura de la Policía nos hace daño a todos.
Lo que sucedió con Leslie no fue un acto fortuito. Una casualidad. Es el resultado de una cultura instalada y con promotores dentro y fuera de la Policía Nacional. Una cultura del asesinato y de sacar las pistolas primero para “detener la criminalidad”.
Esa cultura, la de la mano dura, nunca nos ha llevado a buen sitio. En este país la Policía tiene toda la vida matando gente, desde cuando Trujillo, pasando por los Doce Años y compañía. Y antes de arreglar la situación lo único que ha hecho es empeorarla.
Y todavía sale gente defendiendo eso.
Por ejemplo, miren ustedes, lo primero que dijo la Policía fue que Leslie chocó a este hombre que andaba en su motor y que huyó. Que la familia del cabo quedó tendida en el suelo y él salió a perseguir a la mujer.
O sea, él dejó tendido en el suelo a sus familiares.
Y que entonces encontró a un compañero de aventuras, que se subió a su motor y juntos salieron a perseguir a la mujer.
También dice la Policía que cuando la alcanzó le golpeó el cristal varias veces y no le hizo caso y puff, se le zafó un tiro que fue directo a su cabeza.
Y hay gente que defiende eso. Incluida la Policía Nacional.
¿Y ustedes saben qué dice Leslie sobre el caso?: Nada. No dice nada porque no puede defenderse. Porque un cabo de la Policía, un hombre que debe representar la seguridad del país, la mató.
Lo que no dice la Policía es que el vehículo de Leslie recibió un disparo en uno de sus neumáticos, otro en el área de la placa. O sea, ya vamos contando por 3 disparos. O sea, que no fue tan accidental el incidente como para que “se le escapara un tiro”.
Es un guión muy similar al de la pareja de evangélicos en Villa Altagracia. Matan a dos inocentes y luego vienen las justificaciones, mientras más pendejas mejor.
Por cierto, ¿ya atraparon a los ladrones de la pasola? ¿En qué quedó ese caso? ¿Ya no nos duele?
Y todo esto llega con la indignación de todos los políticos de turno. Incluidos los que antes duraron 16 años en el poder.
No nos equivoquemos, que lo de Leslie no es fortuito. Es el fruto de la irresponsabilidad de muchos años, de muchas autoridades. Autoridades de las de antes y de las de ahora. Y eso ocurre en medio de “otra ola de delincuencia” en el país.
En República Dominicana nos hemos pasado quién sabe por dónde el programa Barrio Seguro, cuando Leonel; Vivir Tranquilo, cuando Danilo y un “Plan de Seguridad Ciudadana” ahora con Abinader.
Ese plan de Abinader ha comenzado a implantarse sin que nadie nos diga que pasó con el Plan Guiliani, que estaba diseñado desde el año 2016, cuando fue candidato por primera vez.
En el camino, en medio del conocimiento de que nadie está seguro en este país, la comisión especial de notables sigue trabajando en la reforma policial. Y lo único que uno quisiera es que no sean necesarios más asesinatos para apurarlos a trabajar.
Y lo otro que uno quisiera es que no salga nadie a decirnos que no hay tales asesinatos, o que no son asesinatos “per sé”.