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Senegal no sabrá de pan con tomate

Albert RodríguezELPERIODICO.COM/BLOGS

Reflexiones sobre nuestras estancias en Senegal de mi esposa, presidenta de Acción Senegal, Ana Alcón. Estaba preparando la cena esta noche (restos de tortilla y embutido), y aunque soy madrileña y allí no tenemos la costumbre, al ser casada con un catalán, he adoptado el pan con tomate. La verdad es que es la cena ideal para ver la fiesta de la selección por haber ganado el Mundial. Estaba pensando en lo bueno que está y lo bien que estaba cenando, mientras me acordaba de algunos amigos en Senegal que habrán intentado ver el partido en algún bar, propiedad de extranjeros que tienen la deferencia de dejar ver los partidos importantes. Pero me desvío de lo que quería contar. Muchas veces nos preguntan qué comemos allí. El desayuno siempre es el mismo. Pan con mantequilla o con una especie de chocolate con cacahuete (parecido a nuestra crema de la marca archiconocida en que estáis pensando pero más basta), con café instantáneo con leche en polvo. Las comidas son siempre iguales, arroz con… o dibi, cordero. La dibiterie es el sitio donde se come solo cordero. Lo compras al peso y te lo cocinan a las brasas, con cebolla y mostaza para acompañar. Es un buen recurso de viaje y está muy bueno. Reconozco que a veces a la gente le puede dar apuro porque puede que esté con algunas moscas. Bueno, se come muy, muy cocinado, con lo que los problemas que pudiese tener se eliminarían. Parto de la base de que ellos lo comen y ahí están. De todas formas, cuando vamos de viaje siempre intento llevar varios paquetes envasados al vacío de jamón, chorizo y longaniza, junto con mi aceite de oliva (unas muestras gratuitas que me guarda mi amigo de la tienda de debajo de mi casa) y el embutido de pavo para mis amigos musulmanes. Cuando llevamos muchos días comiendo arroz con… pollo, pescado, crema de cacahuete, cordero, buey… bueno... uffff…, echamos de menos el embutido. Podríamos sobrevivir sin él… ¡por supuesto! Quien diga lo contrario, miente, pero ¡no veas lo que se agradece! Es como el gran festín. Compramos pan, paramos en la carretera, abrimos el pan, sacamos el aceite, el embutido… y siempre falta algo. ¿Sabéis qué falta? el tomate. En un país donde hay épocas en las que la cosecha se ha acabado, en las que hemos visto a muchas familias tomar mijo con agua para comer, no puedes comprar un tomate, partirlo, restregarlo y tirarlo… No puedes moralmente.

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