PRESENCIA DOMINICANA
Dramático Final
Convencido estaba que a mi edad lo había visto todo en materia de béisbol y entonces Licey y Escogido escenifican una serie final de tanto dramatismo como la que acaba de concluir. El béisbol es un deporte que se practica en muchos lugares, no sé lo que puede haber ocurrido en circuitos como el japonés, coreano o australiano, pero en el que conozco y rebuscando en la memoria, el único juego para decidir una corona que puede igualarse en dramatismo al del pasado lunes fue el de Piratas y Yankees en la Serie Mundial de 1960, resuelto por Bill Mazeroski con cuadrangular en la segunda parte del noveno episodio del compromiso final dejando a los Yankees tendidos.
Pero ¡ojo!, este de aquí no lo decidió el monstruoso jonrón de Junior Caminero. Fue la atrapada del jardinero derecho Sócrates Brito al final del noveno con dos outs y la anotación 6x5 a su favor, sobre batazo disparado por Francisco Mejía. Si esa bola caía al terreno el saldo hubiese sido diferente, al ocurrir, ya los hombres que corrían en la antesala y la intermedia llegaban al plato.
Son muchos los elementos para analizar, incluyendo que inicialmente la serie había sido aprobada a nueve juegos y los efectos provocados por las lluvias a finales de diciembre obligó a reducirla a siete para cumplir con el compromiso de asistencia a la Serie del Caribe sin variar el calendario del todos contra todos.
Asimismo, cambió el curso del juego el equívoco fildeo en el sexto episodio de Johan Rojas en el bosque central. Una situación que debió ser corredores en la inicial y la intermedia, dos outs y la anotación 4x3 favoreciendo a los azules, se convirtió en corredores en la antesala y la intermedia, marcador igualado y un solo out. La alta calidad de Rojas como defensor hacía muy improbable que algo semejante ocurriera. Recordó el fallo de Curt Flood con los Cardenales en la Serie Mundial de 1968 frente a Detroit.
Evento inolvidable, digno de los históricos rivales enfrentados, ¡Escogido campeón! Vale evocar lo que Meriño le dijo a Báez en 1865: “inescrutables son los designios de la providencia, señor presidente…”