Siete países están en Miami compitiendo por el cetro de campeón dentro del marco que representa la Confederación de Béisbol del Caribe en el evento denominado Serie del Caribe.
Aunque totalmente transformado a lo que en origen fue este certamen, no obstante, sostiene aún la esencia histórica a su favor manteniendo un especial hechizo. Las exigencias del consumidor actual obligaron a realizar los cambios necesarios para mantener el favor del público y en consecuencia la salud económica. Realizado en un tiempo en que en la región no hay ofertas atractivas de torneos deportivos, sumado al desarrollo de los medios modernos de comunicación, se le ha generado al evento un valor extraordinario.
La Confederación se mantiene manejada por los tres circuitos originales que la resucitaron a partir de 1970: Dominicana, Puerto Rico y Venezuela, a la que se le agregó al siguiente año la liga invernal de México. Estos, invitan cada año a diferentes naciones con tradición beisbolera a participar en el torneo en calidad de invitados, alcanzando de esa manera un brillo más internacional.
Debido al mayor desarrollo que ha tenido el béisbol en los países que dominan la Confederación, sería lógico pensar que son los favoritos para coronarse. Pero, en un deporte de naturaleza tan diferente a la mayoría, es usual ver surgir un inesperado triunfador. Recientemente ocurrió cuando en 2022 en Dominicana los Caimanes colombianos dirigidos por José Mosquera obtuvieron el título. Antes los cubanos asombraron ese mundo en 2015 en Puerto Rico ganando el cetro y en 2019 en Panamá los locales Toros de Herrera hicieron lo mismo.
De arrancada provoca mucho entusiasmo los equipos que representan a los circuitos primigenios. EL Licey dominicano es el máximo ganador con once coronas y tres de las última cuatro, los Criollos de Borinquen han ganado cinco veces y tienen de dirigente a Yadier Molina, futuro inmortal de Cooperstown; los Naranjeros de México participan por decimacuarta ocasión, fueron campeones en 1976 y 2014 y los Tiburones venezolanos concurren por quinta ocasión buscando su primer cetro con Osvaldo Guillén al timón. Su mejor actuación ocurrió en 1983 cuando lograron marca de 4-2 teniendo a Osvaldo Virgil como dirigente.