PRESENCIA DOMINICANA
¿Valió la pena?
La pregunta aplica formularla a tres jugadores dominicanos, dos que no alcanzan a recibir los votos necesarios para escalar al Salón de la Fama y otro que pudo convertirse en el mejor de todos los tiempos de su posición y en consecuencia también llegar a ocupar un sitial en el solemne recinto.
Muchos concuerdan que Alex Rodríguez ha sido el más completo jugador de béisbol de todos los tiempos. Defensor del campo corto en sus primeros ocho años de carrera, produjo resultados incomparables con cualquier otro en la historia.
Nunca un jugador de esa posición combinó con tanta eficiencia las cinco habilidades que exige este deporte. Mudado a la antesala al ser negociado a los Yankees, inexplicable movimiento, siguió aportando para concluir con unas estadísticas extraordinarias, que no fueron mayores por la suspensión que no le permitió participar en la campaña de 2014.
Suspensión provocada por una conducta díscola que llegó a extremos en la violación a la ley antidopajes.
Manny Ramírez ha sido el bateador dominicano más completo que ha participado en las grandes ligas. Único que al concluir su carrera exhibía porcentajes por encima de 0.300, 0.400 y 0.500 en AVE/OBP/SLUG. Apenas 17 en los anales del juego han logrado esa combinación y posterior a la rotura de la barrera racial, seis. Al final de su carrera fue castigado dos veces al detectarse que había consumido sustancias prohibidas. Se despidió de las ligas mayores por la puerta de atrás.
Robinson Canó se encaminaba a convertirse en el principal intermedista de la historia, proyectando alcanzar tres mil incogibles con promedio de bateo sobre los .300 y superar a todos sus colegas en jonrones de por vida. Exhibía competencia defensiva y velocidad por encima del promedio.
Similar a Ramírez, en las postrimerías de su carrera recibió dos suspensiones por ingerir esteroides que echaron por la borda una brillante carrera.
Se concuerda al unísono que este trío poseía habilidades físicas naturales que hacían innecesario ayuda artificial, ganaron fortunas que les certifican seguridad económica para el resto de sus vidas y tomando en cuenta que el dinero apenas compra lo barato; merece entonces hacer la pregunta: ¿valió la pena?