Invasión de Ucrania, un jarro de agua fría para los oligarcas rusos en la Premier League

"LA VENTA DEL CLUB NO SE HARÁ DE MANERA PRECIPITADA Y SEGUIRÁ SU CURSO NORMAL", PRECISÓ ABRAMOVICH

Roman Abramovich. Foto: Ian Kington/AFP.

Roman Abramovich. Foto: Ian Kington/AFP.

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Frédéric Happe/AFPLondres, Inglaterra

Los oligarcas rusos, cuyas fortunas eran recibidas con los brazos abiertos en la Premier League, dejaron de ser apreciados tras la invasión rusa de Ucrania, como Alisher Usmanov, ahora indeseable en el Everton, y Roman Abramovich, que confirmó que ha puesto en venta el Chelsea.

"La venta del club no se hará de manera precipitada y seguirá su curso normal", precisó Abramovich sobre el club que compró en 2003 por 140 millones de libras (168 millones de euros, 187 millones de dólares) y en el que ha realizado grandes inversiones desde entonces.

Abramovich precisó que no pedirá el reembolso de los préstamos que concedió al club londinense, estimados en 1.500 millones de libras (1.800 millones de euros, 2.000 millones de dólares) y que el "producto neto" de la venta será destinado a "una fundación caritativa en beneficio de todas las víctimas de la guerra en Ucrania".

Al contrario que otros oligarcas rusos, Abramovich no ha sido objeto por ahora de sanciones financieras por parte de la Unión Europea o de las autoridades británicas, pero la presión aumentó fuertemente desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania.

Abramovich fue un pionero en su momento, abriendo una brecha por la que después se coló su compatriota Alisher Usmanov, que entró en el capital del Arsenal en 2007 hasta llegar al 30% antes de venderlo todo en 2018 con una enorme plusvalía.

Los inversores estadounidenses, como la familia Glazer en el Manchester United en 2005 y el Fenway Sport Group en el Liverpool en 2010, siguieron su ejemplo un poco más tarde, al igual que los emiratíes en el Manchester City y, más recientemente, los saudíes en Newcastle.

Candidatos para el Chelsea

A menudo criticada por su falta de celo para controlar a nuevos inversores, la Premier League ha construido su dominio europeo gracias a los cientos de millones de dólares que llegaron del extranjero en los últimos 15 años.

Pero la guerra en Ucrania y las sanciones financieras contra los principales actores de la oligarquía rusa han incrementado la presión sobre el fútbol inglés.

El sábado, Abramovich quiso dar un paso atrás cediendo la gestión diaria del club a los seis administradores de la fundación benéfica del club.

La posibilidad de una venta del club parecía un último recurso apenas concebible hasta hace muy poco, pero todo se ha precipitado y ya empezaron a aparecer posibles compradores en busca de un buen negocio.

The Times escribió el sábado que el hombre más rico del Reino Unido, el directivo de Ineos Jim Radcliffe, podría estar interesado.

Ya había tanteado a Abramovich en 2019, pero le desanimó el precio de 2.500 millones de libras del ruso y se decantó por el OGC Niza francés.

El miércoles, Hansjorg Wyss, uno de los hombres más ricos de Suiza, declaró al periódico Blick que le habían propuesto comprar el Chelsea.

Una operación complicada

"Quiero reflexionar todavía durante cuatro o cinco días", dijo Wyss, añadiendo que se había contactado con otras tres personas y que, de dar el paso, "será junto a un grupo de seis o siete inversores".

Menos implicado que Abramovich, dado que ya no posee una participación en un club, Usmanov ya ha sido expulsado del fútbol inglés. El Everton anunció el miércoles que "suspendía" sus acuerdos de patrocinio con USM, Megafon y Yota, tres de las empresas en las que el magnate ruso-uzbeco tiene una participación importante.

Tras vender su participación en el Arsenal, se había convertido en uno de los principales apoyos del Everton, que fue comprado en 2016 por el iraní Farhad Moshiri, con el que estuvo asociado.

El centro de entrenamiento de los Toffees pasó a llamarse USM Finch Farm y Usmanov también tenía una opción exclusiva por 30 millones de libras (40 millones de dólares) para dar al nuevo estadio en construcción el nombre de una de sus empresas.

La gran incertidumbre que rodea al conflicto en Ucrania hace imposible hacer predicciones sobre su impacto a largo plazo, pero este ya se está viendo en los estadios de fútbol ingleses.