OPINION

La hípica llora su partida

Todavía mi mente no acepta que Kalil nos ha­ya dejado. Fue una persona excepcional, gran amigo, solidario. No creo que lo debemos lla­mar amigo de la hípica, más bien “era la hípica”. Amaba los caballos, no importaba si fuesen de carreras, polo o cualquier otra modalidad.

Celebramos juntos todos los Clásicos Kalil Ha­ché y eran períodos de reuniones sin horario. Luego de finalizadas consensuábamos lo que ha­ríamos, pero antes de llegar a mi casa me llama­ba y decía “Mira, que no se te olvide, nada”. ¡Y así 10 llamadas diarias! En su clásico era motivo de su preocupación hasta las bandejas que ser­viríamos. Fueron muchas las veces que le acom­pañé a los periódicos para anunciar el evento. Debo destacar lo principal: ¡fue un gran amigo! En su abrazo siempre sentía sinceridad y afecto Ayudó mucho con sus clásicos. Cada año rompía el récord anterior de jugadas en el hipódromo. Invitaba a todo el mundo. al pobre, rico, milita­res, políticos. ¡Quién no conocía a Kalil!

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