BOLETO A FINAL
Licey apenas necesitó de 7 minutos para lograr triunfo
Había tensión. Tanta, que podía cortarse con un cuchillo. Ambos equipos sabían que se jugaban la vida en tres outs. La lluvia les daba la oportunidad de seguir vivos después de 13 entradas -12 y medias en realidad- y les tocaba entonces demostrar, de bando y bando, de qué estaban hechos. ¡Menuda tarea!
Buen clima, brisa decembrina en enero, el estadio Quisqueya comenzaba a llenarse, pero no dio tiempo. En 7 minutos se acabó todo. Sí, en solo 7 minutos. El score rezaba 6-5 a favor del Licey, después de haber jugado 13 innings. Bueno 12 innings y dos tercios en caso de los felinos.
El primer batazo de esa entrada fue un roletazo de Emilio Bonifacio, que todo el mundo vio safe, pero la repetición, ese ojo mecánico a quien nadie engaña, lo vio out. Y fue out. Aunque haya sido quieto, la sentencia del juez fue out.
Luego Erick Aybar soltó doblete, boleto intencional a Sócrates Brito. Licey quería matar la partida rápido. Se le notaba la determinación. Algo decía, aunque nadie lo sabía, que en menos de un hora, todos estaríamos de regreso a casa. Esta vez fue menos de 10 minutos.
Con dos en circulación, le tocaba el turno a Jorge Bonifacio. Rodado cargado hacia la segunda almohadilla, Melvin Mercedes se la pasó al campocorto Ramón Torres, quien luego de pisar la intermedia quiso hacer un tiro a la inicial cuando no había out. La pelota saltó salvajemente de su mano.
Y Aybar, quien en corrida de vértigo, sin detenerse, se embaló desde la segunda base hasta el home para anotar la del triunfo. En 7 minutos se había acabado todo. El juego finalizó de una manera inesperada, pero así acaban estos partidos, con un jonrón, o con un error. Es la ley inexorable del beisbol.