Juegos Panamericanos

Valiente, una boricua que representa a RD

Astrid Valiente junto a su esposo Fidel Marchena y sus hijas Mía y Sofía. FE

Astrid Valiente junto a su esposo Fidel Marchena y sus hijas Mía y Sofía. FE

Atraída por el cariño y solidaridad de las personas, Astrid Valiente adoptó la nacionalidad dominicana y la hoy nacida y criada en Puerto Rico representa con orgullo a Quisqueya.

“Me siento muy orgullosa de representar a Dominicana”, afirma Astrid Valiente, ganadora de medalla de bronce junto a Aumí Guerra, en la modalidad de doble femenino del torneo de boliche de los XVIII Juegos Panamericanos.

Visita a los 10 años Cuando apenas tenía diez años vino al país en el año 2004 para participar de un torneo internacional celebrado en el Sebelén Bowling Center. “Quedé fascinada”, pero en su país natal, Puerto Rico, al que había representado por 7 años, no pudo seguir formando parte del equipo.

Fue entonces cuando decidió cumplir su sueño de estar en los escenarios internacionales y en consulta con su familia decidió adoptar la nacionalidad dominicana. Antes había conversado con Francis Soto y con la familia Sebelén.

Sus nexos con el país quedaron sellados desde hace seis años cuando casó con Fidel Marchena, un miembro del equipo nacional de boliche de República Domnicana, con quien ha procreado dos niñas, Mía, de cuatro años, y Sofía, de cuatro meses.

“Cuando me pongo el uniforme (de República Dominicana) me siento orgullosa de representar este país de la familia de mí esposo, mis hijas y mío”, dijo Astrid , quien reside en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, donde labora como asistente de la directora de un colegio privado.

Recuerda con nostalgia que las puertas se les cerraron en Puerto Rico, pero hoy, participando por el equipo dominicano de boliche “más feliz no me puedo sentir”.

Veterana. Con Aumí Guerra dice forma un gran complemento. “Ella es la veterana y me ayuda a calmarme en momentos de apremios”.

Trabajo y bolera. Llegar hasta aquí le cuesta muchos sacrificios. Trabaja 9 horas diarias, desde las 7 a las 4 de la tarde, luego se va a la bolera con su esposo y las dos niñas. “Es un sacrificio grande, pero me emociona, entretiene y siento que es un deber “.